LA CARTA 3
DUNIA
SÁNCHEZ
Dicen que en esta
vida todo cambia madre. Yo lo creo , me he ido de mi pueblo a un destino
indescifrable , cuya mascará está atravesando mi corazón de manera punzante, de
manera grave. Llevamos días sin agua potable, algunos caen madre. Sí, caen por
la tierra ante la mirada inexacta, estática, cansada de nuestras espaldas. Los
enterramos pero no lo velamos, dejamos que su cuerpo sea alimento de las
entrañas de este lugar que piso ¿Cuál será ese otro mundo al que se va? No, no
quiero pensarlo , aún no. Me estremezco, lloro con lágrimas tragadas por mi
garganta desnuda ante el temblor infinito. Hay sed madre, mucha sed. Yo he
bebido pero me encuentro bien, no sé, es como si algo me protegiera a mí y a
otros. Aquí hay algunos médicos, pero no dan abasto. En este sitio remoto y
aislado ¿qué hacer? Lo único que noto es la debilidad, lo frágil y potentes que
somos algunas veces. Esto es una lucha continua madre. Una lucha por la
supervivencia y los sueños. Soy real, soy vertical, soy un hilo que cualquier
momento se puede partir. Lo siento
madre. Tal vez no tuve que irme pero te prometo que llegaré. Sí, llegaré al
final de este camino oscuro y la claridad me acogerá. Muchos aquí no entienden
lo que pasa, somos aves mansas en busca de nuestro propósito. Enero se va, un
enero que nos dejará el más grotesco de los inviernos que he vivido. No sé lo
que ocurrirá pero ya te diré más. Tenemos que solucionar del agua, los días
pasan. Sí, una mano sobre otra, aunque no sepas nada, aunque los horrores
cotidianos, rutinarios nos persigan incesante y severamente. Adiós madre. Bueno
adiós no que suena amargo, hasta luego madre
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