TODO EMPEZÓ CON LA PALABRA ‘MARICÓN’
GRABADA EN UN CULO
CRISTINA FALLARÁS
Imagen de la concentración en la
Puerta del Sol de Madrid contra las agresiones homófobas. REUTERS/Sergio Perez
Fue el año aquel del caso en el que a un tipo le grabaron en el culo la palabra "maricón" y el país entero se revolucionó en 24 horas, hablaron el presidente del Gobierno, el ministro de Interior, los partidos de izquierda y derecha, todos. Corría 2021 y en la calle empezaba a haber miedo. Resulta que días después, el que había denunciado la agresión declaró que era mentira y que él había consentido… ¿Recuerdas tú como acabó ese asunto? Bueno, pues eso, que en las calles había miedo porque cada semana se denunciaban agresiones a homosexuales, lesbianas, trans, feministas, críos inmigrantes…
Era cuando ya sospechábamos, y
así lo decían todas las encuestas, que la ultraderecha entraría en el Gobierno.
Aquel suceso fue la carroña que
los buitres de la extrema derecha estaban pidiendo a gritos. Lo habían
organizado todo para que sucediera algo así. No es que organizaran el hecho en
sí, claro, lo del culo, sino que llevaban varios años difundiendo la idea de
las denuncias falsas. Así que solo les faltaba la denuncia falsa, y ahí estaba
por fin. Pero no una denuncia falsa cualquiera, nada menos que una denuncia
falsa que había atrapado en su red al Gobierno y al mismísimo presidente.
La idea de denuncia falsa era la
clave. Negar la realidad y oponerle un relato falsario pero que una mayoría de
la población compraría, cada uno por sus propios intereses. Se decía que las
mujeres mataban a sus hijos, que los magrebíes venían a violar, que el
colectivo LGTBI estaba pudriendo las costumbres de la juventud, que las feministas
lo eran para cobrar del Estado, que quienes ocupaban pisos eran bandas del
crimen organizado… Qué barbaridad. Qué barbaridad porque la sociedad entera
dejó durante mucho tiempo que la mayoría de los medios de comunicación
difundiera esos mantras. ¿Eran mentira? ¡Evidentemente! Pero cada día se
repetía la misma mentira en lugares que no eran reales. Las redes eran el sitio
perfecto. Y para una mayoría cada vez mayor empezaban a parecer verdad.
Los hechos y las cifras no
importaban. No importaba que las denuncias ciertas fueran todas menos una.
Habían colonizado las redes sociales y la realidad no existía, sino el relato
de la realidad, cualquier realidad. Ten en cuenta que te estoy hablando de
España, un país en el que la dictadura, cuatro décadas después, seguía vivita y
coleando. ¿País de cobardes? Puede. Desde luego, una democracia muy deficiente.
Ese mismo año, el rey que había sido Jefe de Estado durante esos mismos 40 años
estaba huido y demostrados sus primeros fraudes, e incluso partidos de supuesta
izquierda, como el PSOE, se negaba a intervenir en eso, a investigarlo. De
repente, cabía cualquier posibilidad.
Todo se erizó entonces. Recuerdo
que el diario ABC tituló su editorial La ideologización de una mentira, y en
verdad resumía la forma en la que se comunicaban las cosas: "El ridículo
es mayúsculo, solo comparable a la aparatosidad de un montaje que, como en
casos similares, pasa por la criminalización de los rivales parlamentarios, sin
otra prueba que el prejuicio y la propaganda". "Ideologización",
"propaganda", "comunismo", "adoctrinamiento"… Los
creadores de argumentarios que al día siguiente difundieron todas las cadenas
del país se frotaban las manos con tesis a cuál más salvaje. De nada servía ya
lo que podríamos llamar "la realidad real", porque todo occidente
navegaba sin brújula entre construcciones falsas multiplicadas por millones
gracias a sistemas informáticos. Y de hecho, cabe preguntarse si esa no era
también una realidad. ¿Qué era la realidad?
Aquello fue una escabechina. El
caso del tipo al que marcaron el culo con la palabra "maricón" no
alimentó solo la homofobia sino también la durísima cruzada contra el
feminismo, alimentó el racismo y sobre todo la idea de las denuncias falsas.
Total, nada era cierto. No sé si me explico, no es que no fueran ciertas las
denuncias, que lo eran, es que eso no tenía relevancia. La extrema derecha
tenía la semilla para la tierra que llevaba años abonando, et voilà. Germinó,
ya lo creo que germinó.
La denuncia falsa de aquel tipo
al que grabaron la palabra "maricón" en el culo fue la chispa que
encendió todo lo que sucedió después. Qué desastre. Éramos idiotas y no lo
vimos venir. ¿O sí? En fin, nosotros ya estábamos lejos cuando todo lo que vino
después.
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