FUERZA MILITAR DE OCUPACIÓN PARA
MANTENER LA
CATÁSTROFE
El
Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas (ONU) aprobó el
pasado 2 de octubre la iniciativa de Washington para enviar a Haití una fuerza militar
multinacional de mayoría keniana, cuyo objetivo
declarado será controlar la violencia desatada por las pandillas y restablecer
niveles mínimos de seguridad en la nación insular.
A partir del asesinato del presidente Jovenel Moïse por unos mercenarios estadounidenses y colombianos, en 2021, los conflictos armados en las calles mantienen paralizada la capital del país, Puerto Príncipe, por lo que el primer ministro haitiano, Ariel Henry, solicitó reiteradamente la intervención de la ONU.
El
exsenador haitiano Joseph Joel John se declaró culpable ante un tribunal de
EEUU de haber facilitado apoyo material y logístico decisivo para el asesinato
de Moïse. John, quien huyó a Jamaica y fue extraditado a territorio
estadounidense a inicios de 2022, también sería obligado a pagar tres
multas de hasta 250.000 dólares por los delitos de conspiración para matar
y secuestrar a una persona fuera de EEUU, con apoyo material “que resultó en
una muerte, y conspiración para brindar dicho apoyo”.
Esta nueva misión
de seguridad está dirigida por Kenia y significa un nuevo despliegue de fuerzas
militares internacionales en Haití después de casi 20 años. La propuesta,
aprobada en la ONU con trece votos a favor, contó con el respaldo de
Estados Unidos y la abstención de Rusia y China. Las tropas extranjeras están
habilitadas a permanecer en Haití durante un año.
La
radicación de una nueva fuerza de ocupación en Haití había sido solicitada ya el año pasado por el primer ministro Ariel Henry, del PHTK,
quien se convirtió en el nuevo hombre fuerte en el país tras el asesinato del expresidente Jovenel Moïse, en 2021. Su mandato es considerado ilegítimo por la
oposición. Haití vivió en septiembre de 2022 grandes movilizaciones contra
la duplicación del precio de los combustibles y el gobierno. Con la nueva misión, el
imperialismo le da un espaldarazo a Henry.
Se
estima que las fuerzas keniatas desembarcarán en el territorio en 2024. Es
necesario organizar una gran campaña internacional contra esta nueva fuerza de
ocupación imperialista y en apoyo al pueblo haitiano.
De primer país libre a nacion mancillada
Cuando
casi todos los territorios coloniales de América apenas soñaban con la
independencia, hace dos siglos, Haití ya era un país libre.El territorio
francés de Saint-Domingue se convirtió en 1804 en el primer país autónomo de la
región de América Latina y el Caribe, y pasó a ser bautizado con un nombre de
los taínos, Haití.
Fue
una lucha excepcional en la historia mundial: los esclavos de origen africano
derrotaron a las fuerzas del disciplinado y temible ejército de Napoleón.Con la
independencia llegó la abolición de la esclavitud en el lado oeste de la isla
La Española.
Desde
principios de la década de 1900, hubo al menos tres grandes intervenciones
militares en Haití dirigidas por Estados Unidos y Naciones Unidas. Estados
Unidos ocupó por primera vez Haití de 1915 a 1934. Comenzó el 28 de julio
de 1915, cuando 330 marines desembarcaron en Puerto Príncipe bajo la
autoridad del entonces presidente de EEUU, Woodrow Wilson, para
salvaguardar los intereses de las empresas estadounidenses.
Siete
presidentes haitianos fueron destituidos o asesinados de 1911 a 1915. Estados
Unidos retiró medio millón de dólares del Banco Nacional de Haití para su
supuesta custodia en Nueva York. La ocupación formal de Estados Unidos comenzó
en julio de 1915 y duró hasta agosto de 1934.
En
septiembre de 1994, Estados Unidos envió más de 20.000 soldados y dos aviones a
Haití como parte de un operativo llamado “Restaurar la Democracia”, durante la
presidencia de Bill Clinton. El objetivo era restaurar en el poder a Jean
Bertrand Aristide, quien había sido derrocado por un golpe de Estado en
1991.
Aristide fue el
primer presidente de Haití elegido de manera democrática un año antes. Un
contingente más pequeño de soldados estadounidenses se quedaron en Haití hasta
principios del 2000.
La
ONU lanzó una misión de mantenimiento de la paz en 1993, seguida de la llegada
de soldados estadounidenses en 1994. Otra intervención se produjo en 2004. La
primera de esas fue para restaurar al presidente Jean-Bertrand Aristide en el
poder. La segunda ocurrió luego de una rebelión que lo destituyó de
nuevo.
La realidad
Se
estima que sólo en Puerto Príncipe operan alrededor de 200 grupos delictivos
que controlan entre 50 y 80 por ciento del territorio de la capital, con una
brutalidad tal, que los habitantes deben pagar por el mero hecho de cruzar una
calle y los ciudadanos que se atreven a alzar la voz son masacrados ante una
mezcla de impotencia y complicidad de las corporaciones policiales.
Es
innegable que Haití se encuentra sumido en la que quizá sea la peor crisis de
su atribulada historia: los poderes Legislativo y Judicial se encuentran
disueltos de facto, mientras el Ejecutivo es ocupado de manera ilegítima por el
primer ministro Ariel Henry desde el asesinato del presidente Jovenel Moïse en
2021.
Apenas
hay 10 mil agentes de Policía para 11 millones y medio de habitantes y su
exiguo número se ve empeorado por la falta de equipamiento, la nula
capacitación y la mencionada ambigüedad de sus lealtades. Prácticamente toda
actividad económica o cívica se encuentra paralizada por la criminalidad y
alrededor de 200 mil personas (es decir, casi 2 por ciento de la población) han
sido desplazadas de sus hogares por los delincuentes, 10 mil de ellas en los
últimos días.
En
suma, las instituciones sólo existen en el papel y el Estado es un mero
fantasma, una ficción que ni siquiera cubre las apariencias de cumplir con sus
funciones.
Sin
duda, lo peor que podría pasarle al pueblo haitiano es justamente el arribo de
un nuevo contingente de cascos azules, cuerpo que se encuentra desacreditado a
escala global y en este país tiene un historial nefasto de violaciones a los
derechos humanos, abusos de poder y reproducción de las lacras que pretendían
combatir.
Está
sólidamente documentado, por ejemplo, que a comienzos de este siglo los
integrantes de la rama armada de la ONU crearon un sistema de prostitución en
el que obtenían sexo (muchas veces, con niños de apenas 11 años) a cambio de
los víveres que la comunidad internacional enviaba para paliar la
hambruna.
Los supuestos ‘pacificadores’ operaron
con tal falta de escrúpulos y certeza de impunidad que realizaban este tráfico
sexual frente al palacio presidencial. La presencia de los cascos
azules tuvo efectos devastadores: casi un millón de personas enfermó
y más de 10 mil murieron en la epidemia de cólera de 2010-2011, provocada
porque las letrinas de los soldados nepalíes descargaban las heces en el río
Meye.
La
emergencia sanitaria fue de tal magnitud, que se registraron más casos de la
enfermedad en este pequeño país que en toda África.
Para
colmo, voceros de organizaciones y movimientos populares señalan que la
violencia de las bandas es alentada por el régimen de Henry a fin de evitar la
convocatoria a elecciones.
La oposición
De
acuerdo con Camille Chalmers, dirigente del partido de izquierda Rasin Kan Pèp,
las pandillas son la respuesta de Henry a las movilizaciones populares de 2020.
En tales circunstancias, queda claro, pues, que una fuerza militar de ocupación
enviada para reforzar a la administración espuria no hará sino ahondar la
miseria del pueblo haitiano y consolidar la cancelación de la democracia.
Mientras, la
activista haitiana por la democracia Monique Clesca, sostiene que “esto valida
al Gobierno criminal de Ariel Henry”. Además plantea que los 100 millones de
dólares que Estados Unidos ha prometido para apoyar la misión de la ONU serían
mejor aprovechados si se destinaran a apoyar a la sociedad civil. “El gran
problema que tenemos en este momento es el sistema de gobernanza”, señala
Clesca.
Mamyrah
Prosper, de la Universidad de California en Irvine, presentadora del podcast
“Haiti: Our Revolution Continues” señaló que la población haitiana
tiene motivos para ser escéptica dada la historia de intervenciones extranjeras
en el país, incluso por parte de la ONU.
“Esta
no es la primera vez que el Consejo de Seguridad de la ONU aprueba el envío de
lo que el pueblo haitiano denomina una ‘fuerza de ocupación’”, señala Prosper.
“Estas misiones realmente no vienen a proteger a la población. De hecho, están
aquí para proteger las inversiones multinacionales”, denunció.
La
comunidad internacional, y en particular las potencias que por siglos han
saqueado a Haití, tienen el deber moral de aportar toda la ayuda posible a un
pueblo que languidece bajo el hambre y la barbarie.
Una
nueva aventura militar -apoyada por las empresas trasnacionales- es
la antítesis de la solidaridad que requieren los habitantes de la porción
oriental de la isla La Española. Un apoyo verdadero pasa por el impulso al
desarrollo, la entrega directa y sin corruptelas de insumos de primera
necesidad, y ante todo el empoderamiento de la población frente al régimen
mafioso que se adueñó del territorio.
Grandes
grupos mineros canadienses y estadounidenses explotan en Haití
numerosas minas, especialmente de oro, a la vez que gozan de cuantiosas
ventajas impositivas. Luego del terremoto de 2010, el capital pudo avanzar en
otros sectores como el turismo de lujo o las exportaciones agrícolas.
Las
trasnacionales han venido desalojando a los campesinos de sus tierras, y,
además, sobreexplotan por salarios bajísimos (dos dólares diarios) a
trabajadores en las maquiladoras textiles, del calzado y la electrónica.
La
apertura arancelaria impuesta por Estados Unidos (desde 1987 las
tasas más altas aplicadas a las importaciones no sobrepasan el 10 por ciento)
ha contribuido, de la misma manera, al desguace de la
economía haitina: de autoabastecerse de arroz en 1980, Haití pasó en
2019 a importar de Estados Unidos el 80 por ciento de su consumo.
Álvaro Verzi Rangel. Sociólogo y analista
internacional, Codirector del Observatorio en Comunicación y Democracia y
analista senior del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico
(CLAE, www.estrategia.la)
Fuente: https://estrategia.la/2023/10/11/haiti-fuerza-militar-de-ocupacion-para-mantener-la-catastrofe/
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