ARGENTINA REDUCE A MAULLIDO
EL RUGIDO DE MILEI
DAVID
BOLLERO
El
candidato presidencial argentino Javier Milei durante su cierre de campaña en
Buenos Aires, a 18 de octubre de 2023. – Matías Baglietto / Reuters
Las encuestas volvieron a equivocarse estrepitosamente. El histriónico Javier Milei (La Libertad Avanza) quedó muy lejos de ganar las elecciones en Argentina. El actual ministro de Economía Sergio Massa (Unión por la Patria) se ha impuesto por más de seis puntos de diferencia. El rugido del león Milei queda en maullido. Habrá segunda vuelta el próximo 19 de noviembre y el candidato peronista no las tiene todas consigo. ¿Qué hará la derecha tradicional, cuya representante Patricia Bullrich (Juntos por el Cambio) ha sido la gran derrotada?
La participación se
situó en el 77,7%, dato que choca con España donde en democracia siempre hemos
rondado más el 30% de abstención, sin que jamás hayamos conseguido alcanzar una
participación del 80%. Como suele suceder en otros países, el interior se
inclinó por la opción más ultraconservadora, mientras que la franja costera
volvió a apostar por la izquierda. Buenos Aires fue el gran revulsivo donde el
gobernador Axel Kicillof (Unión por la Patria) sacó más de 18 puntos a Juntos
por el Cambio. Carolina Píparo, la candidata de Milei, quedó desactivada con
24,6% de los votos frente al 44,8% de Kicillof.
Argentina ha
salvado el primer asalto, escapando de los delirios de Milei cuyas políticas
representadas por una motosierra vulnerarían derechos fundamentales, sumirían
al país en un caos y podría darle una estocada de muerte. El problema es que
Argentina lleva subida en la agonía desde hace décadas, haciendo gala de una
resiliencia fuera de la común, pero que no por ello no deja de producir un
desgaste lacerante. Ese es, de hecho, el mayor hándicap de Massa, pues
precisamente su responsabilidad, la Economía, es la que hace insostenible el
día a día de muchas familias que se enfrenta a una inflación del 140%.
Las recetas de su rival,
el autodenominado como ‘anarcoliberal’, no son el mejor remedio para salir de
la situación. En primer lugar, por inconsistentes, y en segundo porque
abocarían a Argentina a una mayor desigualdad, dirigiéndola a la quiebra. La
derecha más tradicional decidirá el destino del país, debatiéndose entre el
peronismo que aborrece o un candidato desequilibrado, cuyas locuras
impredecibles pueden llevarse a demasiadas personas por delante, incluidas
algunas de las que viven acomodadas en la actual coyuntura.
La victoria de
Massa en esta primera vuelta es agridulce; celebra porque el país ha frenado en
seco a Milei en esa primera vuelta, pero cometería un error de bulto si
automáticamente tradujera ese resultado en que la Argentina le apoya. Massa es
un mal menor, pero la sociedad argentina reclama un cambio en las políticas
nacionales que consigan sacar al país de esa asfixia constante. Ese debiera ser
el hilo conductor de Massa en su narrativa de aquí al próximo 19 de noviembre.
La clave de esa
segunda vuelta se encuentra en el electorado de la derecha tradicional. Por
este motivo es tan importante que Massa, lejos de regodearse en su victoria,
anticipe que quiere cambiar el rumbo. Si el votante de Juntos por el Cambio no
percibe cierto escarmiento del peronista por haberle visto las orejas al lobo
–o al león-, es muy probable que ceda su papeleta a Milei, cuya relación con la
dictadura de Videla debería ser motivo suficiente para apearlo de la carrera
presidencial.
Argentina puede ser
ejemplo de país que no da alas a personajes tarados fraguados en programas de
televisión que los usan para subir audiencias. Ese es Milei, una caricatura de
serie B cuya delirante puesta en escena oculta la sinrazón de su programa,
quizás acertado en poner nombre al descontento generalizado de la población,
pero cuyos remedios guardan una distancia insalvable con la realidad condenando
a Argentina a un futuro muy negro.
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