LA ESCALADA QUE ISRAEL BUSCA Y
OCCIDENTE CONSIENTE
DIARIO RED
Avi Ohayon/ Israel Gpo /
Zuma Press / ContactoPhoto
Israel sigue escalando en la región ante la pasiva mirada de Estados Unidos
y los actores europeos. El “ataque preventivo” contra Hezbolá en la madrugada
del sábado al domingo 25 de agosto traerá consecuencias, aunque puede
todavía ser una respuesta limitada
El ataque de Israel contra territorio libanés durante la madrugada del sábado al domingo 25 de agosto aviva el fuego de una región ─la de Oriente Medio─ marcada por el genocidio del Estado sionista de Israel contra el pueblo palestino y la subsecuente escalada regional que involucra a actores como Hezbolá o Irán. La tácita aceptación por parte de Occidente de la estrategia de violencia desplegada por el gobierno de Benjamin Netanyahu, desesperadamente necesitado de un clima de agitación bélica en Israel, es condición necesaria para el quiebre de los escasos equilibrios que habían venido sosteniendo la frágil (y limitada) “calma relativa” en Oriente Medio durante algunos años.
El relato
La
agresión ha sido justificada por el gobierno de Netanyahu aludiendo a su
carácter “preventivo”, algo que ya había podido leerse previamente en numerosos
medios israelíes. El ataque masivo contra Hezbolá se había de producir, según
el relato de Tel Aviv, cuando la inteligencia israelí tuviera la certeza de que
la organización libanesa estaba a punto de atacar territorio israelí. Esta
forma de medir, justificar y ejecutar sus agresiones no es nueva, sino que
constituye el modus operandi habitual del Ejército
sionista.
De hecho, Israel declaró el estado de
emergencia nacional durante 48 horas, alertando de
la “inminencia” de un gran ataque de Hezbolá. A posteriori, lanzó un centenar
de aviones de combate hacia el Líbano, alegando el carácter “preventivo” de su
ataque. Según el relato difundido por Tel Aviv, la inteligencia israelí sabía
que Hezbolá había planeado el lanzamiento de más de seis mil cohetes y drones,
aunque de esto no hay por el momento pruebas concluyentes.
Tras la
agresión israelí, Hezbolá en efecto lanzó cientos de cohetes y drones, aunque
todos ellos en zonas fronterizas, no en Tel Aviv ni en otros grandes núcleos
poblacionales. El relato desde Líbano es que este limitado ataque fronterizo
sería solo una fase dentro de su ciclo de
respuestas como represalia por el asesinato del comandante Fuad Sukhr. Según el
discurso israelí, lo escueto del ataque de Hezbolá se debe a la eficacia de su
“ataque preventivo”. Como sea, por sí mismo un ataque desde el Líbano contra
posiciones en la frontera y sin alcanzar núcleos urbanos no constituye una
escalada, sino un capítulo habitual de la estrategia de Hezbolá.
El ataque
lanzado por el Ejército israelí evidencia nuevamente algunos aspectos que
definen a Israel como proyecto histórico y como actor de coyuntura
El ataque
lanzado por el Ejército israelí evidencia nuevamente algunos aspectos que
definen a Israel como proyecto histórico y como actor de coyuntura. En lo
estructural, la esencia expansionista ─y, por extensión lógica, agresiva─ ha
impedido (y seguirá haciéndolo) cualquier tipo de normalización de los actores
antisionistas en la región. En lo coyuntural, la necesidad de una escalada
bélica por parte de Tel Aviv, en general, y de Netanyahu, en particular,
impiden la “pacificación” regional.
El contexto
Para
Israel, tensionar a actores como Hezbolá es indispensable. Necesita una cierta
inacción por parte de la organización de origen libanés para completar su
avanzada genocida en Palestina; consciente de que ninguna negociación podrá
disuadirlos para abandonar (al menos, en la práctica) de la causa palestina,
apuesta por la intimidación. A su vez, en Tel Aviv son conscientes de que un
tensionamiento de los conflictos en Oriente Medio puede, eventualmente, forzar
una mayor implicación de Washington en defensa de su aliado estratégico, en
mayor medida si Donald Trump gana las elecciones en noviembre.
Es muy
probable que Hezbolá responda, aunque todavía no está claro en qué medida.
Desde hace un tiempo, parece evidente que la voluntad escalatoria de Israel no
se corresponde con la del grupo libanés
Es muy
probable que Hezbolá responda, aunque todavía no está claro en qué medida.
Desde hace un tiempo, parece evidente que la voluntad escalatoria de Israel no
se corresponde con la del grupo libanés; no por casualidad Israel se ha
acostumbrado a realizar con éxito asesinatos selectivos contra líderes de Hamás y
de otras organizaciones antisionistas, mientras Hezbolá se ha limitado a
destruir infraestructuras militares o de comunicaciones: a Hezbolá no le
interesa una escalada total ni mucho menos la explosión de una guerra total en
Oriente Medio.
No
obstante, Hezbolá conserva la voluntad de ejercer un liderazgo activo en el
seno de la región y como parte del “mapa” de actores pro-Palestina y
antisionistas. Si bien es esperable que los ataques de Hezbolá tras la agresión
israelí sí tengan un carácter escalatorio, difícilmente lo harán en el grado en
el que lo busca Tel Aviv. Para actores como la organización libanesa, “medir”
la escalada es su principal “virtud estratégica”. Evidentemente, han de
responder al ataque israelí, no solo por su posición respecto a otros actores
antisionistas, sino para no brindar a Tel Aviv la idea de que puede escalar sin
consecuencias; no obstante, buscan ser “limitados” en sus reacciones porque no
buscan una guerra total en la coyuntura actual.
Las perspectivas
Para
varios actores del antisionismo regional, contener las agresiones israelíes al
tiempo que evitan una implosión de los equilibrios (ya muy frágiles) es la
clave de todo su accionar. Las conversaciones para el alto el fuego en Gaza
podrían llegar a iniciar un ciclo de desescalada, aunque ciertamente Israel
parece lejano a negociar en serio una pausa de su violencia en Palestina ─exige
mantener a sus propias tropas dentro de la franja de Gaza, condición
evidentemente inaceptable desde la perspectiva de Hamás─.
Solo un
cambio de postura por parte de Occidente podría llegar a torcer la situación en
la dirección de algún tipo de “paz” (por crítica que sea)
En este
punto, parece evidente que solo un cambio de postura por parte de Occidente
podría llegar a torcer la situación en la dirección de algún tipo de “paz” (por
crítica que sea). Israel quiere seguir percutiendo en Gaza y necesita seguir
intimidando a los aliados de Hamás en Oriente Medio; a su vez, tanto Hamás como
Hezbolá y el resto del Eje de la Resistencia necesitan responder a las agresiones
de Tel Aviv para limitar su avance, al tiempo que evitan “excederse” en sus
respuestas para evitar que Israel puede presentar una justificación ante
Estados Unidos para redoblar su agenda agresiva.
La
voluntad de Estados Unidos de conservar a Israel como aliado
estratégico, su empeño por que el gobierno de Netanyahu
no caiga y la ciega adhesión de los actores europeos a las directrices
estratégicas estadounidenses hacen casi imposible una reducción de las
hostilidades y un cese a la violencia genocida en Palestina. Israel seguirá
operando en defensa de sus intereses estratégicos, tensando la región y
empujando en la dirección de una guerra regional que, si bien no interesa en
este momento a Hezbolá y otros actores, es probable que no puedan evitar ad
eternum.
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