GASPAR Y BALTASAR
ANÍBAL MALVAR
Baltasar
Garzón y Gaspar Llamazares han inscrito a principios de agosto un partido
político que se llama Actúa, y que nace –dicen– para situar “en primer término
de la acción de gobierno la garantía de derechos y libertades, así como los
principios de justicia social y democracia”. De momento no aclaran si el
partido se va a presentar o no a las elecciones de 2019, como si estas dos
vedettes del star-system político solo exhibieran sus cariátides macho para
alegrar las primeras páginas de los infralimentados diarios estivales.
El
caso es que ya tenemos un actor nuevo en el paisaje votanglero español, en el
que se va convirtiendo en rareza lo de no ser emergente. Viendo a la pareja
protagonista de Actúa, parece ser que esta nueva emergencia va a bascular
ideológicamente entre el centro subrogado de Ciudadanos y una versión
despodemizada de Podemos, sin tanta Puerta del Sol, tanto Gramsci ni tanto
piojo gentrificado por los prejuicios de Celia Villalobos.
Por
lo demás, añadir que al incienso y mirra de Gaspar y Baltasar solo les falta el
oro de Melchor, o sea la pasta, que sin duda recibirán no solo por sus
innegables talentos y trayectorias, sino porque el Ibex 35 sigue empeñado en
tercerizar a Podemos tras la semi-fallida performance nudista de Ciudadanos.
Es
curioso cómo la clase política e intelectual de este país se empeña en
regenerar España solo a los poquitos desde la irrupción mogollonesca y
revolucionaria del 15-M. Como si la regeneración consistiera en salpimentar
suavemente la ensalada podrida del pasado. Al tándem Gaspar/Baltasar se le
puede acusar de casi todo, menos de moderno. Son, para bien y para mal, dos
egregios arquitrabes del fracaso regenerador posochentero. Garzón quiso ser
ministro de Interior y de Justicia y de casi todo en el declive felipista, y
Llamazares fue el médico-druida que administró la última pócima letal al
comunismo combatiente de España. Son alientos viejos en aires que se pintan
nuevos. Senectas estrellas que pretenden relanzar su carrera pasando solamente
por el bisturí. Pero, sobre todo, son y quieren ser una nueva amenaza para
Podemos.
Si
C´s nació de la idea de un banquero de construir un Podemos de derechas, Actúa
emerge como un intento de emular a un Emmauelle Macron de izquierdillas. Un
nuevo divertimento para el votante de sólidas convicciones tan progres como
asustadizas. Un nuevo quesito en la d´hontiana división de la izquierda, no se
sabe de qué color, pues los quesitos rojo, morado, naranja y azul ya están copados.
Creo que en la elección del color es donde este partido va a tener más difícil
su emergencia, aunque no me extrañaría el blanco de Florentino Pérez (va con y
sin segundas). Porque Actúa ya no se puede considerar una marca blanca de
nadie, como C’s, sino que quiere ser la marca blanca de lo blanco.
A
Gaspar y a Baltasar ya se les venía venir desde hace tiempo, y no bajo la
estela de un cometa, sino en boca del heraldo tertuliano.
Lo
que creo que nos va quedando claro es que la descomposición de lo emergente no
se puede comprar desde dentro, pero sí pagar desde la barra. Basta con dotar
continuamente de medios y de focos a nuevos actores, cada vez más efímeros. Se
hizo con UPyD para controlar algunas inercias izquierdistas del PSOE posfelipe.
Y ahora, con Podemos, se va a convertir en una moda. Hasta han disfrazado de
emergente al PSOE de Pedro Sánchez, aquel chico obediente que votó sí a la
reforma del artículo 135 de la Constitución. Se ha registrado el nuevo partido
de Gaspar y Baltasar con el nombre de Actúa, de actuar: Dicho de un artista:
ofrecer un espectáculo ante el público (RAE).
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