CELIA VILLALOBOS Y EL
SOCIALDEMÓCRATA FRANCO
ANÍBAL MALVAR
Ahora que los grandes medios ya han normalizado entre el populerío ignorante que Vox es un agente nada incómodo en el panorama político español --beneficio que nunca se ha otorgado a Podemos--, toca lavar y planchar el recuerdo de Francisco Franco. Abre hoy El Mundo su suplemento LOC con una entrevista a la ex europarlamentaria, ex alcaldesa, ex ministra y ex diputada Celia Villalobos, una de las mentes más brillantes emergidas del Partido Popular en las últimas décadas y hoy relegada al injusto olvido. Aun se me excitan las papilas gustativas cuando la recuerdo, siendo ministra de Sanidad en el ejecutivo de José María Aznar, combatir la crisis de las vacas locas cambiando el hueso de vacuno por el de cerdo para hacer calditos: "Las amas de casa no tienen que hacer un caldo con huesos de vaca, que además ya no se venden, y si los tienen en la nevera, que los tiren. Se puede hacer el caldo con huesos de cerdo". Chúpate esa, Salvador Illa, hombre de poca fe, escasa cultura doméstica y menos imaginación.
El caso es que
Villalobos le ha dicho a la periodista Marina Pina en el mundanal diario que
"Franco hizo un país socialdemócrata". A continuación, como tantos franquistas
repiten tras alabar al dictador, la malagueña salerosa --besar tus labios
quisiera-- se declara antifranquista. Y, por si fuera poco, al ratito sí
encuentra posos de totalitarismo marcial en nuestra ejemplar España. ¿Os podéis
imaginar dónde, listillos? Pues sí: "En el señor Pedro Sánchez o el señor
Pablo Iglesias". Lo que hace el Gobierno "es fascismo, es
antidemocrático y recuerda a tiempos pasados". Lo que el caldito porcino
no te da, Salamanca tampoco te lo presta.
Ahora que la
alianza gubernamental social-comunista y judeomasónica, en plena pertinaz
sequía, acaba de aprobar una ley que convertirá en obligatorio el estudio del
franquismo en nuestras aulas, sospecho que vamos a asistir a una feraz campaña
mediática de limpia, brilla y da esplendor a la cruzada asesina de Francisco
Franco. Por primera vez en mi miserable y apasionante existencia, me alegra que
la mayoría de nuestros jóvenes no lean un puto periódico.
Estudiar el
franquismo en la España democrática ha sido tabú durante los últimos 45 años.
De esta manera, la bondad o maldad del franquismo era una cosa opinable,
incluso entre nuestros más laureados universitarios, pues se ponían en la misma
balanza los estudios rigurosos de Paul Preston o Ian Gibson y las sandeces
paleocerebrales de personajes como Celia Villalobos o Jaime Mayor Oreja
("¿Por qué voy a tener que condenar yo el franquismo si hubo muchas
familias que lo vivieron con naturalidad y normalidad? Era una situación de
extraordinaria placidez"). La extraordinaria placidez de los 120.000
hombres, mujeres y niños asesinados de las cunetas, supongo que quería decir.
Nos va a hacer
mucha gracia observar como los miles de colegios regentados por curitas
fascistas, pederastas, ignaros, machistas y ladrones inmatriculadores que
pueblan nuestra España acatan la antedicha Ley de Memoria Democrática en sus
aulas. Pero no solo los curitas me aterran.
Hace menos de una
década, en 2011, apareció un Diccionario Biográfico Español coordinado por
nuestra Real Academia de la Historia en el que se decía que Franco "montó
un régimen autoritario, pero no totalitario, ya que las fuerzas políticas que
le apoyaban quedaron unificadas en un Movimiento y sometidas al Estado".
Ítem más: "Francisco Franco pronto se hizo famoso por el frío valor que
sobre el campo desplegaba". Ítem más: "Una guerra larga de tres años
le permitió derrotar a un enemigo que en principio contaba con fuerzas superiores.
Para ello, faltando posibles mercados, y contando con la hostilidad de Francia
y de Rusia, hubo de establecer estrechos compromisos con Italia y
Alemania". De Italia y Alemania no se aclara que estaban bajo las botas de
Benito Mussolini y Adolf Hitler, no fuera a ser que se hiriera la sensibilidad
de algún delicado nazi. Esto es todo, amigos. Hasta que su dios y nuestra
Historia nos separen.
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