THEATRUM MUNDI
EDUARDO
SANGUINETTI,
FILÓSOFO Y POETA.
Sepan disculpar quienes se vean afectados en sus intereses por lo que me agrada manifestar de modo claro y directo, pero la verdad debe tomar perfiles nítidos, sobre todo hoy, donde el giro de 180 grados puede tener espacio y lugar.
Como lo he manifestado a lo largo de 15 años en mis columnas publicadas en el medio uruguayo La República, hoy censuradas y prohibidas en gobierno fascistoide de Luis Lacalle Pou, presidente de un país donde hace 30 años cuenta con 3 millones de habitantes extraño ¿no?... Uruguay, paraiso fiscal, tan publicitado por medios basura de la corpo de medios monopólica argenta, que admite la radicación sólo a millonarios tilingos, de lo peorcito de Argentina, pues nada parece ser lo que dicen “es”, eterno retorno de lo que se creía superado, pero ¿se desconoce que los pobres son expulsados hasta de sus familias?, elevando la mentira a símbolo de perpetuidad en el poder... y dejar bien sentado en la pobre historia de este tiempo “el canto de cisne” de la libertad en tiempo de brutalidad y de ignorancia: “La mediocridad no tiene secretos”, diría Jorge Luis Borges.
Buenos Aires,
ciudad donde he nacido, se ha convertido en una Babilonia de pasado
incomprobable, revolcándose en el fondo de su abismo, en el umbral de la locura
espectacularmente conformada en divanes de albergues transitorios, utilizados
por huestes de seres indefinidos, de aquellos que habitan las cloacas de las
grandes ciudades, ¡sí! esos seres herméticos y nocturnos, para quienes el azar
no existe y la alegría se reduce a un nudo en el “cogote”.
A menudo un exceso
de cultura sirve de coraza contra las diversas ignorancias, la fe en el
progreso y el azar inexistente. Más allá del mito de Sísifo no es otra cosa que
el balbuceo de cuerpos que hablan, condenados a repetir hasta el fin de la
Historia que no tiene fin, los discursos somáticos de la histeria, sus tics,
sus gestos inconclusos, sus dolores.
Buenos Aires sufre
la caída, la degradación y la penetración de rutinas ajenas a su ser, de hembra
acribillada por el recuerdo de mejores tiempos, donde a pesar de las diversas
ignorancias, se elevaba más allá de lo que jamás ha acontecido. Se respiraba en
sus calles, plazas, paseos, avenidas, en sus personajes insondables y mágicos,
otros insalubres y tediosos, múltiples voces aportando sus versiones del vasto
entramado de la milagrosa Buenos Aires.
En mi Buenos Aires
se ha instalado una casta de asesinos del paisaje amoroso, de la dialéctica
esgrimida exquisitamente, por esos seres polifacéticos, que muertos o exiliados
de este territorio de la mutación constante de sujetos y actores, han dejado un
vacío imposible de completar, salvo para nosotros los vencedores de causas
perdidas, los fundadores de un espacio polémico, donde la instancia lúdica, nos
convoca cual rutina de ser y existir. Sin embargo, escéptico del escepticismo
ya no me aferro a nada, salvo a mis prolongadas caminatas por esta ciudad,
enfrentada al río sin orillas, firmemente pegado a mí mismo.
Si otros se solazan
escribiendo y dando conferencias acerca del tiempo, su devenir, su historia, el
origen de la clepsidra, el funcionamiento digital y su incidencia en la vida de
la humanidad, el hallazgo del cuadrante solar, la invención del calendario, mi
cuerpo y mi ser me sirven de único guía. Como cuando tengo hambre, duermo
cuando tengo sueño, me despierto cuando abro los ojos.
Los excluidos de la
historia oficial, podemos narrar la trama de traiciones desde las fisuras,
desde los silencios impuestos por los poderes fácticos del sistema
prostibulario que todo lo controla. El neoliberalismo farandulero no sólo muta
las estructuras económicas y sociales, sino también los valores, al imponer una
cultura centrada en el consumidor, no en las olvidadas y eliminadas necesidades
de la gente, que tiene en el Mercado (y la maquinaria publicitaria que lo
apuntala) el núcleo de su estilo de vida y las tendencias a seguir.
Si la historia
ficcionalizada es un theatrum mundi, un escenario donde se produce la mutación
de las identidades y los roles, nosotros, protagonistas, sólo podremos
reconocernos cuando habremos salido de ella…observándonos en las escenas de
nuestra historia, como extranjeros o turistas, pues hemos sido expulsados de
ella por decir y actuar acorde a nuestras verdades, desde la perspectiva de
seres libres, en compromiso con lo “real” y su alegoría...
La eficacia
escatológica de las imágenes que día a día presentan los medios audiovisuales,
de accidentes ‘anunciados’, espantosos personajes elevados a símbolos,
jugadores de fútbol que no se deciden por el sí o el no renovar contratos con
cifras millonarias, homicidios a repetición, violaciones en serie, genocidas
amparados por organismos disfuncionales, aniquilan las palabras, torpes y
simuladas, de funcionarios y periodistas casuales, intentando decir “algo”,
acerca de los luctuosos sucesos que se proyectan sin cesar, de las imágenes del
desastre del día. Puedo decir que la televisión es la agencia más grande de
formación de opinión pública, puesto que la información es la piedra angular de
la formación de la opinión pública.
Señores y señoras,
la información debe ejercerse desde la dialéctica, acompañada de la imagen de
quien la ejerce en discurso, en contenido, y esta debe estar sujeta a un
monitoreo que pueda ser clasificable en términos de veracidad, falsedad,
credibilidad, precisión etc., pero debe evaluarse. Al informar, no lo dudo,
debemos decir algo y a la vez evaluar lo que decimos.
Demasiada
información que aparece y desaparece de la pantalla, sin conocer los desenlaces
de lo que disparan, llámese crisis global por pandemia de Covid-19, Mauricio
Macri el ignorante, mintiendo que viaja por trabajo, liderando a una horda de
descerebrados tilingos, asesinato de mujer a manos de su pareja, prostitución
vip instalada en espacios de poder, como lo son los hoteles 5 estrellas y
publicitada en pasquines de ¿celebrities?, el pulgar en alto para la
eliminación de sensibilidades e ideales, con aumento de sueldos para
legisladores disfuncionales sin trayectoria alguna en el rol al que desean
asimilarse, sólo por capricho suburbano.
La irrupción de la
tecnología, que sintetiza la narrativa de la historia caprichosa y
arbitrariamente, vincula el presente a un sin tiempo, a un no lugar, una
percepción de un presente eterno, que anula toda posibilidad de modificar un
pasado que se construye sin registro en lo real de los significados y
significantes, desintegrando su identidad histórica y existencial.
Nos queda el
lenguaje, cuál componente de la historia, pero cuando se desplaza por la
confusión en que medios y redes sociales narran el presente sin destino y
pérdida de sentido, el vacío de significados provoca una pérdida de la vigencia
de lo “real” para, de ese modo, dejar el pensamiento humano librado a una
suerte de ser un eterno paria de lo que jamás aconteció.
No hay dudas de que
“la coartada democrática” en el cosmos consumista es una lógica cultural al
modo de un carnaval rabelesiano…candidatos en “liquidación”, hacen pasar el
consumo de objetos innecesarios por una “función social democrática”
indispensable para seguir viviendo en este mundo… destilando en sus discursos
reciclados, un tufillo de intolerancia, odio y resentimiento hacia quienes
intentan poner en juego valores fuera de los que ellos protegen en nombre ¿de
las buenas costumbres fascistas burguesas?, ante la mirada mansa de una
comunidad, que asiste masivamente a su exterminio, una modestia que llama a la
carcajada. No olvidemos: la vida es breve.
(*) Filósofo y
poeta.
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