PEDRO, EL RUIDO Y LA FURIA
JORGE BEZARES
Pedro Sánchez en una
comparecencia en Moncloa.
- E. Parra. POOL /
Europa Press
El alza de los precios, con los combustibles y la electricidad batiendo récords un día sí y otro también, ha instalado en España un malestar social que no se recordaba desde la Transición democrática, cuando el paro estaba por las nubes, ETA mataba sin descanso y la inflación estaba desbocada.
La oposición política está aprovechando la coyuntura para intentar una vez más adelantar las elecciones. Con el presidente de la Plataforma Nacional del Transporte, Manuel Hernández, como punta de lanza, PP y Vox echan gasolina al fuego del malestar. El nuevo líder de los populares, Alberto Núñez Feijóo, enseñó la patita acusando al Gobierno de dejadez e indolencia, y el máximo responsable de la extrema derecha, Santiago Abascal, está a pique de un repique de aparecer en un piquete o en un coro rociero junto a su conmilitón de las patillas.
La segunda parte
contratante del Gobierno, Unidas Podemos e Izquierda Unida, parece estar
instalada en la bancada del descontento de los socios de investidura de Pedro
Sánchez, ERC, el PNV, Compromís, etc.
En este caso, el
detonante ha sido el restablecimiento de relaciones diplomáticas con Marruecos,
aunque cualquier ocurrencia rayana en el disparate hubiera servido para
encender la mecha.
Un logro, por
cierto, que tiene mucho que ver con el sentido común, una decisión de
‘realpolitik’. Tiene toda la razón Zapatero cuando defiende este término
acuñado por Bismarck como la única política posible. Lo demás, paparruchas.
Eso sí, la faena
diplomática se ha producido a costa de sacrificar el tradicional apoyo a las
infructuosas resoluciones de la ONU en favor de una propuesta no descabellada
de autonomía para el Sáhara Occidental formulada por Marruecos.
Un giro doloroso en
lo sentimental (los corazones de los españoles están más cerca de los saharauis
que de los marroquíes), pero inevitable ante un vecino incómodo, con Ceuta y
Melilla y la inmigración como armas arrojadizas en manos de un régimen
dudosamente democrático, oligarca para más señas.
En medio de este
ruido apenas si recordamos el romper de las seis olas de la Covid-19 o el
rugido del volcán de La Palma. La guerra de destrucción y odio que ha llevado
Rusia -otra oligarquía- a Ucrania nos estalla aún todos los días, con las
bombas pisándonos los talones y los refugiados removiendo nuestras conciencias,
y forma parte de un presente triste y feo que nos está tocando vivir
Entre bromas y
veras, a la presente legislatura solo le falta una invasión alienígena con
guión de Steven Spielberg.
Y ahí, de pie, sin
parar ni un solo momento, saeteado por una abrumadora mayoría de medios en
manos de las derechas, condicionado por el fuego amigo, sigue el presidente del
Gobierno, Pedro Sánchez.
Rema a contramano
de una España que ha decido no escucharse a sí misma, que ha interrumpido el
diálogo, y que, en las redes sociales, se insulta, se escupe y se odia. Es el
ruido previo a la furia que, en el pasado, nos trajo una guerra civil y que
amenaza nuestra convivencia como una maldición bíblica.
El pasado viernes,
Pedro Sánchez logró que la UE permitiera a España limitar el precio del gas y
desacoplarlo de la electricidad en un mes. Una medida que beneficiará también a
Portugal.
Esta debe servir
para poner pie en pared a los disparatados precios de la electricidad y de los
combustibles que han instalado en la ruina incluso a las clases medias.
De la misma manera
que se ha fajado en Bruselas, salió al paso de la Covid-19, cuando las derechas
le gritaban desde los balcones rojigualdas ¡asesino, asesino! Y no dudó en
acudir en ayuda de La Palma y los palmeros cuando los ríos de lava devoraban
casas, carreteras y cultivos.
Y puso sobre la
mesa un plan contra la sequía cuando esta venía de camino (las últimas lluvias
están aliviando la escasez de reservas de agua en los pantanos).
A mitad de la
legislatura, el Gobierno de Pedro Sánchez encauzó el problema catalán, aprobó
los Presupuestos, sacó adelante la reforma laboral, cumplió con las leyes de la
eutanasia y de justicia universal, revalorizó las pensiones, renovó el
Constitucional, actuó legislativamente contra el cambio climático y cumplió
reformando la educación. De los grandes retos, apenas le quedan pendientes la
nueva fiscalidad, la eliminación de los aforamientos y la renovación del
Consejo General del Poder Judicial.
El paro registrado,
caballo de batalla de todos los gobiernos, se situó el mes pasado en 3.111.684
personas. Respecto a febrero de 2021, descendió en 897.105 personas (-22,38%).
Es la mayor bajada interanual de la serie histórica.
En definitiva, el
desempleo cayó por debajo de los niveles previos a la pandemia y se situó en
tasas de ‘boom inmobiliario’.
Con estos datos,
estoy convencido de que Pedro Sánchez cosechará un nuevo éxito si Spielberg
decide traernos una invasión alienígena chunga, con las derechas como parte de
las fuerzas invasoras, claro.
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