LAS PROMESAS NUNCA CUMPLIDAS AL PUEBLO SAHARAUI
MIGUEL URBÁN
Imagen de archivo de dos hombres sujetando la bandera
del Frente Polisario en el Sáhara. AFP
"Sentimos vergüenza de que el Gobierno de España no solo haya hecho una mala colonización, sino una peor descolonización, entregando el territorio en manos de gobiernos reaccionarios como los de Marruecos y Mauritania. Sabemos que vuestra experiencia es la de haber recibido muchas promesas nunca cumplidas. No prometeros algo, sino comprometerme con la historia. Nuestro partido estará con vosotros hasta la victoria final". Estas eran las palabras de un joven Felipe González, pronunciadas desde los mismos campamentos de refugiados saharauis en Tinduf. Toda una declaración de intenciones que según llego el PSOE al gobierno serían una vez más "promesas nunca cumplidas". Y el "gobierno reaccionario de Marruecos" se convertirá desde entonces en un sólido aliado de los diferentes gobiernos socialistas.
"España
cumplirá sus compromisos y deseamos proteger los legítimos derechos de la
población civil saharaui[1]". Estas palabras las pronunció desde El Aaiún
Juan Carlos de Borbón, como jefe del Estado en funciones, pocos días antes de
que la marcha verde ocupara el territorio del Sáhara. Los compromisos españoles
no eran otros que culminar el proceso de descolonización del Sáhara Occidental
como exigía la ONU y el gobierno franquista se había comprometido a realizar. Quince
días después del viaje de Juan Carlos a El Aaiún se celebró el llamado Acuerdo
Tripartito de Madrid, el nombre simplificado de la Declaración de principios
entre España, Marruecos y Mauritania sobre el Sahara Occidental, que serviría
para justificar la entrega del territorio a Marruecos y Mauritania e
intentar liberar a España de sus
responsabilidades como potencia colonizadora. La ocupación marroquí del
territorio saharaui supone uno de los episodios más oscuros de la política
exterior española sin la que no podemos comprender la Transición y la
restauración borbónica. Una más de las promesas nunca cumplidas de las que el
pueblo saharaui tiene una dolorosa y dilatada experiencia.
A pesar de los
intentos de dar un barniz jurídico a la ocupación marroquí del Sáhara, la ONU
nunca ha reconocido la validez de los acuerdos tripartitos de Madrid que se
consideran ilegales. Lo que significa que, a todos los efectos, España sigue
siendo hoy la potencia colonizadora y, por lo tanto, el Sáhara sigue siendo un
territorio pendiente de descolonizar. Esto transfiere al Gobierno español una
responsabilidad que ha sido sistemáticamente obviada en los últimos 46 últimos
años, en los cuales se ha situado siempre del lado de la ocupación marroquí al
defender públicamente una supuesta equidistancia entre las partes en conflicto.
Pero en los hechos siempre decantándose por el ocupante y beneficiándose
económicamente del expolio de los recursos de territorio ocupado.
Las promesas nunca
cumplidas del gobierno español hacia el pueblo saharaui no solo han supuesto
una violación flagrante de la legalidad internacional, sino también una guerra,
miles de muertos, el desplazamiento forzoso de cientos de miles de personas y
el dolor de un pueblo que sigue preso de una promesa de descolonización y de
una ocupación criminal de su territorio. Una guerra que se interrumpió en 1991
gracias a un plan de paz supervisado por la Misión de Naciones Unidas para el
Referéndum en el Sáhara Occidental (MINURSO). Que, como su propio nombre indica,
tenia como misión la realización de un referéndum de autodeterminación para el
Sáhara ocupado, más de treinta años después sigue sin llegar ante el silencio y
la pasividad internacional en una nueva y vergonzante promesa nunca cumplida.
La última de estas
promesas nunca cumplidas ha llegado en forma de carta esta misma semana. El
presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha enviado una carta al rey Mohamed VI
en la que asegura que la propuesta de un régimen de autonomía para el Sáhara
que Marruecos hizo en 2007 es la propuesta "más seria, realista y
creíble" para la resolución del conflicto. La posición la ha confirmado en
una rueda de prensa el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, que
ha usado esas mismas palabras respecto al plan de autonomía de Marruecos. De
esta forma, el Gobierno español modifica su tradicional equidistancia publica
de defensa de "una solución política, justa, duradera y mutuamente
acordada en el marco de Naciones Unidas" para apoyar la propuesta de la
autocracia marroquí para perpetuar la ocupación del Sáhara Occidental y que
lleva tiempo apadrinada por el expresidente socialista Rodríguez Zapatero.
Esta nueva puñalada
al pueblo saharaui se da en el contexto de la ruptura unilateral del alto al
fuego por parte del gobierno marroquí en noviembre del 2021 en el paso del
Gergerat; las tensiones regionales entre la monarquía alauita y Argelia con
tambores de guerra resonando; las necesidades europeas del gas argelino ante la
invasión de Ucrania; y el constante chantaje migratorio que tuvo su máxima
expresión en mayo del año pasado cuando Marruecos dejó su tradicional papel de
guardia de fronteras y miles de personas accedieron de forma irregular a Ceuta.
En este contexto, el posicionamiento del Gobierno español no solo es una nueva
traición al pueblo saharaui tomando partido por la autocracia marroquí, sino
que además supone una decisión que desestabiliza aun más la región con
consecuencias desconocidas.
La llegada del
gobierno de coalición de PSOE y UP hace dos años no solo rompió la tónica
monocolor del bipartidismo reinante durante cuatro décadas, sino que levantó
también esperanzas de cambio en la política exterior española y, en concreto,
en la asunción definitiva de una responsabilidad histórica con el pueblo
saharaui que ni hoy ni nunca debería ser negociable. Sin embargo, por el
momento la entrada de Unidas Podemos en el Consejo de Ministros no ha
modificado un ápice la posición española cómplice con la ocupación marroquí;
mas bien todo lo contrario. La asunción por parte del Gobierno de la propuesta
de autonomía para el Sáhara no solo supone un espaldarazo a la autocracia
alauita en su ocupación ilegal del territorio sino también el abandono de
cualquier esperanza de un cambio desde el Consejo de Ministros. Estamos una vez
mas ante una nueva promesa nunca cumplida.
[1] Barbulo, Tomas:
"La historia prohibida del Sáhara Español." Península 2017 pp 289
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