martes, 10 de julio de 2018

EN LO QUE, PROBABLEMENTE, NO VENGAMOS TOTALMENTE DE ACUERDO, EL AMIGO MORALES Y YO


EN LO QUE, PROBABLEMENTE, NO VENGAMOS TOTALMENTE DE ACUERDO, EL AMIGO MORALES Y YO
Rafael ZAMORA MÉNDEZ
¡De nuevo, con todos ustedes, aprovechando un veraniego reposo de los queridos nietos, para continuar dándoles la fastidiosa tabarra, con mis pesadas crónicas y ripiosos versos!
El antojazo capricho, absurdo desafuero o terco empeño suelen maniobrar hondamente, proporcionándonos las notas más discordantes en la ordinaria armonía de nuestro cotidiano existir.
Tengamos bien en cuenta de que lo que se nos avecina, nunca podrá ser mejor o peor de lo ya franqueado porque, simplemente, se desarrollará con un perfil de desiguales condiciones, radicalmente diferentes.
En tal sentido, últimamente, hemos notado unos densos cambios  perpetrados por determinados avispados estatutos legales, decretos de algunas municipales alcaldías, para que, en ciertos sitios y lugares de todo el territorio patrio, se nos plateen unos desquiciados problemas que nos están dejando completamente atónitos e incomprensiblemente, despistados.
En estos ya transcurridos días de julio, con los apasionantes encuentros futbolísticos de los sorprendentes MUNDIALES,  por parte del eficiente servicio de Correos, he recibo una notificación - la invariablemente habitual simple comunicación- para ir a recoger un facturado certificado.
Como quiera que por completo desconociera la señalada ubicación en la que funcionaba esta nueva oficina, con la designación de una ignorada avenida, recurrí al clásico Callejero de marras y... ¡ni por asomo, florecía el tal nombrecito!
Solamente, por vía telefónica, vine a poder descubrir, ¡vaya gracia!, que dicha dependencia, se encontraba situada tan solo a dos transitorios pasos de mi propio hogar.

¿Qué es lo que había sucedió, pues?
¡Nada, mis buenos lectores de NACIÓN CANARIA que, la arteria, en la que por de por vida me sabía al dedillo con el ilustre nombre de un popular general español, había sido señalada con otro rumboso calificativo de rebuscadas raíces isleñas!
Muchos, con sobrada razón, exteriorizan que con la HISTORIA - la narración verdadera de sucesos transitados- ni se juega, ni se cambia, ni se especula.
Por lo que advertimos y adivinamos que algunos velados transformadores, la están usurpando, como si en realidad fuese un simple cuento, vejestoria fábula o ocurrente embuste.
¡Los que poseemos la eficaz fortuna de no estar ofuscados, vemos las cosas, a conciencia, de distinta forma y manera, para pesarlas, mantenerlas o evaluarlas, en su justa particularidad y efectiva compostura!
Deberíamos de alabar al que sepa corregir nuestros defectos. Cuando tenemos las ideas claras, la voluntad firme y la responsabilidad consciente, lo importante no es tener razones. ¡ES TENER LA RAZÓN!
PARA SALIR A FLOTE EN LOS LÍOS, HAY QUE METERSE EN ELLOS.
Hay que intercambiar ideas, aunque salgamos perdiendo. Realismo es vivir como se piensa y llamar las cosas por su nombre.
Día a día, a pesar de la colosal crisis que estamos soportando, se derrocan múltiples estatuas, imponentes monumentos, adoquinadas lápidas, olvidando por completo el alto costo que en su día, las mismas, produjeran, más los gastos indispensables que luego se tengan que añadir para la enmarañada restitución pertinente.
Para más desventura, muchos de sus nuevos términos, son ocupados por sombríos personajes  poco merecedores de ostentar tales honras.
¿Significa ello, que las futuras generaciones, no tienen derecho a saber lo acaecido en la tolerante España, a partir del año 1.936, con una triste guerra fraticida, hasta su definido final, allá por el 1.939?
¿No, combatieron valientes héroes? ¿No constaron épicos altos jefes militares y simples soldados rasos, que vertieron su sangre por una Patria, GRANDE Y LIBRE?
Entre ambos bandos, no se constituyeron tristes derrotas, ni laureados triunfos.
De una parte y de otra, sí que existieron muchas sufridas víctimas inocentes, ocultas muertes, tenebrosos calabozos, desmedidos abusos y otros malsanos desmanes.
¿Que, los que los vivimos, echemos en el chiflado saco del olvido, penalidades, condenas, reprobaciones, críticas y... hasta hambre?
¿Por qué, el incomprensible afán de intentar borrar de la faz de la tierra, unos innegables hechos, unas memorables gestas; los perdurables nombres de unos
personajes que supieron redimirnos de unos políticos males, algo más que peligrosamente, perjudiciales?

¡De seguro que, sobre este tan delicado tema, con mucha enjundia por amasar, no faltarán controvertidas opiniones y pertinaces debates que saldrán a relucir!
¡Como en el extendido juego, hoy, mañana o pasado, los legendarios nombres de muchos de estos auténticos titanes, como en la Oca, tendrán que ir demoliéndose, poco a poco, porque... ALGUNOS NUEVOS PENSADORES, ESTABLECEN QUE, ASÍ, LES TOCA!
UNA CALLE, DOLORIDA,
PROCLAMABA ESTE RECLAMO::
"HAN FUSILADO MI VIDA
Y, AHORA, EM ENCUETRO PERDIDA,
SIN SABER COMO ME LLAMO"

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