NUESTROS FACHAS ESTÁN MUY SUBIDITOS
ANÍBAL MALVAR
En los últimos tiempos, desde la aparición de Vox pero, sobre todo, desde la llegada de Podemos al gobierno, nuestros engominados y pintorescos fachas están muy subiditos. No solo por su sobrexposición callejera, sus banderitas muñequeras o de balcón, sus tarareos de Manolo Escobar y sus arengas desacomplejadas de taberna. De un tiempo a esta parte, veo cotidianamente en las redes sociales escenas de violencia, agresiones homófobas o sexistas, tumultos vociferantes y amenazadores y otras lindezas de marcado carácter político. En los periódicos, sobre todo en los papeles más tradicionales, no se refleja mucho esa realidad. Tampoco la policía y los jueces le prestan demasiada atención. Si eres facha, se naturaliza tu violencia con la resignación con la que se acepta la inevitabilidad de los fenómenos atmosféricos.
Pongamos un ejemplo
ya lejano. Era 2005, gobernaba el PSOE de José Luis Rodríguez Zapatero y, tras
un debate en el Congreso de los Diputados, el hoy senador popular Rafael
Hernando se lanzó sobre el socialista Alfredo Pérez Rubalcaba con evidentes
intenciones de partirle la cara a hostias. Lo tuvieron que sujetar sus
compañeros de partido Ángel Acebes y el corrupto convicto Eduardo Zaplana. Nada
sucedió. Hernando continúa con su carrera política y con sus disparatados
tuits, en los que cuela tantas faltas de ortografía que a veces parece que está
ensayando neologismos. La españolidad de esta gente nunca se ha extendido al
respeto a la lengua española. Imaginad lo que pasaría si mañana Irene Montero le
levantara la mano a Santiago Abascal en sede parlamentaria.
Volviendo al
presente, el otro día una manada de banderilleros y torerillos asaltó el coche
de la ministra Yolanda Díaz en Toledo, ante la pasividad de unos policías que
ni siquiera identificaron a los enfascistados matadores. "Golfa de
mierda" fue el cumplido más agradable que tuvo que escuchar la gallega.
Isa Serra, diputada
madrileña de Podemos, fue condenada este año a 19 meses de cárcel y a 5.000
euros de multa por lesionar a dos policías cuando se manifestaba contra un
desahucio. La escena fue grabada íntegramente por los manifestantes, y no se
observa ninguna agresión, solo tensión y voces. Y, además, cualquiera que haya
visto alguna vez a Serra sabrá que ni aun queriendo podría arrearle a un
policía: a los liliputienses no los aceptan en el cuerpo por no dar la talla.
Pero el juez, en cuanto la vio, alumbró la tarantinez de que se encontraba ante
la Mamba Negra podemita, y dictó ejemplar sentencia.
Días después del
asalto al coche de Díaz, otra simpática horda fascista dedicó su tiempo libre a
insultar y amenazar al profesor universitario Juan Carlos Monedero mientras
tomaba cañas en Sanlúcar de Barrameda. Cotidianamente y desde hace meses,
grupos de fascistas cacerolean e intimidan a los paseantes ante el chalet más
famoso del mundo, que se encuentra en Galapagar. Tampoco se sabe nada de
identificaciones policiales o multas, a pesar de que los descerebrados cuelgan
sus valientes hazañas en twitter.
Por twitter me
enteré, también esta semana, de que otros patriotas habían destrozado el
Valencianita, un bar que regenta una familia rumana en Madrid, barrio de la
Prospe. En la pizarra de precios, el calado político de los agresores se hace
evidente, falta ortográfica incluida: "Iros a vuestro puto país".
Los que frecuentáis
la calle, habréis apreciado también el tono elevado de algunas conversaciones
viriles (siempre son hombres) sobre matar al Coletas, meterle no sé qué por n
quiero saber dónde a esa puta podemita y encarcelar a Pedro El sepulturero.
Compartí terraza con cuatro de estos ejemplares el otro día en mi pueblo.
Estaban indignados porque habían escuchado en algún lugar que el gobierno va a
quitar el Todo por la patria del frontispicio de los cuarteles de la Guardia
Civil. Yo leía en la mesa contigua, solo, y empezaron a dirigirse a mí: jipi,
bee gee, podemita, pelos... Saben mi nombre. Nos conocemos todos. Es un pueblo.
No me volví hasta que uno de ellos se levantó y se acercó a mi mesa. ¿Y tú que
pondrías en vez de Todo por la patria? Conozco al tipo. Soy amigo de su padre.
Yo le expliqué aquella vieja frase que dice: si te encuentras a un periodista,
dale una hostia; aunque tú no sepas por qué se la merece, ya lo sabrá él. El
cruzado español del bar y sus camaradas se rieron, creo que sin entender nada.
--¿Y pondrías dale
una hostia a un periodista en los cuartelillos?
--No, haría una
versión: pondría dale una hostia a un facha.
No les hizo gracia
(tampoco tiene mucha). El facherío se cree que la violencia es solo suya,
porque se lo hacen creer la policía, los jueces, muchos medios que no la
rechazan (llaman escrache al acoso de Pablo Iglesias en sus titulares), la
triste cobardía social. Aquellos cuatro me parecieron candidatos para unas
modernas y españolísimas Sturmabteilung, las milicias de voluntarios que, en
los orígenes del nazismo, aterrorizaron las calles alemanas y destrozaron
comercios y viviendas judíos. Todo lo que está sucediendo en esta España a mí
me recuerda cada día más a cierto pasado. El problema es que el que le tendría
que dar la hostia al facha es el policía, y no se la da. Y ningún verdadero
demócrata contempla la violencia como respuesta a esa violencia. Dale una
hostia a un facha no es incitación a la violencia. Es solo un simple verso en
un poema muy triste que nadie quiere escribir.
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