DESAPARECIENDO A PEDRO SÁNCHEZ
ANÍBAL MALVAR
Nos enteramos por La Razón de que las políticas negociadoras del gobierno de Pedro Sánchez funcionan mejor en Catalunya que los policías aporreadores y los jueces de garrote vil que envía allí el PP cuando gobierna. Guardad las sales y recuperad el aliento, pues el periódico de Paco Marhuenda no lo cuenta tan cristalino como yo.
Voy a centrarme. Saca el periódico de Planeta una encuesta que constata que las ansias independentistas del pueblo catalán se han enfriado. "En los últimos tiempos, el separatismo ha ido dando señales cada vez más claras de debilitamiento", escribe el periodista Javier Gallego en el análisis de los resultados demoscópicos. Quizá le puede el entusiasmo, pues no es que la mayoría de los catalanes luzcan en la Diada de hoy una pulserita rojigualda. Los partidarios de la independencia son el 45,7% y los no independentistas suman el 49,4, de hacer caso a los datos de la consultora NC Report. Hay un cambio, una tendencia, pero no tan vehemente como para que Ada Colau llame a Marta Sánchez a cantar el pregón en las fiestas patronales.
El caso es que, en
el análisis de la citada encuesta, el periodista de La Razón no ve conveniente
aludir a los presuntos méritos de Pedro Sánchez en esta bajamar nacionalista.
De hecho, a nuestro apuesto y pizpireto presidente solo se le nombra de forma
anecdótica en el largo análisis, un par de veces y como actor secundario al
lado (o a la sombra, incluso) de Felipe VI.
"Lo cierto es
que hasta los propios partidarios de la independencia de Catalunya han dado cada
vez más señales de su frustración y enfado con los líderes políticos con tanta
promesa incumplida", zanja Javier Gallego el reparto meritorial. O sea,
que hay que agradecerle a los líderes independentistas el retroceso del
independentismo. Cualquier día el alcalde Almeida le pone estatuas ecuestres a
Oriol Junqueras y a Carles Puigdemont en la Plaza España. Los delirios de nuestra
derecha son inescrutables.
Uno, que es de
natural malicioso, piensa que los directivos de La Razón que decidieron
encargar esta encuesta para publicar cuando amanece la Diada deseaban el dato
contrario: un repunte del secesionismo, y entonces sí hubieran podido cargar
feroz y despiadadamente contra la política de diálogo de este gobierno
policromo como una bandera LGTBI.
El problema surge
cuando los datos no confirman tus deseos, y resulta que la encuesta nos dice lo
contrario de lo que deseábamos escuchar. Entonces se pone en funcionamiento la
máquina del disparate y se elimina del relato al actor principal, que es lo que
hacen hoy en La Razón con Pedro Sánchez: desaparecerlo. Huelga decir que esta
práctica no es, periodísticamente hablando, demasiado deontológica. La
estrategia mediática del pim-pam-pum está acabando con los últimos vestigios de
periodismo que quedaban en nuestros medios de derechas. Y resulta difícil de
creer que los escasos lectores que les quedan a estos medios (y a los otros) no
capten el desvarío.
No es de extrañar
así el apoyo casi reverencial de esta prensa madrileña a lo más lisérgico del
PP, que es esa estupefaciencia llamada Isabel Díaz Ayuso. Pero es que yo creo
que un político, en plena efervescencia mitinera, tiene más derecho a desvariar
que un periodista. El periodista es un notario con conciencia de estilo, y si
trae de complemento un par de ojos de poeta, mejor. Aunque también ha habido
grandes periodistas tuertos.
Desvincular al
presidente del gobierno de un cambio de tendencia en Catalunya, después de todo
lo que se está jugando allí, es como intentar contar La Odisea eliminando el
personaje de Ulises. No es que pretenda uno comparar a Sánchez con los más
legendarios héroes griegos, aunque seguro que como estatua sedente y
pensativamente desnuda no desentonaría en ningún Partenón. Pero coño, algo
tendrá que ver en lo de Catalunya, olvidadizos analistas.
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