miércoles, 8 de marzo de 2023

8 DE MARZO

 

8 DE MARZO

JOSÉ LUIS RODRÍGUEZ ZAPATERO

Imagen del Día Internacional de la Mujer. Foto de archivo: EFE

Estamos lejos aún de reparar la brecha salarial, y la de las pensiones; hay ámbitos de clara influencia social, como lo es la empresa o la educación superior en algunas de sus ramas, donde el protagonismo de las mujeres es todavía injustificadamente débil; hay cargas que siguen asumiendo ellas sin suficiente visibilidad y reconocimiento social, como en el mundo preñado de sensibilidad de los cuidados; y, sobre todo, persiste con cifras inaceptables la violencia de género, el machismo criminal, a pesar del sistema de respuesta y prevención institucional alzado frente a él desde 2004 (produce casi pavor imaginar a qué estaríamos asistiendo en su ausencia).

 

Sí, se han producido avances indiscutibles en las últimas décadas, pero queda mucho por hacer: el 8M tiene pleno sentido.

 

Porque, no puedo dejar de recordarlo cada vez que se me invita a reflexionar sobre la igualdad real y efectiva entre mujeres y hombres, estamos ante una rectificación histórica que apenas ocupa un minuto en el milenario devenir de la humanidad, la rectificación de una realidad que está presente desde la prehistoria, desde que tenemos los primeros vestigios de los comportamientos sociales.

 

Se trata de una discriminación que, hasta hace relativamente poco pues, parecía verdaderamente inevitable, eterna, y que no solo ha sido, es, la más antigua y duradera, sino también la que ha perjudicado a un mayor número de seres humanos, a la mitad de la población a lo largo de las innumerables generaciones, y que se nos muestra tan ominosa o injusta como la más aborrecible de las dominaciones, y tan insidiosa, porque ha condicionado la evolución de la sociedad toda, frenando su perfeccionamiento cívico y moral.

 

 

Thank you for watching

 

Y es que no está en cuestión solo la necesidad de seguir avanzando, como ha hecho el Gobierno de España recientemente con la Ley de Representación Paritaria, que emprendió su camino ayer en el Consejo de Ministros, para hacer efectivos algunos de los principios que consagrara hace ya más de 15 años la Ley de igualdad, sino la de preservar lo conseguido: cómo no evocar aquí que solo, al parecer, en un momento próximo por llegar dejará de pesar, al fin, sobre la ley de salud sexual y reproductiva, y de la interrupción voluntaria del embarazo, de 2010, la sombra de una eventual inconstitucionalidad...

 

Es decir, no podemos dejar de pensar un solo día en todas las mujeres que siguen muriendo a manos de sus parejas, en las trabajadoras que siguen rompiendo poco a poco el techo de cristal que les impide progresar en su trabajo, maniatadas por una conciliación de la vida laboral y personal deficiente y sin recursos suficientes para los cuidados, y en las mujeres con discapacidades que luchan cada día, ellas particularmente, frente a los obstáculos a su desarrollo y a su felicidad.

 

No podemos dejar de pensar ni un solo día tampoco en todas las niñas que han visto su educación y aspiraciones truncadas por el fanatismo en Afganistán, pero también por la pandemia, la pobreza y la guerra en tantos puntos del mundo, o en las mujeres iraníes víctimas del fundamentalismo religioso. Porque la discriminación de género nos compromete en cualquiera de sus formas y allá donde se produzca.

 

Y proclamemos, una vez más, el efecto irradiante, benéfico, de los avances en igualdad de género. Como si se tratase de un hilo que hilvana las diversas políticas sociales, la igualdad de las mujeres alcanza a toda ellas dotándolas de efectividad: a la educación, a la sanidad, a la dependencia...

 

Hay quien cree que el movimiento feminista es ya tan mayoritario en la sociedad española que por fuerza ha de ser plural, diverso, apto incluso para expresar en su seno abiertas discrepancias. Que ello sería muestra de su éxito. Pueda que sea o deba ser así, un fenómeno a acoger sin dramatismo, con naturalidad.

 

Pero no debería ignorarse lo que, en mi opinión, es una constatación: que los logros obtenidos hasta ahora por este movimiento son difícilmente concebibles sin la unidad con que él se ha expresado, unidad para ser tan fuerte e intolerante frente al machismo como a la vez solidario en su interior y generoso en su proyección en favor de otras conquistas de derechos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario