BANKIA: SILENCIOS QUE MATAN
La operación con La Caixa solo tiene sentido político: se
produce cuando las acciones de la antigua caja tienen un tercio de su valor,
sin un plan de negocio destinado a crecer, con gran número de duplicidades y en
contra de la competencia
JUAN RUIZ
En los programas electorales hay silencios que matan. En esta ocasión le ha tocado a la banca pública, pero si revisamos los cambios en los programas electorales del PSOE de 2016 a 2019 encontramos otros silencios. Silencios que dan a entender un viraje desde posturas socialistas hacia posturas más conservadoras. La Sareb, que iba a utilizarse para crear un parque de vivienda social de alquiler, ha desaparecido sin dejar rastro. Lo mismo ha pasado con la publicación del listado de defraudadores acogidos a la amnistía fiscal, o la autofinanciación de las confesiones religiosas. Al listado de silencios se añaden mutaciones, como en el caso de la reforma laboral. Respecto a Bankia encontramos que, según el PSOE de 2016, no se iba a malvender y su privatización se llevaría a cabo en el momento que permitiera recuperar todo o la mayor parte del valor invertido por el Estado.
Hay que ser muy experto para que,
a la larga, este tipo de malabares no terminen por pasar factura electoral. El
problema de la operación CaixaBank-Bankia es que no sirve para arreglar ninguno
de los problemas económicos de España y, además, genera nuevos.
La nueva entidad no se expande en
nuevos territorios, sino que sus operaciones se concentran en un territorio donde
ambas están extensamente implantadas
1. Se realiza la operación cuando
las acciones han perdido gran parte de su valor. A pesar del reciente aluvión
de noticias sobre la fuerte subida de las acciones de Bankia (30% desde que se
dio a conocer la fusión), lo cierto es que cuando el PSOE escribía en su
programa de 2016 que no se iba a malvender valían tres veces más de lo que
valen hoy.
2. Lo anterior lleva a que no sea
la mejor operación, ni para recuperar el dinero del rescate, ni para
fusionarse, ya que Bankia queda demasiado diluida en la fusión.
3. La operación tampoco tiene
sentido a nivel de la industria bancaria. Se producen duplicidades y la nueva
entidad no se expande en nuevos territorios, sino que sus operaciones se
concentran en un territorio donde ambas están extensamente implantadas, no en
vano el 23% de sus oficinas comparten código postal.
4. Por lo que la operación es una
operación política, a pesar de que se intentará disfrazar con varios informes
técnicos, como en su momento se hizo cuando se fusionaron las cajas de ahorros.
Por el momento, no se ha presentado públicamente ningún plan de negocio y sería
difícilmente creíble un plan expansivo.
5. A la vista de que no es el
momento de ampliar el negocio vía préstamos, la única vía que parece clara es
la disminución de costes. Lo que, unido a las fuertes duplicidades, va a
repercutir en la plantilla en forma de despidos y prejubilaciones en un
contexto de fuertes tensiones en el mercado laboral.
6. Al margen de lo anterior, es
cierto que la digitalización ha revolucionado el negocio bancario y las
sucursales corren el riesgo de convertirse en los nuevos videoclubs. El negocio
bancario está experimentando profundos cambios, pero esto no es un problema que
se resuelva con grandes fusiones. La digitalización es una herramienta
excelente para un modelo más atomizado que fomente la competencia. Obviamente
esto es contrario a los intereses del oligopolio.
7. Se renuncia a la posibilidad
de tener un banco público en un contexto donde la política económica ha de ser
de reconstrucción. El banco público podría servir para muchos de los retos que
están por venir. Como ejemplo, el modelo alemán donde, en 1948, en plena
reconstrucción tras la II Guerra Mundial, se fundó el KfW, que actualmente cuenta
con un patrimonio neto de 28.000 millones de euros y presenta mejores niveles
de rating que los dos mayores bancos privados de Alemania (Deutsche Bank y
Commerzbank).
8. La operación fomenta el modelo
too big to fail y la concentración de un sector que cuenta con más herramientas
que nunca para estar atomizado. En este sentido, clama al cielo que los
partidos que se dicen liberales no denuncien esta operación por ir en contra de
sus principios.
Se renuncia a la posibilidad de
un banco público que podría servir para muchos de los retos que están por venir
en un contexto en el que la política económica ha de ser de reconstrucción
9. Tenemos una historia reciente
muy negativa de lo que han sido grandes fusiones cuando se han hecho sobre un
territorio común sin ninguna perspectiva de aumentar el volumen de negocio de
lo que sumaban las dos entidades por separado. Se genera una entidad privada
donde se duplican los Consejos de Administración, se produce un agresivo ajuste
de plantilla y la nueva entidad tiene escaso valor añadido respecto a las dos
entidades iniciales.
10. Finalmente, las formas han
sido negativas para la confianza dentro del propio Gobierno.
Todos recordamos el informe de la
crisis aprobado por el Congreso, donde se concluía con firmeza que el Banco de
España no hizo frente a sus obligaciones para actuar durante la pasada burbuja.
En esta ocasión, se elige la Caixa porque es la única entidad con la que
cuadran los números para que la parte pública pueda ser controlada por el
sector privado sin que suponga un problema.
En un momento en que las acciones tienen un tercio de su valor, sin un
plan de negocio que vaya en el sentido del crecimiento, con gran número de
duplicidades y en contra de la competencia. Una operación que solo tiene sentido
político. Esperamos que no se repita el error que dio origen a Bankia y que ha
costado más de 20.000 millones de dinero público. En aquel momento el BdE lo
resolvió con una nota que decía:
“La Comisión Ejecutiva del Banco
de España ha aprobado hoy el plan de integración […] presentado por Caja
Madrid, Bancaja, Caixa Laietana, Caja Insular de Canarias, Caja de Ávila, Caja
de Segovia y Caja Rioja. A juicio del Banco de España, este proyecto cumple los
criterios de solidez y racionalidad económica que se han de exigir a este tipo
de operaciones”.
Ya que la operación se encuadra
dentro del calculado silencio electoral del PSOE, tal vez fuera bueno dar voz a
las plantillas de las dos entidades para que se pronuncien sobre si están de
acuerdo y si ven viable el acuerdo.
––––––––
Juan Ruiz es doctor en Economía
por la UCM.
No hay comentarios:
Publicar un comentario