LA PÁGINA DEPLORABLE DEL SÁHARA
CONTEXTO Y ACCION
El abandono del Sáhara Occidental por España en 1975, incumpliendo todos los compromisos y dejando a la población indefensa, fue en su momento considerada “la página más deplorable de la historia española contemporánea”. Así lo definió el coronel e historiador José Ramón Diego Aguirre, buen conocedor de ese proceso donde se perdió, o se vendió, hasta el último escrúpulo. El cambalache firmado en noviembre de 1975, con rúbricas fantasmagóricas de España, Marruecos y Mauritania, carecía de toda legitimidad y fue invalidado por los organismos y tribunales internacionales. A efectos legales, para la ONU, el Estado español sigue siendo responsable del proceso de descolonización del Sáhara Occidental. Es un dato serio y realista que parece obligado recordar cuando asistimos, de forma sorpresiva, a un episodio que cabe calificar, de nuevo, de “página deplorable de la historia española contemporánea”.
Deplorable por las
formas y por el giro. El Gobierno español, en concreto, la presidencia, ha
decidido un cambio de rumbo en la cuestión del Sáhara Occidental, y todo el
resto de fuerzas políticas, incluida la otra “alma” de la coalición, la
ciudadanía y los medios de opinión pública tiene conocimiento de este giro
copernicano por una carta del presidente Sánchez que difunde la Casa Real...
marroquí. Y el ministerio de Asuntos Exteriores… marroquí. Más que un error, parece una partida de
ajedrez que Mohamed VI resuelve sin pestañear, sin jugarse nada, con un simple
salto de caballo.
Esto, la forma en
que se ha dado a conocer tal giro, no parece serio ni realista. Por desgracia,
no queda otro remedio que darlo por creíble.
Vayamos al rumbo.
En esa carta que cambia la política exterior española, no solo en las
coordenadas del Magreb, el presidente del Gobierno concede que el plan de
Mohamed VI, una autonomía dentro de la soberanía marroquí, es “la base más
seria, realista y creíble” para la solución del conflicto del Sáhara. Lo de
“seria y realista” es opinable, propia de un mensaje diplomático en el que hay
que lidiar con un jefe vecino autócrata y astuto, aunque signifique, en la
práctica, la intención de desandar un camino de paz, de acuerdo al derecho
internacional, en el que llevan trabajando décadas los organismos
internacionales, curtidos diplomáticos y los más competentes juristas. No se
olvide que hay un acuerdo pactado para celebrar un referéndum de libre
autodeterminación. Incluso se elaboró un censo y se fijó una fecha, que
Marruecos fue atrasando hasta que sacó un plan de distracción de la chistera.
Y ese es el gran
problema. La tercera palabra. La “base
más seria, realista y creíble” no es creíble.
Mientras la mayoría de saharauis, casi 200.000, sufren el éxodo en la
hammada de Tinduf, un pedregal en el desierto, quienes viven en territorio
ocupado no tienen ni derecho a organizar una asociación que defienda su cultura
o un medio que pueda informar de las personas presas o represaliadas en el
reino del autócrata. Los saharauis no tienen ni tierra ni libertad. Esto sí es
lo más serio, realista y creíble.
España ostenta,
según Naciones Unidas, la soberanía del territorio. Lo que implica una carga
ética. Con el acuerdo con Marruecos, el Gobierno pretende aportar energía a
Europa y cierto control de la inmigración en plena guerra en Ucrania. En una
democracia, hay que tener sumo cuidado con los pasos deplorables. Pueden romper
la confianza básica.
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