NI TRUMP, NI BORIS, NI BOLSONARO
SE HABRÍAN ATREVIDO
Díaz
Ayuso, presidenta aznarista de la Comunidad de Madrid, es la primera política
de la nueva derecha –con la excepción tal vez del recién proclamado dictador
húngaro Viktor Orbán– que ha osado culpar explícitamente a los inmigrantes por
la pandemia
ANDY ROBINSON
El descontrolado repunte del virus en la capital española –bajo la óptica de Ayuso– no es la consecuencia de un número insuficiente de rastreadores y tests –resultado de la privatización del servicio–, ni de una apertura temeraria de la hostelería en Madrid, sino el resultado del “modo de vivir de nuestra inmigración”.
Ni Eduardo
Bolsonaro, el más fascista de los Bolsonaro, se atrevería a decir que el
crecimiento del virus en Brasil es el resultado del “modo de vida de nossos
pretos e índios”
Hasta el gurú de la
alt right Steve Bannon habría levantado las cejas al ver este comentario de la
presidenta madrileña. Los bannonistas utilizan el llamado dog whistle (silbato
de perro tan agudo que solo sus seguidores más rabiosos pueden oír) para
plantear que la pandemia hace aun más necesario el muro fronterizo con México y
que los centros de detención de refugiados pueden ser incubadoras del virus.
Pero ni Trump se ha atrevido a tuitear algo así como: “Covid spreads REAL FAST
because of Mexican way of life!”. Por supuesto, se esconde una xenofobia
racista detrás de la decisión de Trump de calificar al covid como el “china
virus”. Pero Trump se quitaría la gorra de béisbol ante la osadía de Ayuso.
Así mismo
Bolsonaro, el presidente de ultraderecha de Brasil, ha ninguneado a quienes se
preocupan por le impacto de la covid sobre las comunidades indígenas en la
Amazonia y la actitud “laissez faire” de este ante la pandemia ha causado más
muertos de afrobrasileños en las favelas que blancos en Leblon. Pero ni Eduardo
Bolsonaro, el más loco y fascistoide de los hijos, se atrevería a decir que el
crecimiento exponencial del virus en Brasil fue el resultado del “modo de vida
de nossos pretos e índios”.
Boris Johnson ha
calificado a negros como coons y picannines y nadie se olvida de aquello de la
“sonrisa de sandía”. Pero ni tan siquiera Boris habría considerado
políticamente posible decir que los contagios exponenciales en Inglaterra son
el resultado de “our immigrants' way of life” cuando todo el mundo sabe que son
el resultado de la desastrosa gestión de
la pandemia tras el desmantelamiento y
venta paulatina del NHS, que ha servido de modelo para el PP madrileño.
(Existen muchas
similitudes entre Madrid y Londres. En el Reino Unido la multinacional
británica Serco, con la ayuda del Tony Prestedge del Banco Santander, ha
gestionado la chapuza de los rastreos del coronavirus. En el que también han
participado los sospechosos habituales de la economía del outsourcing :
Accenture, Deloitte y McKinsey. Mientras que en Madrid fue Centene Corporation,
con sede en Saint Louis (Missouri), con la ayuda del Banco Sabadell, dotada de
filiales británicas, el responsable del desastre.)
Narendra Modi, tal
y como explicó Arundhati Roy, ha reconstruido el sistema racista de castas en
la India que ha forzado a millones de migrantes hambrientos en las grandes
ciudades a “volver a sus pueblos en el campo para morir”. Pero ni Modi habría llegado a culpar a los intocables
por elegir un “modo de vivir” que propague la pandemia.
Más que un desliz,
parece ser una táctica xenófoba sacada de la escuela alt right de transmitir
mensajes en clave a la base
Solo Orbán ha sido
capaz de llegar hasta donde ha llegado Ayuso. “Nuestra experiencia es que la
enfermedad llegó principalmente con los extranjeros y que se extiende entre
extranjeros”, dijo el húngaro en marzo. Pero eso fue al inicio, cuando se podía
decir cualquier cosa. Incluso Orbán quedaría impresionado ante la osadía de una
presidenta madrileña que echa la culpa a los inmigrantes después de haber visto
que ciudades con mucha más migración –Londres o Nueva York, por ejemplo– han
controlado mejor la propagación de la covid que Madrid.
Muchos dicen que el imperdonable comentario de
la presidenta fue una simple metedura de patada como las que suele
cometer. Y efectivamente, cuesta
imaginar que un político madrileño pudiera decir eso conscientemente unas
semanas después de que España fuese condenado por la Naciones Unidas por las
lamentables condiciones en las que viven los inmigrantes temporeros en las
huertas agroindustriales de Catalunya y Andalucía.
Pero la referencia
a “nuestra inmigración” difícilmente es un lapsus. La frase “modo de vivir”
–que implica una elección, una preferencia por vivir así– no sería la indicada
si Ayuso quisiera referirse a las condiciones en las que los inmigrantes, al
igual que todos los madrileños con bajos ingresos, se ven forzados a vivir.
Invita preguntar: Y ¿por qué no han aprendido el mismo modo de vivir que los
españoles? Más que un desliz, parece ser una táctica sacada de la escuela alt
right de transmitir mensajes en clave a la base. Igual que el uso de la palabra ‘panchito’ en
un tuit de Ayuso que aparentemente fue una critica a dos jóvenes racistas
madrileñas.
Por supuesto, hay
una larga tradición de racismo vil en tiempos de pandemia. Desde los pogromos
contra catalanes en Sicilia y judíos en Europa central durante la plaga
bubónica en el siglo XIV, hasta los ataques contra comunidades chinas durante
los brotes de cólera en EE.UU. a principios del siglo XX. Más recientemente, en
las elecciones del 2014 en EE.UU., las alertas sobre el ébola –repetidas en los
spots de decenas de candidatos republicanos en la campaña– fueron usadas por la
derecha pretrumpista para exigir el cierre de la frontera.
En 2009, pude vivir
una experiencia del racismo de la pandemia en la frontera entre EE.UU. y México
durante el brote de gripe porcina, otro momento de pánico xenófobo desatado por
un virus de supuestos orígenes mexicanos. Las personas que cruzaban el puente
sobre el Rio Bravo desde Ciudad Juárez se quitaban las mascarillas al llegar a
El Paso, en Texas, como si hubieran cruzado un cordón sanitario. Pero eso, al
menos, fue un racismo inconsciente. Creo que ni los texanos con sombreros John
Wayne y pegatinas del Tea Party en sus 4x4 habrían dicho durante aquel momento que
los inmigrantes hispanos propagaban el virus de la peste porcina solo porque no
compartían la “american way of life”.
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