EL PUEBLO PALESTINO, SILENCIADO
POR LA DESINFORMACIÓN
TESH
SIDI
Se instalan tiendas de campaña para los palestinos que buscan
refugio en los terrenos del centro del Organismo de Obras Públicas y Socorro de
las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina (OOPS) en Khan Yunis, en
el sur de la Franja de Gaza. Foto: Mohammed Talatene/dpa
El pasado 7 de octubre Hamás perpetró el ataque más planificado de su historia contra Israel y a todas se nos encogió el corazón viendo las terroríficas imágenes de las víctimas y capturados. Desde ese momento, y utilizando torticeramente el dolor que sentía toda la ciudadanía española, se activó en la derecha política y mediática una ofensiva contra las formaciones progresistas en un intento de tener un nuevo ariete con el que golpear en la disputa política nacional. Una ofensiva según la cual cualquier persona que no defendiera a Israel, en su trayectoria de los últimos años y en el genocidio que se disponía a perpetrar en la Franja de Gaza, estaba automáticamente con Hamás.
Yo misma he sido
víctima de esa caza mediática, siendo una diputada novel, de origen saharaui y
seguidora de la lucha del pueblo palestino desde mi infancia. Mi mensaje en X,
anteriormente Twitter, desató una gran polémica generada y aupada por esta
derecha. Decía así: "Con los
pueblos y su derecho a la libre determinación. Hoy y siempre con Palestina.
Habrá mucha manipulación mediática, tweets de 24h, pero muchas sabemos que las
y los palestinos son asesinados día y noche y NADIE condena eso". Este
tuit se extendió como la pólvora y llegó a más de cuatro millones de personas
en pocas horas, lo que provocó un goteo incesante de llamadas durante todo el
fin de semana. Los ataques fueron muchos y muy crueles; y yo no comprendía muy
bien por qué mis palabras habían sido malinterpretadas y cómo podía ser que
varios medios, supuestamente serios, me acusaran, nada menos que en sus
titulares, de apoyar a Hamás.
Pero hoy sé que
hice lo correcto y que no hace falta esperar a que haya más víctimas palestinas
sobre la mesa para condenar lo que ya sabemos de Israel y su gobierno
ultraderechista. Tampoco hacen falta más víctimas para saber qué posición
adoptarán las derechas de este país, que han demostrado ser capaces de utilizar
cualquier tragedia, sin escrúpulos, para atacar a las formaciones progresistas.
Si lo que importase
fuese el número o tipo de víctimas, la humanidad debería llevar décadas
horrorizada y sin dejar de condenar las atrocidades con las que tristemente
parece que a veces nos acostumbramos a ver por televisión. Porque ahora es este
genocidio, pero antes fueron los crímenes de la invasión estadounidense de Irak
o Afganistán. O, en nuestro país, estaríamos liderando medidas para
descolonizar el Sahara Occidental. Pero el mundo no funciona así. Ahora, más
que nunca, cuando estamos viviendo una reorganización del orden mundial nos
queda cada vez más claro que el Derecho Internacional sólo se aplica para
algunos y que las Naciones Unidas son incapaces de actuar, incluso en un drama
humanitario como el que se vive en Gaza en estos momentos, contra los países
que ostentan el poder. Occidente ha construido sobre papel mojado el Derecho
Internacional para mantener sometidos a muchos pueblos y, así, poder señalarlos
desde la mirada supremacista y colonial cuando no actúan según sus intereses.
En esta línea,
seguimos viendo cómo muchos países europeos continúan haciendo un seguidismo
ciego de Estados Unidos y apoyan, sin condiciones, a Israel, aunque para ello
se vean justificando un genocidio del pueblo palestino como "legítima
defensa propia" ante Hamás. Como si Hamás estuviera al mismo nivel que un
Estado armado hasta los dientes como Israel. Y como si Hamás fuera todo el
pueblo palestino, el de Gaza y el de Cisjordania. Lo están apoyando siendo
conscientes de que este apoyo no representa los grandilocuentes valores de un
verdadero demócrata, pero, ¿qué sabrán los pueblos oprimidos de democracia?
Thank you for
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Parte de mi post
predecía lo que ya ocurrió y sigue sucediendo: el odio, la desinformación y los
bulos campan a sus anchas. Probablemente, lo que me más me asustaba el primer
día no eran esos titulares o la tergiversación de mis palabras, porque como
ingeniera estaba muy acostumbrada a los bots; pero me asustaba más el poder que
tienen estas redes sociales para actuar e intimidar a las voces progresistas.
Lo que está claro es que, como en cualquier guerra, la víctima siempre es la
verdad. Y la falta actual de corresponsales de guerra españoles dificulta a la
ciudadanía tener una información contrastada y veraz. Por eso debemos trabajar,
desde el periodismo y las instituciones, para construir una sociedad más
crítica, una sociedad que cuestione la información que le llega. Es la única
manera de tener una democracia sana.
Estos días han
participado, en muchas entrevistas, reconocidos periodistas y analistas, pero
siempre faltan, en estos debates, voces palestinas sobre el terreno y en la
diáspora. Y hemos visto cómo, cuando se les ha dado voz, lo primero que se les
ha preguntado es: "¿Condenas a Hamas? ¿Sí o no?" No importa lo que
pueda contar acerca de la angustia que están pasando, la respuesta a esa
pregunta deja muchas conciencias tranquilas y, entonces, dan por finalizado su
trabajo.
Recuerdo vivir esto
mismo a finales de 2020, cuando se reabrió el conflicto armado entre mi pueblo
y Marruecos. Muy pocos medios nos daban voz a la población civil. Es triste ver
cómo, desde el propio periodismo, se replica -de manera consciente o
inconsciente- la supremacía de Occidente sobre los pueblos oprimidos: nunca se
legitimará su derecho de defensa -recogido en el derecho internacional.
Aunque el escenario
es desesperanzador, el pueblo palestino no está solo. Las marchas alrededor del
mundo alzan la voz y dicen "basta". Miles de judíos estadounidenses
dicen que no quieren que este genocidio se cometa en su nombre. Los pueblos
siempre una lección de humildad. Porque
aunque muchos lo utilicen de forma electoralista el pueblo palestino seguirá
luchando por su legítimo derecho a vivir en su país soberano y en paz.
Ahora tenemos que
estar a la altura y saber que esto no se trata de nosotras; que la propaganda y
las promesas electorales solo despistan del objetivo real de las víctimas,
porque, ahora mismo, a quien tenemos que escuchar es al pueblo palestino.
Tenemos que comprender que, como políticas y políticos, solo somos el nexo
entre la institución y la ciudadanía.
¡Pongámonos a ello!
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