miércoles, 16 de marzo de 2022

SUEÑO, POR José Rivero Vivas

                               

S U E Ñ O

Fragmento de

CAUTIVO 

José Rivero Vivas

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José Rivero Vivas

CAUTIVO – Obra: NC.10 (a.19)  – Novela-

Ilustración de la cubierta:

Amazona”, 1931-1932.

Óleo sobre lienzo de Ernst Ludwig Kirchner.

(ISBN: 978-84-38138-25-6) – D. L.: 279-2020

Ediciones IDEA - Islas Canarias. (Año 2020)

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José Rivero Vivas

SUEÑO

(Fragmento de Cautivo:

Cap. 2; págs. 39-44)

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Frívola disparidad de este entorno con cuanto padecen los operarios de fábrica, de almacén o tienda, sufrir análogo al hombre de gleba y ganado, sometido al diario consumo de energía, mientras el director, el gerente, el amo, nunca estará conforme con su aporte, aun centuplicado. Mas, a medida que avanza la tarde, la gente entra en éxtasis, como premio a lo insulso anterior, intervención de música envasada, presente desde la más antigua hasta esta electrónica etapa.

A la pregunta de Don Quijote: -¿Por músicos y cantores van también a galeras?”. Contestó el galeote. “…no hay peor cosa que cantar en el ansia.”

¿Cuál sería hoy su asombro al ver que, raperos y diversos trovadores, sufren condena por expresar su parecer sobre esta sociedad?

Lo paradójico de tanto desconcierto es que, para mí, las horas transcurren monótonas, bajo el ardiente deseo de parar su ritmo trepidante. No sucede el hecho, porque el deber me obliga a permanecer firme en mi puesto, aunque estoy ciertamente agotado. Necesito largo reposo, lejos de asechanza y perjurio, afincado sin alboroto en cualquier parte, donde habría de hallarme oculto a indiscretas miradas, presencias habituales y pasajeras, gente que, de alguna forma, sabe o sospecha cuáles son mis pasos, cuando me encamino al final de la playa; aun así no puedo evadirme al influjo de lo que concierne a una vida al lado de quien cree conocerme y a lo mejor ignora lo esencial de mí mismo, quedándose con el exterior del testimonio que encarno, pese a ser texto incipiente en la redacción última desarrollada, tema que me atosiga, me amuela y me cubre de espanto, cuando advierto que no es prudente caminar hacia la cima, en forzada ascensión, tratando de prevenir y aun curar la declaración simultánea, apenas referida a que las Cuatro Torres, en Santa Cruz de Tenerife, no era zona destinada a barrio de pobres, sino polígono residencial para gente acomodada, que se oculta tras sencillez ficticia para disimular su fortuna y disfrutar la utopía de vivir en monumentos inexistentes, por falso simbolismo del paso de un tiempo diluido en atmósfera de austero recuerdo y malicioso olvido.

Mister Rosenthal then remarks:

In Saint Raphael cemetery lie some illustrious son of the Town, as the independence leader Secundino Delgado.”

Maestro Gabriel, sin interrumpir su tarea, con su consabido gesto asiente, sin añadir comentario.

Ello informa, a quien desea vivir sin átomo de locura, que debe dirigirse al cine –cual sentenciaba Céline- en busca de fasto y opulencia; enjuiciará entonces, aunque los hechos se pongan cuesta arriba, que no debe claudicar en su reivindicación ni deponer su firme actitud ante el revés de su destino. La suma de estos valores, canijos y aun desvaídos, contribuirá a mantenerlo ajeno al clamor de los dioses utilizados, con maña y fuerza, en un intento de reventar diques, destruir pantanos, demoler muros de contención y paredes maestras, arrellanando vías obstruidas mediante espasmos estelares y convulsión telúrica; es, sin duda, preferible acercarse al domicilio del curandero de la esquina, sanador prodigioso de hereditaria sabiduría, y rogarle que propicie remedio eficaz para calmar el fortísimo dolor que punza el lumbago, aunque renuncie a recibir plata, puesto que en sus deplorables condiciones físicas no puede el hombre viajar ni tampoco contonearse ante el brillo cegador de un irisado cristalino, que tenuemente se apaga en su lánguido extravío.

Vuelvo, irracional, a incurrir en el mismo error de hace tiempo, cuando vine, juntas las manos, a pedir clemencia por el horrendo crimen cometido, luego de la juerga inacabada de aquel Fin de Año en tierras altas. Juntos fueron, acompañados de timple y guitarra, a cantar folías en el bar de Teresa, ubicado en pista adyacente a la carretera general, donde se bifurca la vía principal, en el punto que enlaza la Cuesta con Los Campitos; puesto que ese trayecto quedó abandonado después de vencida la colonización, allá por época desproporcionada de conquista, conforme reza en apócrifa historia. Hubo entonces disposición autonómica que establecía apertura de nueva senda, durante el invierno precedente. Fue cuando apareció en escena el individuo solitario, vagabundo impenitente de aquellos parajes; grave y cachazudo se aproximó al local, se asomó a través de la puerta entornada, llamó la atención al personal y exigió silencio sin más.

Uno de los juerguistas, eufórico y descomedido, osó interpelar:

-Oiga, zafado, ¿quién es usted para hollar la empatía en el hogar de esta familia?

-Soy el que soy -aprontó seguro el otro-, este que no quiere gresca, ruido ni altercado; estos andurriales son míos, me pertenecen extensivamente mientras estén dejados de la mano del bienestar y el progreso. Recojan, por favor, el motivo de su fiesta y tomen, sin bulla, el camino de la retreta; no soporto que nadie altere la paz de este sitio.

El grupo cesó de inmediato su jarana; pero, sintiéndose sus integrantes ofendidos ante la terminante demanda de aquel tipo, que de forma tajante les ordenaba abandonar el salón, reaccionaron con acritud, pues no estaban ellos para aguantar bromas ni ligeras ni pesadas. Puestos de común acuerdo, aun sin previa consulta, lo cogieron entre varios y lo arrojaron a través de una ventana de la cuarta planta, yendo a rebotar sobre el asfalto de la calzada, en la nueva vía abierta que sube de la autopista a Granadilla. A lo largo de ella, bien de mañana, acertó a circular un coche patrulla de la Benemérita, portando extenso cuestionario referente a un vecino de San Isidro, que pretendía internarse en el aeropuerto con miras a embarcar de polizón en un avión, presto a despegar rumbo a una isla del Caribe.

No pude averiguar, en el transcurso de la charla, si Mister Rosenthal se refería a su padre, originario de Kent, aunque le era desconocido, o si preguntaba a Maestro Gabriel por un tío suyo, ausente desde la guerra que, tratando de eludir el trasiego, aprovechó el instante de zarpar en aquel velero, más pequeño que la Carlota y el Telémaco, y se arriesgó en tremenda odisea, sin ser individuo intrépido ni hombre avezado a la mar.

*

Terminada la mañana me hallaba físicamente extenuado; como se acercaba además la hora de la comida, me quité el mandil, me lavé las manos y me dispuse a salir. Pero, no procede volverse lacio respecto de ocio y divagación, contentos con que el sueño repare nuestro deseo de ser, en absoluta permanencia de quienes realmente somos, sin pérdida de auténtica legitimidad.

“Vuestra merced mire cómo habla, señor barbero; que no todo es hacer barbas…”. Sancho enojado regañaba a Maese Nicolás, arguyendo que no se dejaba empreñar ni del mismo rey.

Sin duda desbarro cuando exteriorizo un pensamiento, y me da lástima confrontarlo. Sé asimismo que si dejara de pensar, aun cuando incurra en descomunal error, aparentaría lo que ese tronco de árbol, tirado al medio de la rambla, en espera de ser recogido y trasladado a idóneo aserradero, para ser troceado y quemado después. A renglón seguido, inducido por la aquiescencia de su habitual contertulio, Maestro Gabriel pronuncia:

-Encima, sus cenizas no serán esparcidas en el Atlántico, como las del augusto poeta grancanario, nunca resignado a guardar silencio.

Mister Rosenthal going into rapture, whispered:

 There is no excuse!”

De modo que, los restos del drago y del laurel se apartarán con el pie, para no levantar polvo en el área residencial, ni molestar tampoco al curioso que acierte a pasar por su lado, ajeno a la circunstancial quema de su tronco y de sus ramas.

-No soportaría –apuntó descompuesto Maestro Gabriel- que nada similar me aconteciera.

Míster Rosenthal somehow inhibited confess:

 I should like to master the modality of dreaming awake, on the purpose to throw to the wind the regrets which cover my soul even in glamour days of springtime.

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José Rivero Vivas

SUEÑO

(Fragmento de Cautivo:

Cap. 2; págs. 39-44)                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                             

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José Rivero Vivas

CAUTIVO – Obra : NC.10 (a.19)  – Novela-

Ilustración de la cu bierta:

Amazona”, 1931-1 932.

Óleo sobre lienzo de  Ernst Ludwig Kirchner.

(ISBN: 978-84-3813 8-25-6) – D. L.: 279-2020

Ediciones IDEA - Islas Canarias. (Año 2020)

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 Tenerife

Isla s Canarias

Marzo de 2022

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