EL TRABAJADOR ACCESORIO
ANTONIO MAESTRE
La aversión a los trabajadores y sus conflictos laborales empapa
cada editorial, comentario o acción política con tanta virulencia que cualquier
huelga se toma como una afrenta a la patria y rápidamente es convertida en
cualquier otra cosa para evitar hablar de los problemas y reivindicaciones
laborales. Un secuestro a los usuarios, una acción contra los intereses del
turismo o una afrenta a la marca España. El trabajador es manteado por todos
entre la algarabía de la patronal hasta que sus derechos acaban transformados
en la paja del relleno. Se ha convertido en un elemento decorativo al servicio
de los intereses de todos aquellos que se valen de su sudor. Un accesorio. Otra
herramienta política más despojada de su esencia colectiva.
El conflicto
laboral de la plantilla de Eulen en el aeropuerto de El Prat ha servido para
mostrar cómo se estructuran las prioridades en los relatos predominantes de la
política nacional actual. Más aún si el conflicto es en Cataluña, donde la
cuestión nacional lo contamina todo. Una cortina que sirve para que todos
oculten el problema laboral y las condiciones del trabajador y lo
instrumentalicen en su propio beneficio dejando al descubierto lo poco que les
importa lo que dicen que les importa. Aflora la hipocresía con el obrero como
único perjudicado.
Para la derecha
nacionalista española el beneficio empresarial está por encima de cualquier
otra circunstancia, incluidas la seguridad y la lucha antiterrorista, y para el
nacionalismo catalán los derechos y reivindicaciones de los trabajadores están
subordinados al procés. No significa que no sean cuestiones importantes para
ambos, sino cuál de ellas prevalece en caso de que exista una disputa en el
ámbito de la opinión pública.
Los
nacionalistas españoles, a los que tanto les preocupa la seguridad y enarbolan
la ley antiterrorista ante cualquier disidente, tuitero o adversario político,
han reducido la plantilla de seguridad en los controles de aeropuertos,
haciéndola pasar de 500 a 342 efectivos con la subrogación del servicio de Aena
a Eulen. Los empleados, que cobran tan sólo 1.090 euros brutos al mes -brutos,
recuerden-, tienen tal carga de trabajo por los recortes que no pueden realizar
las labores de seguridad aconsejables en uno de los aeropuertos internacionales
más importantes de un país que se encuentra en alerta 4 antiterrorista.
Parece
importante que quienes velan por nuestra seguridad tengan unas condiciones
laborales dignas que les permitan realizar su trabajo con eficiencia. Pero para
Aena y el Gobierno es prioritario darle el contrato a Eulen a la baja sin
incluir en el pliego de concesión unas condiciones laborales dignas para los
trabajadores que presten el servicio. La seguridad, al fin y al cabo, no es tan
importante como los beneficios.
La Assemblea
Nacional Catalana (ANC) y algunos de los que llevan tiempo intentando convencer
a la izquierda mesetaria de que su pacto con la otrora Convergència es para el
bien supremo de crear una república catalana donde los trabajadores comerán
maná y ambrosía no han dudado en desviar el foco de las reivindicaciones de los
trabajadores para arrimar el ascua a su ‘procés’. El desvarío es de tal calibre
que les ha llevado a no distinguir el concepto de huelga del de paro patronal
para insinuar que los trabajadores sólo son un elemento circunstancial y
accesorio al servicio de los ataques unionistas al catalanismo.
En una
entrevista en Al Rojo Vivo, Jordi Sànchez, presidente de la ANC, ha afirmado
que en el conflicto entre los trabajadores y la empresa no se posicionan,
porque su labor es otra. Luego, al darse cuenta del error, intentó rectificar,
pero lo que han hecho es desviar la atención y el foco convirtiendo un
conflicto laboral, que es lo prioritario y más importante para alguien que se
precie de representar a la sociedad civil, en un problema social identitario.
En un conflicto laboral entre trabajadores y patronal, quien no se posiciona y
solo desvía el tema de las legítimas reivindicaciones de los obreros está
tomando posición contra esas reivindicaciones y a favor de la patronal. Puede
que no lo sepa, pero si considera su problema nacional más importante que el
sueldo del trabajador es parte del problema de la clase obrera.
La legítima
defensa del derecho de autodeterminación y de la celebración de un referéndum
que permita a los catalanes decidir su futuro no puede ser utilizada para
despreciar e instrumentalizar las reivindicaciones igual de importantes de
otros colectivos que defienden sus derechos. Si la ANC parasita e invisibiliza
la lucha de otros colectivos en defensa de sus postulados acabará por perder el
favor de todos aquellos que todavía ven con simpatía sus exigencias. Los
trabajadores no son un adorno al servicio de ninguna bandera.
El trabajador
accesorio es aquel que no sólo sirve para que su renta sea extraída por unas
élites parásitas, sino que cuando consigue organizarse y paralizar un servicio
esencial para defender sus derechos ve su protesta explotada al servicio de
intereses que le son ajenos. Al obrero accesorio ya no sólo le roban los
beneficios de su trabajo, sino que también le hurtan su legítimo derecho a la
protesta. Un simple pelele.
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