FRANCISCO MARTÍNEZ Y SU LEALTAD
A 104.000 EUROS AL AÑO
DAVID BOLLERO
Francisco Martínez, en
su etapa como secretario de Estado
de Interior con el
ministro Fernández Díaz. EFE
"Mi grandísimo error fue serle leal a miserables como Jorge, Rajoy o Cospedal". Se equivoca Francisco Martínez: su error fue ser tan miserable como los arriba citados... y por eso les fue leal. El que fuera número dos del ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, marca la diferencia entre dar pena y ser penoso. Mientras el trata de hacer lo primero, apareciendo como el cabeza de turco de la trama Kitchen, lo cierto es que es penoso, en el sentido de ser absolutamente lamentable.
No se trata aquí de
ser leal o desleal a unos superiores que se encontraban al frente del partido
ya condenado (PP), sino de ser honesto y, en todo caso, leal a la Constitución
y a la ciudadanía a la que se presta servicio. No es el caso de Martínez, que
bien sabrá por qué optó por ejecutar órdenes, según indica él, de altos mandos
del Gobierno y de la cúpula del PP. Vistas algunas de sus declaraciones podemos
imaginar que los 104.000 euros de sueldo que se embolsaba como secretario de
Estado de Seguridad y las promesas de figurar en posteriores listas electorales
que le procuraran bienestar vitalicio tenían mucho que ver.
Es a eso, en
realidad a lo que parece que fue más leal. Ni siquiera a "miserables como
Jorge, Rajoy o Cospedal", sino a un estatus de vida muy por encima de lo
que dicta la decencia. Los dirigentes del Gobierno y el PP eran tan instrumentos
como él. Yerra por tanto, también, a la hora presentarse ante quienes fueron
compañeros de mesa y mantel como un servidor fiel a los intereses del partido.
Iba a lo que iba, como seguramente es escuchar en más de una conversación que
generará el tema.
En cuanto al PP y
en espera de que sean los tribunales quienes determinen qué sucedió realmente,
no es descabellado pensar qué había detrás del grito de alarma de Génova cuando
Pablo Iglesias pasó a formar parte de la comisión que controla el Centro
Nacional de Inteligencia (CNI). Sencillamente, el PP sabe lo que se puede hacer
desde allí porque, presuntamente, lo hizo tanto ahí como desde Interior. En
lugar de pensar que el deseo de sumarse a esa mesa era, precisamente, para
detectar, parar y denunciar cualquier maniobra despreciable, parece creer el PP
que todos son de su condición.
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