LA NAVIDAD, UNA FIESTA
PAGANA: FELICIDADES
MOVIMIENTO POR LA UNIDAD
DEL PUEBLO CANARIO.
Es imposible abordar las celebraciones navideñas con un mínimo de
rigurosidad al margen de la ciencia en general y de la astronomía en particular
pues estamos abordando el tema del calendario ancestral, probablemente el
primer calendario de la historia de la humanidad, de la historia del Homo
sapiens sapiens en contraposición al Homo sapiens bellicusos y, por lo tanto,
debemos introducir los conceptos astronómicos de solsticios y equinoccios.
“En los cielos había un gran calendario a disposición de quien tuviera
dedicación, habilidad y medios para registrar los datos” (Carl Sagan). Uno de
los ejemplos más próximos, que no el único afortunadamente, lo tenemos en Risco
Caido, en el municipio de Artenara, Tamarán, ese que no para de arder desde que
la UNESCO declaró a Risco Caido Patrimonio Mundial de la Humanidad,
observatorio astronómico en el que un haz de luz entra con
las primeras luces del alba por una pequeña abertura, iluminando grabados de
forma púbica en el interior de una estructura, al mismo tiempo que toma
diferentes formas que, reflejadas en la pared, se asemejan a un falo o a una
mujer encinta. El fenómeno, que puede simular la fecundación o la fertilidad y
a priori servía como calendario solar, se repite día a día, pero solamente
entre el equinoccio de primavera y el del otoño (abril y septiembre),
coincidiendo con las épocas de siembra de los cultivos. El resto del año toma
el relevo la luz de la luna. En palabras del artífice de semejante logro, el
arqueólogo y compatriota Julio Cuenca: “Aquella experiencia visual me dejó
entonces absolutamente impresionado y comprendí que estábamos antes un
monumento arqueológico excepcional, que nos muestra unos conocimientos técnicos
y científicos de una cultura que pensábamos que se encontraba en un estadio
cultural incapaz de alcanzar esa sabiduría”, relata Cuenca, quien explica que
“desde un primer momento pensé que esta cueva podría haber sido además de
un templo, un observatorio astronómico de los antiguos canarios”, que podría
haber permitido “llevar el control del cómputo del tiempo” y cuyo ejemplo más
paradigmático lo constituye, probablemente, el calendario luni-solar de la
Cueva Pintada de Agaldar (Tamarán). Los primeros awaras llenaron materialmente
Benawaré entera de observatorios astronómicos, registrando mediante sus
espirales la primera documentación, hasta donde llega nuestro mejor
conocimiento, de la estructura espiral de la Vía Láctea, nuestra galaxia visible
a simple vista. Observatorios astronómicos con estas características se han
documentado en todo el Archipiélago Canario que permiten registrar tanto los
solsticios de verano e invierno, o sea el día más largo (en el que comienza el
verano) y el más corte (en el que comienza el invierno) del año,
respectivamente, Nuestros antepasados construyeron observatorios para medir el
paso de las estaciones. Se han documentado otros observatorios, basados en
ideas semejantes, en el Cañón del Chaco (Nuevo México), Angkor Vat (Camboya),
Stonehange (Inglaterra), Abu Simbel (Egipto), Chichen Itza (México) y en las
grandes llanuras de Norteamérica. “Cuando mejoró la precisión de las mediciones,
hubo que anotar los datos y de este modo la astronomía estimuló la observación,
las matemáticas y el desarrollo de la escritura” (Carl Sagan, Cosmos, p 47, IV
edición, 1982. Ed. Planeta).
El prolongado intento de usurpación del
calendario científico.. Algunas pueblos creían que el dios del sol nació el 21
de diciembre, el día más corto del año, y que los días se hacían más largos a
medida que el dios se hacía más viejo. Para otras el dios del sol moría ese
día, pero sólo para volver a otro ciclo. Los romanos celebraban el 25 de
diciembre la fiesta del Natalis
Solis Invicti o Nacimiento
del Sol invicto, asociada al nacimiento de Apolo. El 25 de diciembre fue
considerado como día del solsticio de invierno y que los romanos llamaron bruma; cuando Julio César introdujo
su calendario en el año 45 a. C., el 25 de diciembre debió
ubicarse entre el 21 y 22 de diciembre del Calendario Gregoriano. De esta fiesta se tomó la idea del 25 de
diciembre como fecha del nacimiento de Jesucristo que, no obstante, según
la historiografía, nació en una fecha equivalente al actual mes de Abril. Otro festival romano llamado Saturnalia en
honor a Saturno,
duraba cerca de siete días e incluía el solsticio de invierno. Durante esta
celebración los romanos posponían todos los negocios y guerras, había
intercambio de regalos y liberaban temporalmente a sus esclavos. Tales
tradiciones se asemejan a las actuales tradiciones de Navidad y se utilizaron
para establecer un acoplamiento entre los dos días de fiesta. Los germanos y
escandinavos celebraban el 26 de diciembre el nacimiento de Frey, dios
nórdico del sol naciente, la lluvia y la fertilidad. En esas fiestas adornaban
un árbol de hoja perenne, que representaba al Yggdrasil o árbol del
Universo, costumbre que se “transformó” en el árbol de navidad cuando
llegó el Cristianismo al Norte de Europa. Los aztecas celebraban durante
el invierno el advenimiento de Huitzilopochtli, dios del sol y de la
guerra, en el mes Panquetzaliztli,
que equivaldría aproximadamente al período del 7 al 26 de diciembre del
calendario occidental. Aprovechando la coincidencia de fechas, los primeros
evangelizadores, los religiosos agustinos, promovieron la celebración de la
Navidad y así desapareció el dios prehispánico pero, como no, mantuvieron la celebración, dándole
características cristianas. Los incas celebraban el renacimiento de Inti o el dios Sol,
la fiesta era llamada Cápac Raymi o Fiesta del sol poderoso que por su extensión también abarcaba
y daba nombre al mes, por ende este era el primer mes del calendario inca.
Esta fiesta era la contraparte del Inti Raymi de junio, pues el 23 de
diciembre es el solsticio de verano austral y el Inti Raymi sucede en el
solsticio de invierno austral. En el solsticio de verano austral el Sol alcanza
su mayor poder (es viejo) y muere, pero vuelve a nacer para alcanzar su madurez
en junio, luego declina hasta diciembre, y así se completaría el ciclo de vida
del Sol. Esta fiesta tenía una ceremonia de iniciación en la vida adulta de los
varones jóvenes del imperio, dicha iniciación era conocida como Warachiku.
La norma en vez de la
excepción. La denominada Semana Santa por los del precepto “No levantarás
falsos testimonios ni mentirás”, perdón, por la Iglesia Católica, Apostólica y
Romana institucionalizada en el Estado Vaticano, porque de un Estado se trata,
el mismo que autorizó a Luis de España y Cerda la conquista de las Islas
Canarias mediante la bula Tue devotionis
sinceritas del papa Clemente VI, vergonzosamente todavía vigente, la Semana
Santa, decimos, se conmemora coincidiendo con el primer plenilunio de la
primavera, según acordaron en el primer Concilio de Nicea, en el año 325 de la era cristiana , de tal
manera que, al tratarse de un calendario lunar, la descabellada idea de la
muerte y resurrección de Jesucristo cada año ocurre en una fecha distinta como
distinta es la fecha de la primera luna llena de la primavera. Otra
importantísima fecha del calendario científico que reivindicamos es el inicio
del verano o solsticio de verano que comienza el 21
de Junio y que marca el inicio del AÑO NUEVO SOLAR WANCHE y con la que la
institución de cuyo nombre no queremos acordarnos debido al miedo genera, aún
conscientes de que el miedo es amigo del sicario como sostiene el poeta y
compatriota Fernando Key Ayala, la han hecho coincidir, también
interesadamente, con la onomástica cristiana de San Juan. Lo mismo han hecho
con la conmemoración ancestral del inicio del calendario lunar wanche que,
coincidiendo con la primera luna llena del mes de Agosto, en consonancia con la
aparición en el Hemisferio Norte de la estrella Canopus, de nombre
wanche Wadet, y que tanto los wanches de antes como los de ahora celebramos
el 15 de Agosto con la fiesta de interés etnográfico denominada Beñesmén,
pues la han hecho coincidir con la fiesta de la virgen de la Candelaria, sin
ponerse colorados ni nada, pues es de sobra conocido que la conmemoración de la
Candelaria es el 2 de Febrero, en sospechosa coincidencia también con la otra
aparición de Wadet en el Hemisferio Norte.
En conclusión,
reivindicamos el sostenimiento y ampliación de nuestro calendario científico no
sólo en honor a sus descubridores sino además por la utilidad del mismo en la
predicción meteorológica (la Riada que tuvo lugar n Añashw n Chinet el 31 de
Marzo de 2002, en coincidencia con el primer plenilunio de la primavera de ese
año, era perfectamente previsible pues, debido a los cambios gravimétricos que
produce, se desestabiliza especialmente la atmósfera, como podemos comprobar
año tras año por esa fecha), en la planificación de las cosechas, en la
navegación y en muchas otras aplicaciones científico-tecnológicas y sociales.
Continuaremos con las festivas celebraciones con la fastuosidad que el mismo se
merece pues, por ejemplo, como dice el compatriota González Déniz: “Lo
importante es que en nuestro ámbito cultural hemos acordado hace siglos que
esta noche nace un niño, pero no es un redentor; es el niño que todos llevamos
dentro y que tenemos secuestrado”.
Ministerio de Ciencias Sociales de
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