LA CONDICIÓN DE LO
ABSURDO
CRISTINA COVO GÓMEZ
Con frecuencia
el ser humano tiene que abordar la angustia de vivir, sin saber a ciencia
cierta a dónde se dirige. La aventura de la vida se torna sin duda en la más
difícil de todas, no nos prepararon para ella, no podemos nunca predecir cuáles
serán los resultados que obtengamos.
Hubo una época
en que la Humanidad
se rebeló contra la autoridad, entonces llovieron palos. Hubo una época en que
se logró cierto espacio de libertad, entonces llegó el libertinaje. Siempre hay
un rincón para la queja y el inconformismo, no estamos nunca seguros de nuestra
realización y plenitud.
Las expectativas
del individuo pueden chocar cruelmente con la realidad: la sociedad no está
preparada para responder a ellas, tal vez sea la propia persona la que pone el
listón demasiado alto. En cualquier caso la respuesta no está “ahí fuera”, se
siente caer desfondadamente en el vacío y el sinsentido cuando no se encuentra
lo que se busca, o cuando se busca desesperadamente.
Los graneros se
diseñaron demasiado grandes para lo que se iba a almacenar dentro. Nos enseñan
a caminar pero no nos explican donde está la meta, nos dicen cuál es el camino
pero no sabemos si el rumbo que llevamos nos hará felices.
Ante el modo de
enfocar este dilema recurro al pensamiento de Albert Camus: se puede abrazar la
rebeldía como última respuesta ante lo que parece el sinsentido, se puede
recurrir (en último extremo) a poner fin
a todo voluntariamente y optar por el suicidio. Se puede también aceptar
el absurdo, antes que la vía cobarde y
desastrosa; es mejor vivir en el absurdo que no vivir.
Levántese por la
mañana aunque no espere nada de sus semejantes. Aféitese. Salga a caminar.
Intégrese en el escenario en el cual usted es un miembro más. No haga
preguntas. No piense más de la cuenta.
Dese cuenta que
el absurdo es siempre la mejor opción… a falta de otras cosas.
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