¿UN GOLPE DE ESTADO SILENCIOSO EN ESPAÑA?
POR ANTONIO FUERTES ESTEBAN
En 2009 el execonomista jefe del FMI Samuel Johson, describía en un artículo la crisis financiera de Wall Street como el fatal desenlace de un “golpe de Estado silencioso”. Durante años y bajo el lema “Lo que es bueno para Wall Street es bueno para el país” la élite financiera marcó el rumbo de la economía ante las manos caídas o complicidad de los gobiernos, convirtiendo finalmente la principal economía del mundo en una “república bananera” que acabó implosionando con la crisis de 2008.
En España podríamos igualmente hablar de un golpe de estado del capital financiero desde los años 90 hasta el presente, lento y revestido de “motivaciones doradas” por nuestros diversos gobiernos. La entrega a la banca privada de una nada despreciable banca pública en los 90 y posteriormente el operativo desplegado para malvender o regalar las cajas nacionalizadas a las finanzas privadas, constituyen una parte sustancial de la toma silenciosa del poder económico-financiero en España por las corporaciones bancarias. Del mismo modo que en los USA, lo que era bueno para los accionistas de BBV, BSCH, Banco Sabadell, o CaixaBank, era bueno para España. Supongo que las decisiones políticas que “bendijeron” las operaciones se tomaron al albur de dos tipos de estímulos, unos positivos: la participación en consejos de administración, vía puertas giratorias, la financiación de los partidos o la exención del pago intereses en los créditos formaban parte de la trastienda de las operaciones. Otros negativos ante chantajes o amenazas de externalizaciones de servicios, entidades o capital.
Las fusiones y
absorciones forman parte del código genético del capitalismo, las empresas que
no crecen acaban desapareciendo o no contando en el reparto del mercado.
Consecuencia de ello es la formación de oligopolios que acumulan poder dentro
de sus sectores, en este caso el financiero. Tres décadas han supuesto el
proceso de acumulación de un oligopolio que ya ostenta uno de los índices de
concentración bancaria más altos de Europa, seis veces el de Alemania, con el
coste que ello lleva para la competencia y para los consumidores. Después de la
fusión (absorción en la práctica) Bankia-CaixaBank, el oligopolio adquirirá
proporciones de dominio total sobre el sistema financiero y acabará con el
sueño de una banca pública como única forma de disponer de una parte del sector
financiero democratizada al servicio de los ciudadanos y capaz de desplegar
líneas de crédito que no asume la banca privada. Una Banca pública al servicio
de una economía social y ecológica, que combata los excesos de la banca privada
movida por el beneficio, mediante el crédito, o bien a muy corto plazo mediante
la especulación, la domiciliación de filiales en refugios fiscales, la
comercialización de productos estafa y activos tóxicos, el empleo de comisiones
abusivas, la reducción de plantillas, el cierre de oficinas y la exclusión
financiera.
La codicia sin
límites de la banca privada no podía tolerar en los años 90 un sector público
que en algún momento equiparó su capacidad crediticia, ni más tarde la
competencia de las cajas en cuanto a depósitos y crédito. La presión o el
cabildeo con los sucesivos gobiernos está a punto de conseguir gran parte de
sus objetivos con esta “fusión”, con la privatización casi total del sector
financiero condicionarán sustancialmente las decisiones en política económica.
Se habrá cerrado en España el “golpe de estado silencioso” y afianzado una
dictadura corporativo-financiera en el seno de una “monarquía bananera”
Pedro Sánchez –
siendo que a los ministros de UP se les ha mantenido ajenos a las negociaciones
– ha manifestado que se pretende que la fusión se realice de tal forma que se
maximicen los activos del Estado en beneficio de la ciudadanía. Lo que no ha
explicado es que la fusión entierra definitivamente un proyecto de banca
pública en España y que el Estado pasa, de tener el control de una banca
nacionalizada con el 61% de acciones, a ser accionista minoritario en una
entidad privada. Olvida asimismo hablar de qué parte de los 24.600 millones de
euros del rescate de Bankia, de los que hasta el momento solo se han devuelto
3000, va a recuperar o no la ciudadanía.
Se ha mantenido a
la ciudadanía deseducada y ajena a los problemas económicos que le afectan, sin
saber analizar sus causas. Es hora de despertar.
Antonio Fuertes
Esteban, Grup de Reflexió, Anàlisis i Crítica Política (GRACP)
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