EL GRAN SILENCIO ENSORDECEDOR SOBRE LA POBREZA EN ESPAÑA
POR VICENÇ NAVARRO
Más de una cuarta
parte de la población en España (un 26,1%) vive en condiciones de riesgo de
pobreza y exclusión social, un dato que pone a este país entre los que tienen
menor sensibilidad social en la Unión Europea de los Quince –UE-15– (el grupo
de países más ricos de la UE). Y esta situación es incluso peor entre las
criaturas, niños y niñas y adolescentes menores de 16 años, entre los cuales la
pobreza es incluso mayor (28,8% de la población con estas edades). La
diferencia entre los niveles de pobreza en todos estos grupos etarios en España
y los niveles para cada grupo correspondiente con el promedio de la UE-15 es
notable (en la UE-15 dichas tasas son, respectivamente, cinco y seis puntos más
bajas). Y con los países con mayor sensibilidad social en la UE-15, como Suecia
(uno de los países de tal comunidad de naciones con menos pobreza), la
diferencia es enorme (en el caso de Suecia, la tasa de riesgo de pobreza y
exclusión social es ocho puntos más baja que la española para el conjunto de la
población, y para los menores de 16 años).
La pobreza
silenciada y ocultada por el establishment político-mediático del país
Lo que llama la
atención a los observadores y analistas de la situación social de este país es
el silencio que existe sobre esta situación tan dramática (y no hay otra manera
de definirla) en sus principales fórums políticos y mediáticos. Esta elevada
pobreza es parte de la realidad ocultada que no aparece en el discurso oficial
del establishment político-mediático del país. Tal establishment, ensimismado
en su propia complacencia de que España, tras un proceso de transición de una
dictadura a una democracia (considerado como modélico), se ha transformado en
un país democrático homologable a cualquier otro país democrático de la UE-15,
ignora esta realidad que, de conocerse, amargaría la imagen tan dulcificada que
tiene de nuestro país (para un análisis detallado de la situación de la pobreza
en España, en comparación con el promedio de la UE-15 y de Suecia, ver mi
intervención «Las estrategias para lograr el fin de la pobreza» en los cursos
de la UCM de El Escorial, 21.07.20).
La pobreza es un
síntoma de la enorme desigualdad de renta y riqueza que tiene el país, una de
las más altas de la UE-15
Este silencio sobre
la pobreza oculta también en otro grave problema que existe en España, que es
su elevadísima desigualdad de rentas, de nuevo, una de las más altas de la
UE-15. Cualquier indicador de desigualdades de renta (escojan el que se quiera)
muestra que somos bastante más desiguales que el promedio de la UE-15 y mucho,
mucho más desiguales que los países menos desiguales de la UE-15, como por
ejemplo Suecia. En realidad, hay una relación directa entre pobreza y desigualdades
de clase (medidas por el nivel de renta). A mayor pobreza en un país, mayores
son sus desigualdades de renta. Pero es también interesante subrayar que, a
mayor pobreza en un país, encontramos no solo mayores desigualdades de renta,
sino también mayores desigualdades de género. De ahí que Suecia, uno de los
países con menor pobreza y con menos desigualdades de renta, sea también el
país con menores desigualdades de género. En el otro extremo, España es uno de
los países con mayor índice de pobreza, con mayores desigualdades de renta y
también mayores desigualdades de género (en índice de desigualdad de género en
España es casi el doble al existente en Suecia). Esta transversalidad en los
distintos problemas sociales señala una causa común. Veamos por qué.
¿Cuál es la causa
común de estos graves problemas sociales?
Vayamos por partes
y comencemos por el análisis de las causas de la pobreza. Y lo primero que
tenemos que aclarar es que el nivel de recursos de un hogar depende de su
composición (cuántos ancianos, cuántos adultos y cuántas criaturas tiene) y de
los ingresos que reciban los adultos, ya sean transferencias públicas o (para
la gran mayoría de las clases populares) salarios.
Analizando la
pobreza según los distintos modelos de familia, se ve inmediatamente cuál es la
causa principal de la pobreza infantil. Las familias monoparentales, que
representan el 10% de todas las familias (cifra que equivale a 1,8 millones de
familias), es el grupo más importante de familias u hogares pobres. Y la gran
mayoría de estas familias (un 80%) están encabezadas por mujeres y, entre
ellas, las que trabajan lo hacen, por lo general, en puestos de trabajo mal
retribuidos, con poca estabilidad laboral y muy precarios, o directamente no
trabajan fuera de casa, pues deben atender y cuidar a sus criaturas, al no
poder tener ayuda de la familia. Al no trabajar fuera de casa o tener ingresos
muy limitados, caen en la pobreza. La falta de trabajo o su limitado trabajo
es, pues, la causa de su pobreza. Y esta pobreza es dura y crea un enorme
sufrimiento.
Los siguientes
datos sobre las mujeres que encabezan las familias monomarentales y que
perciben rentas mínimas hablan por sí mismos: el 23% de ellas trabajan en la
economía sumergida; el 42% vive en casas con humedades, goteras o ventanas
podridas; el 50% presenta graves dificultades para llegar a fin de mes; el 53%
tiene recibos de servicios o de comunidad atrasados; el 35% afirma que su salud
es regular o mala; el 58% admite que le cuesta conciliar el sueño; el 65% reconoce
un bajo nivel de concentración y poco disfrute de la vida. Algunos de estos
datos provienen del informe «Estudio sobre las familias monoparentales
perceptoras de rentas mínimas», desarrollado por la Red Europea de Lucha contra
la Pobreza.
Sabemos cómo
resolverlo, pues otros países (como Suecia) lo han conseguido
De estos datos se
debe deducir que una manera de reducir la pobreza infantil es facilitando que
la mujer se integre en el mercado de trabajo y obtenga buenos trabajos. Sabemos
que las mujeres más integradas en el mercado de trabajo son las mujeres con
formación superior, siendo las menos integradas las mujeres de clase
trabajadora no cualificadas. En realidad, a medida que las mujeres con estudios
de grado superior van integrándose en el mercado de trabajo más rápidamente que
las mujeres trabajadoras no cualificadas, y teniendo en cuenta que las familias
de rentas superiores son más estables y más biparentales (lo que les permite
contratar ayuda familiar que no puede recibir la madre soltera de clase
trabajadora no cualificada) que las monomarentales, se van acentuando
notablemente las desigualdades entre los hogares de rentas inferiores y sus
criaturas, por un lado, y los hogares de rentas superiores y sus criaturas, por
el otro, desigualdades que en el caso de las criaturas marcan de una manera muy
clara sus oportunidades, pues el acceso a las escuelas de infancia por parte de
las criaturas de hogares de rentas superiores las dota de un capital educativo
que no tienen las criaturas de las familias monomarentales.
La necesaria y
urgente necesidad de crear ocupación entre las mujeres de las clases populares
La elevada pobreza
infantil está causada, en gran parte, por la baja tasa de ocupación de la mujer
en España, de las más bajas en la UE-15 (61%). Suecia (con un 80,2%) es de las
más altas. Este diferencial de ocupación ha tenido menos visibilidad mediática
que la denominada «brecha salarial». Tal brecha es más acentuada en la cúspide
que en la base de la estructura social. Así, en España la brecha salarial es
importante que se corrija, pero no eliminaría la pobreza entre las mujeres,
pues los salarios en general son bajos. Y no hay que olvidar que este país
tiene una tasa de riesgo de pobreza entre trabajadores de casi el doble de la que
existe en Suecia (12,9% contra 7%). De ahí la enorme importancia del aumento
del SMI, pues el nivel salarial es muy bajo. Este bajo nivel de los salarios
es, pues, una de las mayores causas (junto con la baja tasa de ocupación de la
mujer) de la pobreza (incluida la infantil) y de las desigualdades de renta, y
ello lleva a tener que considerar las causas políticas de la pobreza.
Las causas
políticas de la pobreza
Una de ellas es el
mayor poder sindical en Suecia que en España. El 67% de la fuerza laboral está
sindicalizada en Suecia, por solo el 13,9% que lo está en España. De ahí la
enorme necesidad de revertir y anular las reformas laborales aprobadas por los
gobiernos españoles en los años 2010 y 2012, que fueron esenciales para
debilitar a los sindicatos, lo que resultó en un gran aumento de la precariedad
y del desempleo. Para disminuir la pobreza hará falta el empoderamiento de las
instituciones que canalizan el poder de género, pero también el de clase.
Puesto que la mayoría de las mujeres pertenece a las clases populares, es
fundamental que se refuercen los instrumentos de poder de género y de clase,
pues no se resolverán los grandes problemas de pobreza y desigualdad sin
empoderar a la mujer trabajadora y de las clases populares, para que sea consciente
de que la eliminación de la explotación de género no se resolverá sin que se
elimine la explotación de clase. No olvidemos que durante los años de la Gran
Recesión las rentas derivadas de la propiedad del capital y del mundo de las
grandes empresas crecieron significativamente, a costa de que las rentas del
trabajo disminuyeran, tema sobre el cual también hay un silencio ensordecedor.
Todo ello me lleva a hablar del cuarto pilar del Estado del Bienestar.
La urgente necesidad de establecer y expandir
el cuarto pilar del Estado del Bienestar
En los países
escandinavos, de tradición progresista, existe un derecho universal, de
carácter individual, de acceso a los servicios de ayuda a las familias, que
incluyen escuelas de infancia y servicios de atención a la dependencia (que, a
su vez, incluyen servicios domiciliarios a personas con dependencia y servicios
de atención a la dependencia de larga duración, como las residencias de
ancianos). Este derecho complementa los otros tres derechos del Estado del
Bienestar de tradición progresista escandinava: el acceso a la sanidad (1.er
pilar); a la educación (2.º pilar); a la jubilación y las pensiones (3.er
pilar); y a los servicios de ayuda a las familias (4.º pilar).
En España, este
cuarto pilar del Estado del Bienestar está muy poco desarrollado (debido al
escaso poder de la mujer y, muy en especial, de la mujer trabajadora). Este
pilar ha sido fundamental en Suecia para corregir la pobreza infantil y la
pobreza en general, así como para reducir las desigualdades de renta, de clase
y de género. Siguiendo una estrategia basada en la expansión del Estado del
Bienestar, se podrían crear 700.000 nuevos puestos de trabajo, facilitando
además la integración de 1,5 millones de mujeres al mercado de trabajo. Ello permitiría
también la reducción de la economía sumergida, generando ingresos por impuestos
y aportaciones a la Seguridad Social debido al aumento del empleo.
Hay que reconocer
el derecho del hombre a cuidar de su familia
El establecimiento
del cuarto pilar del Estado del Bienestar implica la creación de unos servicios
públicos suficientes y de calidad, con empleados públicos y a tiempo completo,
garantizando a la vez la corresponsabilidad del hombre en el cuidado de la
familia, reforzando su derecho a cuidar de su familia, lo cual requiere una
reducción del tiempo de trabajo semanal, pasando de 40 a 35 horas, en cinco
días, requisito indispensable, pues el trabajador en España es el que trabaja
más horas por semana en la UE-15, lo que dificulta la conciliación de su
responsabilidad laboral con su derecho a cuidar de su familia, un derecho
fundamental para el propio desarrollo emotivo del hombre, mejorando la calidad
de vida de la familia en su conjunto.
Hay que facilitar
la igualdad de oportunidades disminuyendo las desigualdades
Este cuarto pilar
del Estado del Bienestar es también esencial para garantizar una igualdad de
oportunidades para las criaturas de familias trabajadoras de escasos recursos,
que son las que en España tienen menos acceso a las escuelas de infancia,
creando con ello un déficit educativo que los marca para el resto de sus vidas,
poniéndolos en situación de desventaja con respecto a las criaturas que han
podido acudir a estas escuelas de infancia. Por todas las razones expuestas anteriormente,
tal derecho debería establecerse como un derecho fundamental en la Constitución
Española, lo cual no existe en el documento marco de nuestra democracia.
Y sí, se pueden
pagar los servicios del cuarto pilar del Estado del Bienestar, fundamentales
para conseguir la igualdad de la mujer, mejorar la calidad de vida de las
familias, reducir las desigualdades por clase social y por género, y resolver
el enorme problema del desempleo en España
Por último, es
justo subrayar que la no existencia de este derecho no se debe a causas
económicas (falta de recursos), sino a causas políticas. El país dispone de
recursos suficientes para financiar tal derecho. En el caso de los servicios de
atención a la dependencia, aunque el coste total sería en 10 años de 11.680
millones de euros, en realidad a tal cantidad deberían sustraerse 4.719
millones, los cuales se obtendrían de los impuestos y cotizaciones sociales de
la nueva población empleada, que podría llegar a ser de casi dos millones de
personas, y también 2.140 millones que el Estado adquirirá al terminar con las
desgravaciones relacionadas con la dependencia, que dejarían de existir para
convertirse en servicios públicos. Ello determinaría que el coste total sería
de 4.821 millones que, divididos en 10 años, equivaldrían a aproximadamente 500
millones anuales, una cantidad muy asumible por el Estado español (ver el
documento «El cuarto pilar del Estado del Bienestar. Una propuesta para cubrir
necesidades esenciales de cuidado, crear empleo y avanzar hacia la igualdad de
género», propuesta preparada por el JHU-UPF Public Policy Center para el Grupo
de Trabajo de Políticas Sociales y Sistema de Cuidados de la Comisión para la
Reconstrucción Social y Económica del Congreso de los Diputados).
No es un problema
económico: es un problema político
A lo largo de esta
exposición he mostrado la clara relación entre los dos principales problemas
que tiene España: la elevadísima tasa de riesgo de pobreza y exclusión social
(incluso más acentuada entre los menores de 16 años) y las enormes
desigualdades por clase social y por género. Este artículo muestra cómo están
claramente relacionados y responden a una causa común: el enorme poder que las
fuerzas conservadoras tienen sobre el Estado español, que determina la
aplicación de políticas públicas claramente regresivas que favorecen los
intereses de las clases más pudientes a costa de los intereses de la mayoría de
la población y, muy en particular, de sus clases populares. La mejora del
bienestar de estas clases populares pasa por la movilización para cambiar y
revertir las políticas regresivas y de austeridad que han dominado la vida
pública del país y de la UE durante varias décadas. Tales políticas, de
continuarse, llevarían a un incremento de la pobreza y de las desigualdades. La
solución pasa por desarrollar políticas públicas redistributivas que mejoren la
calidad del mercado de trabajo y aumenten la ocupación (y, sobre todo, la buena
ocupación) mediante la expansión del estado del Bienestar, con pleno desarrollo
de su cuarto pilar, para avanzar hacia la igualdad de género, el mejoramiento
del empleo y ayudar a las olvidadas familias españolas a alcanzar el nivel de
calidad de vida que se merecen.
Para hacerlo es
importante tomar como punto de referencia la experiencia de los países
escandinavos, que han sido gobernados por coaliciones de partidos progresistas
de izquierdas durante la mayor parte del período posterior a la II Guerra
Mundial. Sería aconsejable que, en estos momentos históricos en España en los
que se está experimentando con un gobierno de coalición de izquierdas, se
tomaran como punto de referencia tales experiencias, no para copiarlas, pero sí
para darnos seguridad de que sí se puede hacer lo que pedimos, pues otros lo
han hecho antes que nosotros. Hay que ser conscientes de que las derechas de
siempre utilizarán los argumento de siempre: que no hay dinero, que arruinarán
el país, etc. La respuesta es fácil: miren qué ha pasado en aquellos países gobernados
por dichas coaliciones de izquierdas. Incluso el Foro de Davos, el Vaticano del
neoliberalismo, ha reconocido que sus economías están entre las más eficientes
hoy en el mundo. En realidad, la equidad social es fundamental para conseguir
una economía al servicio de la gran mayoría de la sociedad. La evidencia
científica que apoya esta observación es abrumadora, aunque no lo verán así en
los principales medios de información y persuasión que existen en el país. Es
triste ver que, en el debate en La Sexta Noche entre dos economistas, el que
supuestamente es de izquierdas dijera que, a la larga, no había otra solución
que recortar las pensiones así como los salarios y empleo públicos, que ya son
de los más bajos que existen en la UE-15. Ahora bien, está claro que está
surgiendo un deseo de cambio profundo que abre toda una serie de esperanzas y
que constata que la solidaridad es más necesaria que nunca para salir de la
pandemia y también de la profunda crisis económica que vive la población
española y, muy en particular, sus clases populares.
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