domingo, 12 de septiembre de 2021

ÉXTASIS ELECTORAL

 

ÉXTASIS ELECTORAL

Eduardo Sanguinetti, filósofo y poeta.

“Si no hay comida cuando se tiene hambre. Si no hay medicamentos cuando se está enfermo. Si hay ignorancia y no se respetan los derechos elementales de las personas. La democracia es una cáscara vacía, aunque los ciudadanos voten y tengan parlamento”.

Nelson Mandela

Conocemos el vacío social y político, cada vez más prolongado, que precede a la convocatoria de elecciones. Queda suspendida cualquier iniciativa, la sociedad está congelada de antemano.

Pura simulación, pues por otra parte el veredicto de las elecciones es indiferente. Cada vez en mayor medida, el poder político se dedica a congelar a la sociedad en una especie de suspenso electoral, de éxtasis del sufragio, bajo presión.

 

Ocurre con la humanidad como en el film 2001 Odisea al espacio de Stanley Kubrick, con los viajeros en el espacio con un estado de coma superado, bajo la vigilancia del ordenador.

 

La información y la comunicación mantienen al cuerpo social en estado de supervivencia, todas las funciones vitales prosiguen, sólo que la vida no aparece.

 

En nuestras comunidades, en cierto modo, tampoco aparece la vida, pero la información, sea cual sea su signo y las funciones vitales prosiguen. Y sin duda estamos siendo desconectados de nuestra historia y del final de nuestra historia, ya grabados con fecha de vencimiento.

 

Gobernar contra el sistema es imposible, dado que parte del propio sistema es el que financia el fascismo instalado y en acto de delinquir contra las libertades individuales, imponiendo de modo dictatorial aberraciones que no concebimos hayan retornado.

 

El pueblo quiere ser desafiado políticamente: en caso contrario se limita a devolver el poder, pero siempre juega con un poder muerto. En él no existe ya la escena, ni la ilusión, ni la pasión, sólo la indiferencia y la incredulidad. Nada más triste que la melancolía de los hombres en el poder, que jamás curará al pueblo de sus miserias.

 

América Latina es la región más desigual en el planeta, donde es impracticable vivir hoy: espacio de minorías, ignorantes de modo directamente proporcional a sus riquezas, hoy en el podio de los ganadores de la estafa, consagrados por la tan mentada revista “Forbes”. Se torna fundamental ocultar las verdaderas razones del descontento social y hacer creer a las víctimas del sistema que los verdaderos agresores son otras víctimas.

 

La indiferencia casi siempre es mayoritaria y desenfrenada. Esta indiferencia, desentendimiento, falta de observación, fueron obtenidos sin duda mediante estrategias sigilosas, obstinadas, que introdujeron lentamente sus caballos de Troya y supieron sustentarse tan bien sobre aquello que propagaban -la falta de vigilancia- que fueron y siguen siendo imperceptibles, y por ello tanto más eficaces.

 

La indiferencia es feroz. Constituye el partido más activo, sin duda el más poderoso de todos.

 

Para un sistema, la indiferencia general es una victoria mayor que la adhesión parcial, no se ignora que nos han declarado una guerra los enemigos de la libertad y la igualdad, son ellos, los neonazis, en acto de instalar el adoctrinamiento, autoritario, represivo sobre los habitantes de la República Argentina y del mundo.

 

En verdad, es la indiferencia la que permite la adhesión masiva a ciertos regímenes, las consecuencias son por todos conocidas. Pero, qué sucedió para que Argentina se debate nuevamente en esta instancia que tanto le ha cobrado en tiempo y vida a un pueblo, con buitres de la corporación mafiosa mediática que hora a hora difaman, mienten y dibujan la realidad distópica, que consideran apropiado para minimizar el sufrimiento de los indigentes.

 

Las consignas de las dictaduras también se reciclan, sobre todo porque con el tiempo estas se fueron legitimando y el reciclaje es integral, aplicándose a las prácticas de vidas ficcionales de millones de habitantes del mundo.

 

En Argentina se replican por miles en marchas de tinte totalitario, donde nada es lo que parece. Para el fascismo la mentira es tan verdadera como la verdad, cuanto más dramático sea el contraste de la invención con la realidad, tanto mejor.

 

El régimen dominante impone un dictado: “No hay alternativa a la economía de mercado”, frase débil en sentido, carente de fundamento, absurda, discurso netamente totalitario, que define el espacio en el cual nos encontramos encerrados en el mercadeo de productos derivados de otros productos derivados de flujos financieros que imponen las reglas de juego de un sistema degradante.

 

¿De qué modo?, hoy, sin rebelarse, pues es suicida, simplemente sacudiéndose la carcasa de propaganda abominable, apartando pacientemente los interrogantes falsos que tapan los reales y verdaderos problemas que nos acucian.

 

Este genocidio que se lleva a cabo a la luz del sol, es atribuido a las “crisis” temporarias, provocadas por la pandemia del Covid-19, devenidas en instalar la nueva civilización, en la que sólo un porcentaje muy pequeño de los habitantes del planeta, tendrá funciones a realizar, en nombre de la sacrosanta especulación, por el bien del mercado.

 

He aprendido según transcurrieron en el descuento de los años de mi vida, los magros presupuestos con que la comunidad cuenta, para dar el empujón al abismo del “nunca jamás”, a todos los delegados de la farsa y el espectáculo mediático pestilente, donde caerían por ley de gravedad y levedad, sin remedio y de manera higiénica y clara, estos enviados de la farándula, (fundamental aliada del cabaret nazi) y del filo-nazismo en acto de ser tendencia para las hordas de fascistas, que en Argentina sentaron reales, en diversas funciones del establishment.

 

La legítima inteligencia, fue excluida del juego político hace décadas, por los monopolios políticos y empresariales, los enemigos de la verdad, de la libertad y de la democracia. Porque aunque se les llene la boca, cada vez que hablan, de valores universales y principios éticos, gracias a Julian Assange y sus Wikileaks, conocemos un poco mejor qué hay detrás de sus máscaras...

 

El sarcasmo absurdo y el anacronismo, configuran la alegoría de la historia Argentina, de este tiempo, donde los peores ocupan funciones de relevancia, y pareciera que el espectáculo de los falaces estafadores de la vida, continuarán en sus sitiales de honor, impidiendo la construcción de una República, en franca desaparición, con la identidad del ciudadano subestimada, eliminada, con un solo derecho, emitir su voto “obligatorio”... una desmesura.

 

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