CATALUNYA. BARCELONA, ENTRE
EL TERROR Y EL ASCO.
POR GUADI CALVO,
De
los crímenes del último jueves en Barcelona no hay otro culpable que José María
Aznar, tan culpable y tan asesino como de cada uno de los muertos de Atocha, de
Bagdad, de Kabul, de Trípoli, de Damasco, de Paris, de Londres, de Berlín, de
Niza, de Manchester, de Bruselas de Estocolmo, de San Petersburgo….y pueda
usted aquí seguir agregando cuanto nombre de ciudad, pueblo o villorrio donde
la alianza genocida de la conocida célula terrorista “trío de las Azores”, que
complementan George W. Bush y Tony Blair, junto a todos los secuaces que los
han seguido como presidentes y primeros ministros, que han continuado impulsado
las muertes en Europa, Asia y África. Son estos los culpables y el mundo lo
sabe y el mundo lo disimula.
Es
la caterva de políticos occidentales la que le han permitido a Arabia Saudita y
Qatar, fundamentalmente, seguir inoculando el odio y el fanatismo wahabita, vía
las multitudes de mezquitas y madrassas, que con sus grandes fortunas han
establecido a lo largo, ya no solo de la
geografía del Islam, en Pakistán y Afganistán para 1986, el wahabismo
era prácticamente desconocido y las políticas sauditas lograron instalarlo
borrado del mapa a escuelas como el sufismo que son la síntesis más acabada de
la paz. Desde las orillas paupérrimas
del Níger hasta las paradisiacas playas de Bali, sino también en cada uno de
los barrios marginados de Europa en los que recala la lacra (dixit Nicolás
Sarkozy) de los inmigrantes y refugiados de aquellas geografías, que sedientos
de esperanzas creen que van a encontrar en las antiguas metrópolis todo aquello
de lo que han sido despojados.
El
wahabismo está presente cargado de recursos financieros y con la aquiescencia
de occidente en toda Europa, pero claro, a la indigna dinastía saudita, esto no
lo sale gratis, sino que lo pagan y bien pagado con cifras espeluznantes que
transfieren a las grandes potencias fabricantes de armas, que son las mismas
que después se tiran de las barbas, cuando en un metro de Bruselas, un bistró
de Paris o un paseo de Barcelona, quedan amontonados decenas de cadáveres de
ciudadanos, en estos tiempos simples consumidores.
El
ataque del último jueves difiere, peligrosamente, de los últimos producidos en
Londres o el de Berlín, Estocolmo e incluso Niza, donde se fundó esa nueva
tendencia de ataques low cost, para el que solo hay que tener una tarjeta de
crédito y un carnet de conductor, para alcanzar el Firdaws, el jardín donde
moran los mártires, después de arrollar unos cuantos infieles en nombre un
Allah, demasiado parecido a Salmán bin Abdulaziz, el rey de Arabia Saudita.
Ahora ya solo alcanzaba con eso un espontaneo que salte al ruedo y acelere
contra la multitud inadvertida. En Barcelona hubo una organización previa, con
varios componentes a los que el Mosso d’Esquadra, Josep Lluís Trapero, se
encargo de acribillar con odio y cuidadosamente en Cambrils, Tarragona, a unos
cien kilómetros al oeste de Barcelona, después de otro fallido atropello
masivo.
Una
célula que vaya a saber cuánta metástasis ha hecho en el cuerpo enfermo de
Europa, y cuanta cobertura le podrá dar al único sobreviviente de la tragedia
del jueves el marroquí Younes Abouyaaqoub, un
vecino “tímido, tranquilo y reservado” de Ripoll, Gerona, que si apenas
tenía 8 años cuando la banda terrorista de las Azores inició la devastación de
su mundo y por lo que se ve también del nuestro. Europa sabe que está plagada
de Abouyaaqoub, dispuesto a vengar las matanzas de sus hermanos musulmanes, y
que luchar contra ellos es casi imposible. Organizados o de manera espontánea
estos ataques se repetirán e cualquier sitio en cualquier momento. Y nada tiene
que ver si el Daesh finalmente sea derrotado, en Siria e Irak.
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Últimamente
escribir sobre ataques terroristas en Europa, se está convirtiendo en una tarea
muy sencilla, como en muchas planillas
de formula, solo es cambiar la fecha, el lugar, los nombres de los
protagonistas y el número de víctimas, por lo demás es todo igual. Por lo
general jóvenes que o bien ya tienen dos o tres generaciones de inmigrantes en
Europa, o ellos mismo han llegado siendo niños junto con sus familias de algún
remoto lugar de ese oscuro mundo que queda más allá de las fronteras de la
Unión Europea, o bien sea desde el profundo corazón de Bangladesh o apenas
cruzando los escasos 15 kilómetros del estrecho de Gibraltar, las míticas
Columnas de Hércules o la arábiga Bab el-Zakat
(Puerta de la Caridad), a veces el sarcasmo de la casualidad se parece
demasiado a una burla.
Tras
los hechos de Barcelona, dos nuevas acciones terroristas parecen haberse fuera
del mundo islámico, la primera fue en la ciudad finlandesa de Turku, al oeste
de Helsinki, este viernes en horas de la tarde en proximidades de la céntrica
la Plaza del Mercado. Un comunicado
policial informó que efectivos de la fuerza detuvieron a un hombre tras herirlo
de un balazo en la pierna, después de que apuñalar y dejar heridas a ocho
personas de las cuales dos han muerto. A pesar de que la policía finesa no
confirmó que el ataque pueda ser considerado como una acción terrorista, se
sabe que el joven apresado es nacido en el exterior y poco antes de los
apuñalamientos se escuchó en varias oportunidades el grito de Allah akbar
(Allah es grande).
Un
caso similar sucedió en la siberiana ciudad de Surgut, a 2900 kilómetros al
este de Moscú, donde un joven de 17 años apuñaló a ocho personas en plena calle
el sábado por la mañana, y al que la policía mató. Por la tarde como es usual
la agencia, Amaq, órgano de difusión del Daesh, en la red Telegram, informó que
los sucesos de Surgut, habían sido realizados por un muyahidín del Estado Islámico. Mientras que otras
fuentes informan que el joven sufría ciertas alteraciones mentales, por lo que
no se puede confirmar fehacientemente el carácter terrorista del incidente. Si
bien ninguno de los atacados ha muerto, dos de ellos están internados con
heridas de gravedad.
Ese
mismo sábado en horas de la noche la policía debió evacuar la estación de la
ciudad de Nimes, en el sur de Francia, tras la denuncia de hombres armados,
generando escenas de pánico colectivo en las calles aledañas a la terminal
ferroviaria. Aunque posteriormente, las autoridades informaron sobre una falsa
alarma.
En
poco más de 48 horas el mundo fue sacudido por cinco posibles atentados en
Barcelona, Cambrils, Turku, Surgut y Nimes, que en cantidad de daños poco
representa contra el último ataque de Boko Haram, en Nigeria donde cerda de
30 personas murieron y otras 83 resultaron heridas en un triple atentado
suicida este último martes en la localidad de Mandari. Aunque ya sabemos en
estos casos no clasifica para el dolor, las velas y las flores.
Los
líderes de Europa y Estados Unidos, han sido los responsables de los centenares
de miles de muertos que asolan el mundo desde 2003, por ser generosos, por lo
que ver a estos mismos gobiernos solidarizarse con las víctimas del terror solo
puede dar asco.
*Guadi
Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado
en África, Medio Oriente y Asia Central.
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