¿CONDENA USTED LA VIOLENCIA DE
ISRAEL, SEÑOR SÁNCHEZ?
Debemos
pedirles a quienes nos representan que condenen, con todas sus letras, el
genocidio de Netanyahu. Para no dejar que los inocentes de allí mueran
bombardeados y los de aquí muramos de vergüenza
GERARDO
TECÉ
Pedro Sánchez, durante la Cumbre de ‘El Cairo por la paz’.
/ Moncloa/Borja Puig de la Bellacasa
Una niña herida pregunta dónde está su madre y el médico que le aplica curas de urgencia en una sala de hospital tomada por el caos y desde la que se escuchan las bombas caer le explica que ha muerto víctima del mismo misil que la ha herido. La niña entra en negación, se olvida de sus heridas y pide irse con su madre. Insiste en ver a su madre. Dice que necesita estar con su madre. En otro hospital un niño tiembla de miedo. No es una frase hecha. El niño de no más de 3 o 4 años no controla un sistema nervioso que, como toda Palestina, parece haber sido invadido por el ejército israelí. Un periodista de Al Jazeera pierde a toda su familia después de que el ejército de Israel bombardease un edificio de viviendas, uno más, en Gaza. Tiene cara de que hoy no podrá informar sobre “el conflicto”. Es curioso que, entre tanta muerte, lo que consiga destrozarte desde la distancia sean las caras de los que siguen vivos. La cifra ronda ya los 6.000 palestinos asesinados por Israel en menos de tres semanas. De entre todas las preguntas que surgen –cuándo acabará esto, habrá opciones de paz en el futuro, qué pasará ahora que Israel ha declarado non grata a la ONU– hay una que no acaba de florecer. ¿Condena usted lo que está haciendo Israel?
Hemos visto por televisión cómo
se le preguntaba a un palestino que narraba las pérdidas humanas por las bombas
si condenaba los atentados de Hamás
Es una pregunta pertinente para
la que, por aquello de la cercanía, deberíamos pedirle respuesta a nuestro
presidente, Pedro Sánchez. Con tibias frases diseñadas para no molestar al
amigo matón de Estados Unidos, lleva días pidiendo que se respete a los
civiles. Y eso está muy bien. Respetar a los civiles sería algo fantástico,
pero, una vez que Netanyahu ha explicado que esos civiles –animales– son gente
de las tinieblas y que quienes lanzan misiles sobre ellos es gente de luz
dispuesta a llevar a cabo la profecía del profeta Isaías, ¿es suficiente pedir
respeto? ¿Se puede no condenar lo que está sucediendo?
Recuerdo bien aquellos años en
los que a muchos nos hacía saltar del sofá ver a dirigentes de HB negándose a
condenar los asesinatos de ETA. Lo lamentamos; esa era la fórmula elegida para
no condenar la muerte injustificada. Ahora sabemos que muchos de quienes
también saltaban del sofá en realidad hacían un patético paripé. No era la
violencia, ni la vida robada lo que les preocupaba, dolía y asqueaba, era quién
cometía esa violencia. Pedían la condena como parte de un jueguecito político,
no porque necesitaran escuchar esa condena para asegurarse de que no vivimos
rodeados de psicópatas que justifican el derramamiento de sangre inocente. Hoy,
gracias a Israel, sabemos que estamos rodeados de esos psicópatas que usan la
violencia como un juego. Ahora sí, ahora no. Les da igual. Si les asqueara,
como nos asquea a la mayoría, ese asco aparecería cuando Hamás asesina a 1.400
israelíes, cuando Israel asesina a 6.000 civiles que se suman a muchos miles
del pasado o cuando la Guardia Civil dispara contra inmigrantes a nado en
Melilla. No es el caso. Usan la violencia a la carta. En las últimas semanas,
hemos visto por televisión cómo se le preguntaba a un palestino que narraba las
pérdidas de seres queridos por las bombas de Israel si condenaba los atentados
de Hamás con los que nada tenía que ver.
Lo hemos visto en programas de
televisión que ni por asomo se plantean enviar a sus reporteros a preguntarle a
Sánchez ni a ningún miembro del conglomerado con corbata llamado comunidad
internacional si, más allá de soñar con la utopía de una convivencia pacífica
futura, condena el genocidio que está cometiendo Israel. Si algún periodista
quisiera poner en riesgo su trabajo llevándole la contraria a la línea
editorial de su medio y preguntándole esto a Sánchez, éste sacaría alguna frase
precocinada. Y no condenaría. La comunidad internacional, ese conglomerado de
líderes occidentales sumisos a lo que mande y permita Estados Unidos, juega a
aquel juego que en España algunos descubrimos con el entorno de ETA. Lamento,
pero no condeno. Eso en el mejor de los casos.
No conozco a nadie que niegue o
deje de condenar los crímenes de Hamás. Sí a muchos que niegan o evitan
condenar los crímenes de Israel
En el peor, niveles de decencia
más abajo, algunos personajes domésticos repiten consignas propagandísticas
para justificar y aplaudir las bombas que acaban con niños enterrados bajo los
escombros. Son los mismos que sobreactuaban su dolor impostado cuando era ETA
quien provocaba muertos y escombros en Hipercor. Gente sin decencia que produce
paradojas impresionantes. Son los más homófobos del lugar, aquellos que
aseguran que la comunidad LGTBI es un peligroso lobby que pone en peligro a los
niños intentando adoctrinarlos en las escuelas; son los que se sienten
ofendidos por el desfile del orgullo quienes, de una semana para otra, usan a
Israel como ejemplo de respeto a la comunidad LGTBI para justificar así la
matanza de niños musulmanes. Son quienes se rasgaron las vestiduras y colgaron
banderas de la Ucrania invadida los que ahora miran para otro lado o,
directamente, piden que se prohíban las banderas palestinas. Son quienes un día
compran la propaganda que niega que Israel bombardease aquel hospital en Gaza y
al siguiente compran la propaganda que niega que hubiera tantas víctimas. No
conozco a nadie que niegue o deje de condenar los crímenes de Hamás. Sí a
muchos que niegan o evitan condenar los muchos más crímenes de Israel. Están
enfermos y no podemos hacer nada excepto mandarles condolencias a sus seres
cercanos. Pero sí podemos pedirle algo a quienes nos representan desde las
instituciones. Que condenen, con todas sus letras, el genocidio que está
cometiendo Israel. Para no dejar que los inocentes de allí mueran bombardeados
y los de aquí nos muramos del asco y la vergüenza que genera tanto hipócrita.
¿Condena usted la violencia de Israel, señor Sánchez?
No hay comentarios:
Publicar un comentario