SUAM 22
DUNIA SANCHEZ
Otra vez, estamos
aquí.
Sí , estamos aquí
donde las olas rompen, donde el gran azul te acoge. Te has hecho mayor a lo
largo de esa terrible guerra. Has crecido en un nido de pirañas rastreando tu
vida para empujarla bajo tierra.
Otra vez.
Sí, otra vez
estamos aquí. Nosotras las ancianas de la cumbre con nuestros deseos, con
nuestros sueños, con nuestro ánimo a tus ojos caídos, podridos en las esferas
del horror. Levanta muchacho
Levanta muchacho. Sé empuje en este lugar aislado, donde el murmullo de la barbarie lo apaga cuando las olas conversan con los cetáceos. Te vemos herido, aquí, con esta gaviota que no ha desistido volar y alargar su existencia en libertad. Ahora eres libre, tu, solo y este mar que te rodea. Ya ves muchacho las guerras no llevan a nada, la venganza es un acto de inmadurez, de mala gestión de nuestros pensamientos. La precariedad desbarata al ser humano cuando de su saliva es sangre de aquellos que fueron sus enemigos, de aquellos que con el odio zanjo sus rumbos como parte minúscula de este cosmos.
Levántate muchacho,
nosotras las ancianas de la cumbre también creas o no hemos penado y seguiremos
penando y dando azoco aquellas almas perdidas en cristales rotos, pisoteadas en
sus ilusiones de vivir…¡de vivir¡ Ay muchacho, te hemos visto crecer con los
castigo de las balas, del ruido ensordecedor de la miseria humana.
Yo Suam escucho a
las ancianas de la cumbre, han vuelto, no las veo, pero en este sillón que
tiene ojeras siento sus tersas caricias para que me levante y continué
adelante. Restaurar la vida. Restaurar la esperanza. Restaurar la alegría.
Hasta aquí la fetidez humeante de una ciudad desparramada en la agonía, en la
muerte. Y ellas quieren que levante la cabeza de este sillón que tiene ojeras.
Un halo azul me conquista y por un instante siento vibrar esa energía que aun
me queda. Siento desprenderse de mi este cierto tormento que me hace caer en
agujeros negros succionando toda mi capacidad de emocionarme. Emocionarme por
un amanecer. Emocionarme por un cielo estrellado. Emocionarme ante el saludo de
la paz. Tener el vínculo con la emoción, cuando mis sentidos despiertan y soy
aliento de este planeta. Yo Suam puedo mirar aun sus andanza a través del
tiempo aunque, lo hayan devastado. Yo Suam puedo con mis manos rehacer todo
aquello ahogado entre tinieblas. Y el peso quedará, el peso de la memoria. Una
memoria de agujas punzantes en mi pecho de muchacho solo. Yo Suam siento el
cimbrar de una flor que cae a mis espaldas, una flor abierta , esplendorosa que
intenta ser parte de esta tierra. Me la envían las ancianas de la cumbre como
espejo de mi futuro, de mi hoy que no es hoy sino lo que voy dejando atrás en
mi alzar hacia la esperanza.
Adiós Suam.
Hasta luego Suam
Los gritos de las
almas maltratadas, henchidas temblaran en tus cavilaciones. Pero recuerda que
tu muchacho huido, muchacho vivo renacerá donde la canción que estremece el
sonoro eco de la concordia será reflejo de la madurez, de una sorpresa de
nuestro poder y hacer en la paz
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