LAS CHICAS MALAS DEL PP
ANÍBAL
MALVAR
Una vez descartados
mis intentos de entender en profundidad lo que supuso la Movida para la mujer,
hoy me desvela el papel que cumplen en nuestra sociedad las chicas malas del PP
y Vox como vindicadoras de lo femenino social, falangista y cultural
En los años de la
Movida, Joaquín Sabina cantaba que él quería ser una chica Almodóvar “como la
Maura y como Victoria Abril”, que mira cómo han terminado.
Las chicas Almodóvar cambiaron la percepción sobre la mujer española que tenía el latin-lover. Los varones españoles aun se reían de las gracias de Andrés Pajares y Fernando Esteso con las suecas bikineras de las playas, sin saber que Esteso/Pajares eran ellos.
Como hoy los fachas
ríen y celebran a Torrente sin percatarse de que Torrente está escrito para
mofarse precisamente de su patanería intelectual. Yo creo que Santiago Segura,
aun cuando va a lo de Pablo Motos a contar chistes repugnantes, es un pérfido y
noble entrista.
Ahora se debate
mucho sobre si la Movida y el almodovarismo supusieron verdadero avance en la
libertad de la mujer española o solo fue el celofán de colorines que hoy se van
quitando Alaska, Maura, Abril. Yo no soy muy listo y nunca lo sabré, por mucho
que lea.
También se discute
si la Movida fue, en el fondo, un movimiento de izquierdas o de derechas, un
aliento libre del progresismo o un eructo controlado desde el posfascismo. Pero
nunca antes el cine español había dejado entrar en casa a nuestra vecina
simpática, de provincias y cachonda (María Barranco) a contarnos las
tribulaciones subsecuentes a follarse un terrorista moníssimo de la Yihad. Un
pequeño paso para la historia del cine, pero un grandécart para la sexualidad
de la mujer española.
Una vez descartados
mis intentos de entender en profundidad lo que supuso la Movida para la mujer,
hoy me desvela el papel que cumplen en nuestra sociedad las chicas malas del PP
y Vox como vindicadoras de lo femenino social, falangista y cultural. Serán
machistas, pero saben feminizar, pues desde hace muchos años no hacen más que
amenazar a sus machos.
La primera en ser
citada ha de ser Isabel Díaz Ayuso. En caso contrario, la Comunidad de Madrid
retiraría todas las subvenciones a Diario Red, dádivas que en este espacio
breve no puedo cuantificar, pues se cuentan por millardos.
De la IDA
falangifeminista no se valora una declaración que rompió moldes. Fue la primera
mujer de altísimo cargo en nuestra derecha pre y democrática (que vienen a ser
lo mismo) que explicitó que gozaba y ejercía una sexualidad libre: “Si una no
se quiere encontrar con su ex pareja en Madrid, no lo va a hacer”, señaló
ofreciendo un modelo de ciudad a lo Sexo en Nueva York, y quizá olvidando la
gran cantidad de mujeres madrileñas que sí se encuentran con sus ex y acaban muertas.
Pero esos no son asuntos que preocupen a las chicas almodóvar siglo XXI y con
pinganillo, cual nuestra autónoma y autonómica presidenta.
A la derecha hembra
y macho le encantan las boutades de Isabel. Es como una Mafalda fascista, igual
de contestona pero sin atisbo de inteligencia ni empatía, no vaya a ser que
ofenda a los nuestros. Una vez le preguntaron que quién era su poeta español
favorito, y dijo que Julio Iglesias. A la presidenta de la comunidad de Madrid
no se le ocurrió responder Quevedo, nacido en la Villa y Corte. Ni Cervantes,
alcalaíno. Ni Ramón Gómez de la Serna, golondrina eterna en los árboles que el
PP madrileño está talando en Madrid (leed Cartas a las golondrinas).
Mientras Aznar,
Rajoy y Feijóo se esfuerzan en hacer parecer que han leído a Machado, y se
equivocan en todas las citas, Isabel presume de ignorancia eligiendo a Julio
Iglesias como fénix de los ingenios de nuestra poesía. No es casual. No hay
nada que más ponga a un fascista que una mujer que desprecia la cultura tanto
como él. Es la historia de España, de nuestra monarquía, de nuestra religión.
La carrera hacia el
triunfo de las chicas malas de derechas empezó sin duda con Esperanza Aguirre,
que estuvo a un policía atropellado de descabezar a Mariano Rajoy antes de que
lo hicieran Pedro Sánchez y Pablo Iglesias.
A su sombra,
emergió también la afilada figura de Cayetana Álvarez de Toledo, pero Cayetana
había leído y hasta escrito varios libros, y eso la convertía en poco fiable.
Cristina Cifuentes
no estaba mal como icono de la derecha feminista: lengua muy larga, falda muy
corta, motera, algo choni, algo burguesa, obediente aunque dura, fotogenia
sensual… Pero le pudo la tentación poligonera y se robó unas cremas en Eroski y
unos másteres en la universidad. Fatal descuido. Sobre todo si Soraya Sáinz de
Santamaría (la más buena e inteligente de las chicas malas del PP) no te podía
ni ver.
Diréis que esta
aleve columna destila machismo, y estoy totalmente de acuerdo. No me siento
capaz de describir el papel de la mujer en la derecha fuera de los parámetros
PP/Vox. Es un mundo ajeno e indescifrable.
“Prefiero fregar
escaleras antes que ser alcaldesa con los votos de EH Bildu”, dijo la ex
regidora de Iruña esta semana, Cristina Ibarrola (UPN), después de ser
desbancada con una moción de censura. Fregar escaleras. Si hubiera dicho poner
ladrillos no se hubiera montado el mismo revuelo.
Ibarrola, como
navarra y supongo que carlista, es muy tradicional, un poco del Opus e incapaz
de comprender la dimensión que le han dado Isabel Díaz Ayuso, Aguirre, Cayetana
y Cifuentes al feminismo de derechas. Esa cosa tan inaprensible como el
feminismo de la Movida, que no me cansaré de desestudiar por respeto a las
mujeres que no se parecen a ellas
No hay comentarios:
Publicar un comentario