ISRAEL Y EL PERIODISMO
La
cobertura está siendo tan repulsiva que algunos diplomáticos alertan desde el
‘Financial Times’ sobre las dificultades de armar una narrativa eficaz contra
el invasor ruso en Ucrania, a la vista de cómo los medios justifican a
Netanyahu
PABLO
IGLESIAS
Piers Morgan entrevista al humorista egipcio Bassem Youssef en la
televisión británica. / Piers Morgan Uncensored (Youtube)
Los medios y los periodistas occidentales son el objeto informativo más importante de esta guerra de Israel contra los palestinos. Ya imaginarán las respuestas airadas que daría buena parte de la profesión periodística a una afirmación como esta: ¡Pero cómo! ¡Los periodistas nunca debemos ser objeto de la noticia! ¡Cómo vamos nosotros a opacar algo tan importante como una guerra! Tienen ustedes toda la razón, claro que sí, por supuesto, disculpen, habría que responderles, con la misma ironía con la que el actor egipcio Bassem Youssef pintó la cara el otro día al presentador de televisión británico Piers Morgan y a buena parte del periodismo del hemisferio occidental en una entrevista que se ha hecho viral. El problema es que si Youssef hubiera sido un humorista español y Morgan hubiera sido Ferreras, a lo mejor algunos de los periodistas que hoy comparten el vídeo en sus redes se habrían abstenido de hacerlo y el humorista de turno se habría tenido que ir a vivir a Catalunya o al País Vasco (que se lo digan a Willy Toledo, que no es tan gracioso como Youssef pero sí ha demostrado sus mismas agallas).
Pero sigamos con la
ironía y dejemos claro que somos demócratas y constitucionales. Si un humorista
dijera en España que la mayor parte del periodismo da asco y que la mayoría de
sus profesionales también, habría que cortarle en seco y recordarle la tremenda
precariedad de la profesión; que los periodistas viven peor que los camareros,
que los peones de albañil, que las camareras de piso y que ser periodista hoy
es como trabajar en una fábrica de las que tienen los Ortega en Bangladesh
(esto último no lo deberíamos decir, no sea que nos quiten la publi los de
Inditex y Yolanda Díaz se enfade –sin dejar de sonreír– porque no admite insultos
a la moda gallega). Seamos honestos con la profesión más precaria: su situación
es solo equiparable al de las unidades antidisturbios de la Policía Nacional
que padecen la mayor humillación que ha sufrido España desde la batalla de
Trafalgar: cobrar menos que las unidades antidisturbios de los Mossos de
Esquadra y de la Ertzaintza. Con la prensa es igual: cualquier periodista
español que cobre menos que Enric Juliana tiene razones para sentirse humillado
por Catalunya. Y punto.
Perdonen el choteo
pero creo que, cuando estamos rodeados de horror, de muerte, de hipocresía y
cerca de la III Guerra Mundial, tomarse ciertas cosas a cachondeo como Youssef
es casi la única manera de aproximarse a los problemas con cierta sobriedad y
sin caer en las pasiones que salen del estómago. Pero permítanme que insista:
lo que estamos viendo con la cobertura mediática de los bombardeos de Israel no
tiene nombre. Y perdonen, pero no, la noticia no son los bombardeos, la noticia
es cómo se cuentan. ¿Cómo puede ser noticia un desmentido israelí sobre un
bombardeo antes que el propio bombardeo? Se lo explico: porque el bombardeo,
como los crímenes de Israel, no es noticia sino la ley de la gravedad. Israel
lleva bombardeando Gaza desde hace años. Cualquiera que haya leído un poco sabe
que la ocupación, la violencia y el apartheid son una realidad constitutiva del
Estado de Israel. No es que sea la versión de los palestinos, es que lo han
reconocido siempre los sionistas: quieren un Israel solo con judíos (signifique
eso lo que signifique) y sin palestinos. Del mismo modo, Netanyahu y otros
prominentes dirigentes del Estado de Israel han reconocido que favorecieron y
financiaron a Hamás para debilitar a facciones palestinas no confesionales. Que
el ejército israelí bombardee a la población civil de Gaza y dirija sus misiles
contra objetivos civiles no es una noticia, ocurre desde hace años y forma
parte de un plan militar y demográfico de limpieza étnica. Lo noticiable es
cómo se cuenta.
La cobertura está
siendo tan repulsiva que hasta algunos diplomáticos profesionales alertan en el
Financial Times sobre las dificultades de armar una narrativa eficaz contra el
invasor ruso en Ucrania a la vista de cómo los medios justifican a Israel.
Tener la indecencia de esgrimir el derecho de defensa de un Estado ocupante
para justificar la limpieza étnica es más noticiable que la propia limpieza
étnica, que es una evidencia en sí misma.
Estamos viendo cómo
en las páginas de El País se da cabida a discursos propios de las webs de
ultraderecha, publicando artículos que llaman personaje siniestro y antisemita
a Ione Belarra básicamente por decir lo que todo el mundo sabe: que Israel
comete crímenes de guerra, que Netanyahu es tan merecedor como Putin de ser
juzgado por la Corte Penal Internacional y que España debería romper relaciones
diplomáticas con el Estado delincuente. Lo que dice Belarra no es noticia; es
la verdad. Lo que sí debería ser noticia es que jefes de informativos y
directores de periódicos den la orden de defender a Israel y dar duro a los
defensores de Palestina.
Para buena parte de
la prensa (incluida una parte de la “progresista”) defender a Palestina es
sinónimo de justificar a Hamás, de estar a sueldo de Irán, de ser antisemita
(aunque el palestino sea un pueblo semítico) y de justificar el Holocausto.
Claro que la noticia son los medios: estamos hablando de una flagrante
delincuencia mediática.
Seguro que están de
acuerdo conmigo en que las entrevistas a líderes políticos cada vez resultan
más aburridas. Sabemos lo que les van a preguntar y lo que van a tratar de
responder. La gracia está en ver si el periodista consigue que el político diga
algo que no quiere decir. Un tostón, vamos. Lo interesante ahora sería que los
periodistas con más poder se dejaran entrevistar para que se les pudiera
preguntar por la manera en la que ejercen una profesión que en estos días se
revela crucial porque estamos asistiendo a un genocidio que puede desencadenar
un conflicto militar global de dimensiones imprevisibles. Lo crucial no es lo que
está pasando en Palestina (nadie puede cuestionar que el meteorito se acerca a
la Tierra), sino cómo se cuenta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario