NOS QUEDA LA VOZ...
DUNIA SANCHEZ
Nos queda la voz. Sí, la voz.
Cantemos. Sí, cantemos a la tregua de las batallas perdidas en la oscuridad
contagiada de muertos. Una tregua que nos de aliento donde se recapacita en la
esperanza de la voz callada de las armas. Suena un piano peinando nuestras
huellas demacradas unas , corrosivas otras. Nos queda la voz. Sí, la voz.
Cantemos. Sí, cantemos donde las manos son ojos bailando al enlace de la
esperanza. Somos culpables. Sí, culpables de tanta barbarie, de tanto eclipse
del que anda a nuestro lado. Nos queda la voz. Sí, la voz. Cantemos. Sí,
cantemos donde la sed raja la garganta , donde los puñales acribillan los
vientres. Nos queda la voz. Sí, la voz. Cantemos. Sí, cantemos donde los
cuerpos se alzan en la verticalidad de la vida, de una respiración pausada,
lenta acorde con las notas de la alegría. Basta ya de locuras. Basta ya de
enfebrecidas ideas que no más invocan tumbas en los soles retorcidos de cada
jornada. Una cometa blanca es lucida elevación donde los cuerdos sueñan. Y
soñamos y nos queda la voz y cantamos donde la armonía es revolución de las
flores de invierno. Y un piano suena en el lenguaje del silencio.
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