ARRIMADAS, LA MUTACIÓN DE LA MISMA BACTERIA QUE ARRASÓ CON CS
DAVID BOLLERO
Mientras sufre una
sangría de votantes hacia Vox, Ciudadanos continúa sin ser consciente del nuevo
espacio que ocupa. Disponer de 10 diputados en el Congreso significa no
alcanzar siquiera el 3% del hemiciclo, dicho de otro modo, su papel es residual
porque así lo han querido l@s español@s. Meter la basura bajo al alfombra y
reforzar el autotitarismo interno que impuso Albert Rivera es la fórmula con la
que Inés Arrimadas puede estar cavando su propia fosa política.
Desde que fue
pública la intención de Arrimadas de ser la sucesora de Rivera, mi gozo se
disparó. Aquel movimiento, lejos de regenerar el partido, parecía condenarlo
aún más, lo que sin duda es una buena noticia dado el perjucio que ha provocado
al país con su radicalismo. ¿Qué sentido tiene poner al frente del partido a
quien contribuyó decisivamente a su debacle? Ella, junto con buena parte del
resto de la dirección de Cs, siguieron a pies juntillas los caprichos y
vaivenes de Rivera, que pasó de poder ser vicepresidente y de veras poder cambiar
el país a su criterio a llevar a la formación al borde de su desaparición.
Arrimadas no es
consciente de su rol, se cree decisiva y propone pactos a tres como si diez
granos de arroz pudieran cambiar el sabor a una paella. De lo que sí es
consciente es de lo cuestionado de su liderazgo por, entre otros, los motivos
arriba esgrimidos. Así quedó demostrado con los audios de una de sus juntas en
las que llovían los cuchillos, evidenciando las diferentes posturas que se dan
en el seno de la dirección del partido. ¿Qué ha hecho ella? Borrar cualquier
rastro de ese enfrentamiento en las actas.
Sentencias en
aquella reunión como las del exdiputado por Asturias Ignacio Prendes cuando
señalaba que «Albert asumió su responsabilidad, y todos los que estábamos con él
en el Comité Ejecutivo deberíamos irnos también. Debemos todos asumir
responsabilidades» se han esfumado del acta. Tampoco aparecerá «hoy he vivido
algo bochornoso en este Consejo General», que Francisco Igea, vicepresidente de
la Junta de Castilla y León, denunció en referencia a aquella reunión.
Y mientras
Arrimadas retoma el timón autoritario de Rivera, sacudiéndose de en medio a
quienes no son afines, la militancia reclama unas primarias limpias, algo que
las decenas de cargos electos que han dimitido desde que Cs se abrió al
panorama nacional han reclamado.
Ciudadanos está
enfermo y Arrimadas, definitivamente, no es su cura; actúa más bien como una
mutación de la misma bacteria que arrasó con el partido. Quienes no vean eso
seguramente serán las mismas personas que encumbraron a Rivera a la cima
mientras éste se convertía en un líder veleta que, cuando finalmente encontró
su norte, éste marcaba hacia la derecha más radical.
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