ESTADO DE HUELGA
ANÍBAL MALVAR
El
Gobierno está paliando los efectos de la huelga de vigilantes jurados en el
aeropuerto de El Prat desplegando a la guardia civil, cuando una huelga solo se
puede reventar así si el Congreso de los Diputados decide que estamos en un
“estado de alarma”. No sé de qué se quejan los sindicalistas, pues España se
debería declarar en estado de alarma cada día del gobierno del PP. Al final se
va a poner el gobierno en huelga y, por la misma lógica, nos van a colocar a
los nietos de Franco, del general Mola, de Serrano Súñer, de Ynestrillas y de
Tejero en las cúspides gubernamentales, sin olvidar otorgarle a Jaime Mayor
Oreja el Ministerio de la Extraordinaria Placidez. Con un par.
Lo
único que se me ocurre es que también la Guardia Civil se ponga en huelga –lo tienen
prohibido–, pues como cuerpo democrático no debe permitir que se la utilice con
fines antidemocráticos, que es lo que está pasando estos días en El Prat. Pero
no va a suceder.
Hay
que reconocerle a Mariano Rajoy su apuesta decidida por recuperar nuestra
memoria histórica retrotrayéndonos a los modelos cristofascistas, que diría mi
añorada Shangay Lili. La mecánica mariana consiste en, si hay un problema,
crear otro más grande para taparlo. Yo no sé lo que pensarán los guardias
civiles obligados a vigilar el aeropuerto barcelonés para reventar una huelga
legal. Pero supongo que no estarán demasiado contentos con la imagen que les
están obligando a dar.
Del
PP ya no nos asombra casi nada, salvo el hecho de que acudan al Congreso sin la
pistola en la mano. Quitando a Andrea Levy, que como todo el mundo sabe se pasa
los ratos libres buscando a escondidas la tumba de Federico García Lorca. Qué
tía.
La
Constitución que tanto aclaman nuestros conservadores dirigentes es un texto
tan reinterpretable que muchas veces se convierte en anticonstitucional.
Sucedió con la amnistía fiscal y sucede a hora con la guardia civil hurgando en
las braguetas de los turistas. No se merece la guardia civil ser tratada así.
Los
caballos negros son.
Las
herraduras son negras.
Sobre
las capas relucen
manchas
de tinta y de cera.
Tienen,
por eso no lloran,
de
plomo las calaveras.
Con
el alma de charol
vienen
por la carretera.
Jorobados
y nocturnos,
por
donde animan ordenan
silencios
de goma oscura
y
miedos de fina arena.
Pasan,
si quieren pasar,
y
ocultan en la cabeza
una
vaga astronomía
de
pistolas inconcretas.
Ya
se dijo arriba que meter a las vagas astronomías de pistolas inconcretas en El
Prat solo sería comprensible si hubiere estado de alarma. Así que yo propongo
que nos alarmemos todos mucho, para de esta original forma preservar la pureza
de nuestra democracia, dado que los demócratas del PP la tienen un tanto
descuidada. Nos acomodamos con extraordinaria placidez a las anomalías, pues
quizá el ser humano es básicamente anómalo. Y el español, cuando fascistea,
fascistea de verdad. Como la española cuando besa, que dirían los antiguos.
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