WEIMAR, OTRA VEZ LA AMENAZA DE
LA EXTREMA DERECHA
El 1 de
septiembre se celebran elecciones regionales en Turingia. La ciudad de la
Bauhaus recuerda los ataques nazis contra la institución, hace ahora cien años
MARC MARTORELL
WEIMAR,
Instalación en
la que se lee en alemán “La Bauhaus surgió [palabra
tachada] de
Weimar. La Bauhaus huyó de Weimar”. / M.M.
“La Bauhaus surgió de Weimar. La Bauhaus huyó
de Weimar”. Este era el mensaje que se podía leer a principios de mayo en una
instalación rectangular a solo unos metros del Bauhaus-Museum, en la ciudad de
Weimar, en el estado de Turingia. Como institución para la enseñanza y
experimentación artística, la Bauhaus tuvo una vida corta y convulsa. Fundada
en 1919, la escuela tuvo varias ubicaciones: Weimar, Dessau y, finalmente,
Berlín, donde fue disuelta en 1933, bajo presión de las nuevas autoridades
nazis. En los años siguientes, 25 estudiantes y profesores de esta escuela murieron
víctimas del nazismo en campos de concentración, forzados a servir en el
ejército o después de cometer suicidio.
Como movimiento artístico y arquitectónico, sin embargo, la Bauhaus sobrevivió al radicalismo nazi. Algunos de los estudiantes llevaron sus influencias arquitectónicas a las ciudades donde se exiliaron, como Tel Aviv o Chicago. En Barcelona se encuentra el Pabellón Alemán de Ludwig Mies van der Rohe (director de la Bauhaus entre 1930 y 1933) y Lilly Reich, inicialmente concebido para la Exposición Universal de 1929 y reconstruido de forma permanente en los años ochenta.
La ciudad de
Weimar alberga desde hace unos meses una exposición dedicada a la Bauhaus y el
nazismo. La muestra, distribuida en tres museos de la ciudad, se inauguró
juntamente con un nuevo museo que aborda los trabajos forzados durante el
nazismo. Weimar se encuentra a menos de diez kilómetros del campo de
concentración de Buchenwald, donde murieron 56.000
personas entre 1937 y 1945.
Muchos de
los prisioneros fueron obligados
a trabajar para la industria armamentística alemana o en tareas de
construcción. La plaza al lado del nuevo museo dedicado a los trabajos forzados
durante el nazismo es la Jorge Semprún Platz, en honor de quien fuera
prisionero en Buchenwald entre 1943 y 1945 y luego ministro de Cultura en el
segundo Gobierno de Felipe González.
Plaza Jorge
Semprún, con el edificio del nuevo museo de trabajos forzados detrás, en la
ciudad de Weimar, Alemania. / M.M.
El momento
político actual hace aún más necesario recordar el peligro del radicalismo de
derechas. Weimar es la cuarta ciudad más poblada del estado federal de
Turingia, uno de los cinco estados que perteneció a la República Democrática
Alemana, o Alemania del Este. El próximo 1 de septiembre se van a celebrar
elecciones en ese estado, donde cerca de 1,7 millones de habitantes con derecho
a voto están llamados a elegir el nuevo parlamento regional para los próximos
cinco años. Según las últimas encuestas,
la extrema derecha de Alternativa por Alemania (AfD) ganaría las elecciones
cómodamente, con cerca del 30% de los votos.
Teóricamente,
esto no sería suficiente para gobernar. Quedaría lejos de la mayoría absoluta y
ningún partido se ha mostrado dispuesto a llegar a una coalición con la AfD.
Tampoco parece probable la opción de que algún partido les deje gobernar y pase
a la oposición. El centro derecha de la Unión Cristianodemócrata (CDU), bajo el
liderazgo de Friedrich Merz, mantiene su oposición a llegar a
acuerdos con la AfD. No obstante, a nivel local (especialmente en el este de
Alemania, donde la AfD es más fuerte) se multiplican
los casos en los que ambas formaciones han llegado a acuerdos y votan
conjuntamente, sin consecuencias para los representantes locales de la
CDU.
El líder de
la AfD en Turingia, Björn Hökce, es radical incluso para los estándares de su
partido. Höcke ha sido condenado dos
veces en los últimos meses por utilizar en sus discursos el eslogan de las SA,
una formación armada nazi. El líder ultra también ha hecho uso abiertamente de
terminología nazi como “suicidio racial”, “Lebensraum” (espacio vital) o
“bolchevismo cultural”. Preguntado por Hitler y el período de la Segunda Guerra
Mundial, Höcke manifestó en una entrevista al Wall
Street Journal en 2017 que la historia no puede ser entendida en términos
de blanco y negro. También descartó la idea de que Hitler fuera “absolutamente
malvado”. Hökce presenta un panorama apocalíptico sobre la Alemania actual y se
ve a sí mismo como salvador. En un discurso en 2017, por ejemplo, declaró que la AfD era “la última
oportunidad pacífica de salvar nuestra patria”.
A principios
de este año, con la AfD en Turingia por encima del 36% en las encuestas,
la posibilidad de que Höcke fuera el próximo presidente del estado parecía muy
real. Este escenario, que todavía no se puede descartar, parece ahora menos
probable. Aun así, la AfD puede hacer mucho daño si consigue el apoyo que
actualmente le pronostican los sondeos. Puesto que algunos de los partidos que
concurren a las elecciones no superarán el 5% de los votos necesarios para
entrar en el parlamento, un 30% para la AfD sería suficiente para asegurarse
más de un tercio de los diputados. Eso les permitiría bloquear decisiones en el
parlamento que necesitan una mayoría de dos tercios, como la elección de los
jueces al Tribunal Constitucional de Turingia o la disolución del
parlamento.
Con una
minoría de un tercio, aislar a la AfD en el parlamento de Turingia sería
complicado
Con una
minoría de un tercio, aislar a la AfD en el parlamento de Turingia sería
complicado. Ya lo ha sido después de las elecciones en 2019, cuando la
formación consiguió 22 representantes en un parlamento de 90 miembros. El
próximo 1 de septiembre también tendrán lugar elecciones en el estado de
Sajonia, al este de Turingia. En Sajonia, con capital en Dresde, la AfD también
está por encima del 30%
de los votos en las encuestas y podría conseguir un tercio de los
representantes. La pelea por el primer puesto, no obstante, está muy ajustada entre
la extrema derecha y la CDU del presidente regional Michael Kretschmer.
En Turingia,
los Verdes, junto con los socialdemócratas, han formado parte durante los
últimos diez años del gobierno regional liderado por Bodo Ramelow, el único
presidente de un estado federal proveniente de Die Linke, la izquierda alemana.
La actual constelación de gobierno no tendrá una nueva oportunidad después de
las elecciones. Los Verdes probablemente no entrarán en el nuevo parlamento y
los socialdemócratas tampoco lo tienen asegurado. Los dos partidos acusan la impopularidad
del gobierno en Berlín, que comparten con el neoliberal Partido Democrático
Libre (FDP). Mientras tanto, Die Linke pasaría del 31% de los votos en 2019 a
aproximadamente la mitad.
Según las
encuestas, el gran ganador de la noche electoral en Turingia no sería
únicamente la AfD sino también Bündnis Sahra Wagenknecht (Alianza Sahra
Wagenknecht, BSW). Wagenknecht, uno de los nombres clave
en la historia de Die Linke, fundó el pasado enero un partido con su nombre que
combina posiciones tradicionalmente de centroizquierda en lo económico (aunque
muy imprecisas) con un fuerte discurso antinmigración. BSW consiguió el 6,2% de los votos en las
elecciones europeas (comparado con un 2,7% para Die Linke) y es especialmente
fuerte en el este de Alemania, una característica que comparte con Die Linke y
la AfD. El partido de Wagenknecht, quien está siendo omnipresente en las
pancartas electorales y los actos de campaña, a pesar de que no se presenta en
ninguna de las elecciones de septiembre, conseguiría cerca del 18% de los votos
en Turingia.
La candidata
a presidente regional por BSW, Katja Wolf, era alcaldesa de la ciudad de
Eisenach por Die Linke hasta hace unos meses, y podría liderar Turingia si
consigue quedar segunda, detrás de la AfD. Aunque Wolf anunció que
cambiaba de partido para detener el avance de la ultraderecha, la evolución de
las encuestas en los últimos meses sugiere que la creación de esa formación ha
hecho perder un número parecido de votos a Die Linke y a la AfD. La aparición
de BSW, así como el giro a la derecha de la CDU y, en menor medida, de los
socialdemócratas, evidencian la capacidad de la extrema derecha para modular el
debate público.
En una intervención en
el parlamento de Turingia el pasado abril, la diputada de los Verdes Madeleine
Henfling advirtió de que, si la AfD llegaba al poder o facilitaba una
investidura de la CDU, Turingia perdería parte de su población más
internacional y cosmopolita, asustada por la ola reaccionaria. Si esto pasara,
no sería la primera vez que ocurre en Turingia, y especialmente, en Weimar. Tal
y como explica la exposición sobre la Bauhaus y el nazismo, el calvario de este
movimiento artístico con el nazismo empezó hace exactamente un siglo, en
1924.
Aquel año,
un gobierno conservador llegó al poder en la región, gracias a los votos de un
pequeño grupo de derecha radical que se mantuvo en la oposición. Este partido,
lleno de antiguos y futuros nazis, se había fundado para poder concurrir a las
elecciones sorteando la prohibición temporal del partido nazi, después del
fallido golpe de Estado de Hitler en Múnich, en 1923.
En 1930,
Turingia se convirtió en la primera región de Alemania en tener un gobierno con
participación del partido nazi
Para lograr
el apoyo de esta formación nazi encubierta, el gobierno de derechas de Turingia
se comprometió a
expulsar del sector público a judíos y comunistas. Hasta aquel momento, Weimar
había sido un foco de atracción para profesores y estudiantes internacionales
que llegaban a la ciudad atraídos por la Bauhaus. Entre ellos se encontraba,
por ejemplo, el pintor ruso Wassily Kandinsky. En 1925, bajo el nuevo gobierno
conservador, la Bauhaus perdió gran parte del apoyo financiero público y se vio
obligada a mudarse a Dessau, en el actual estado federal de Sajonia-Anhalt. En
1930, Turingia se convirtió en la primera región de Alemania en tener un
gobierno con participación del partido nazi. El nuevo ministro del Interior y
Educación en Turingia, Wilhelm Frick, sería luego ministro de Justicia a nivel
nacional bajo el régimen de Hitler y moriría en la horca, tras ser condenado en
los Juicios de Núremberg.
En su
posición de ministro regional en Turingia, tal y como explica la exposición,
Frick promovió un decreto contra la música y teatro modernos y lo que él
llamaba “incultura racialmente alienada”. Antes de abandonar Weimar en 1925, la
Bauhaus dejó algunas de sus obras de arte en un museo de la ciudad. Frick
pronto mandó retirar estas obras, que incluían pinturas de Paul Klee. A partir
de 1937, con los nazis asentados en el poder en Alemania, algunas de las obras
de la Bauhaus fueron exhibidas en la exposición itinerante que, bajo el título
de “Arte Degenerado”, pretendía ridiculizar obras abstractas, expresionistas, o
críticas con la sociedad del momento.
La AfD no
tiene actualmente la posibilidad de conseguir una mayoría absoluta ni en
Turingia ni en ningún otro estado federal, y aún menos a nivel nacional, donde
obtendría un 17% de los votos
No obstante,
tal y como explica la exposición, la historia de los artistas después de que
Hitler asumiera el poder fue, en muchas ocasiones, de todo menos heroica.
Artistas del movimiento diseñaron para
los nazis carteles de películas, mobiliario, e incluso bustos del Führer. La
instalación busca desmontar el mito de una Bauhaus homogéneamente demócrata y
antifascista, subrayando cómo la mayoría de sus miembros se mostraron
aquiescentes con el Tercer Reich.
Los años que
siguieron al fin de la Primera Guerra Mundial representaron el primer período
democrático en la historia de Alemania y se conocen como la República de
Weimar, puesto que la asamblea constituyente se reunió en la ciudad turingia.
Weimar pasaría de ser un símbolo de la incipiente democracia a una punta de
lanza del nazismo en Alemania durante los años veinte y principios de los años
treinta.
La ciudad es
hoy un lugar diferente y tiene en la Universidad de la Bauhaus,
con más de 4.000 estudiantes y un 27% de estudiantes extranjeros, una de sus
principales instituciones. Ciudades como Weimar, junto a la también
universitaria Jena o a la capital de Turingia, Erfurt, serán clave en
septiembre para evitar la minoría de un tercio para la AfD. En las elecciones
regionales de 2019, la AfD consiguió el 14% de los votos en
Weimar, lejos del 23% en el conjunto de Turingia. En las elecciones europeas de
mayo, la AfD se hizo con el 18% de los votos, 13
puntos por debajo del porcentaje regional.
La AfD no
tiene actualmente la posibilidad de conseguir una mayoría absoluta ni en
Turingia ni en ningún otro estado federal, y aún menos a nivel nacional, donde obtendría un 17% de los votos. Pero,
gran parte de la atención se centra estos días en ella. La clave, sin embargo,
estará en el comportamiento de los otros partidos ante una AfD que puede
complicar gravemente la formación, y posteriormente el trabajo, de nuevos
gobiernos regionales en el este de Alemania.
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