YOLANDA DÍAZ Y EL 'CASO BAERBOCK'
ANA PARDO DE VERA
Un proyecto que ya está en marcha". La intención de Yolanda Díaz, de la que volvió a dejar constancia en el aniversario del PCE celebrado en Rivas-Vaciamadrid el pasado domingo, es modelar (¿y liderar?) una alternativa de país que pase por la justicia social, la diversidad, el feminismo, el ecologismo y la "izquierda a la izquierda del PSOE". Toda ella; Díaz no descarta a nadie, insiste. En el discurso que dio en Rivas esbozando (nada más) sus intenciones de futuro, como acostumbra a hacer desde que Pablo Iglesias la señaló como su sucesora a candidata a la Presidencia del Gobierno de Unidas Podemos sin que ella haya confirmado nada aún, pese a la insistencia de la prensa, ni dio nombre alguno ni citó siglas de partido; ni siquiera las de UP. Si acaso, habló de su "cultura" latente en ese PCE que festejaba su centenario este 26 de septiembre con el recuerdo de Julio Anguita más (y mejor) que de Santiago Carrillo.
Las palabras de
Díaz, como viene siendo habitual desde que Iglesias la señaló, han sido
acogidas con cautela y tranquilidad por el PSOE, más allá de cuatro
hiperventilados nerviosos por el liderazgo de la vicepresidenta en las
encuestas del CIS, donde ocupa el primer puesto de mejor valoración de entre
los dirigentes expuestos, incluido Pedro Sánchez. Los socialistas están ahora
en otra pantalla, que pasa por consolidar al equipo de Gobierno de la segunda
mitad de la legislatura, con el que Sánchez quiso dar toda la responsabilidad
al PSOE con nombres de fuerte componente orgánico. Una apuesta arriesgada -como
todas las que hace-, pues en caso de salirle mal, en las elecciones 2023, se
llevaría la esencia del partido por delante.
Para la izquierda,
hoy, es imposible -pese a las obvias diferencias- abstraerse de traer a España
los resultados en Alemania, no en el ámbito de los dos partidos dominantes, SPD
y CDU, sino del verde Grüne, que ha cosechado sus mejores resultados este
domingo con una mujer joven al frente, algo que en sí mismo ya es noticiable,
pese y también por los ataques machistas de la campaña.
Las expectativas de
Los Verdes, que este 2021 llegó a ser líder en las encuestas sobre las
elecciones alemanas, se empezaron a desinflar antes del verano por varios
errores de la candidata y su equipo; errores que aquí pasarían desapercibidos:
te inflo un poquito el CV, publico un libro con unos parrafitos copiados sin
citar a las fuentes,... Peccata minuta en esta España nuestra, pero una pérdida
de confianza en Annalena Baerbock, candidata de Grüne, de su potencial
electorado en la Alemania que fue de Merkel, excanciller que llegó a echar a
dos ministros por plagiar sus tesis. Como aquí, vaya.
Más allá de estos
errores, y en líneas muy generales que no incluyen al lúcido candidato del SPD,
Olaf Scholz, los analistas coincide en señalar el excesivo e inexperto
entusiasmo de Baerbock antes las encuestas o las portadas arrolladoras de los
medios alemanes e internacionales, que le hicieron bajar la guardia y afrontar
con poco tino la recta final de la campaña. En la era del fulgor instantáneo y
de las redes sociales, el éxito mal gestionando se paga tan caro como el
fracaso y aunque la candidata verde obtuvo el mejor resultado de la historia de
su partido (fue fundado en 1980), podría quedarse fuera del esqueleto
tripartito que sustentará al Gobierno y sin el liderazgo de la oposición.
La novedad de la
candidatura de Baerbock, la frescura en las formas, el hecho de ser mujer
joven, el programa ecologista y social de Grüne en la era del acelerado cambio
climático -sin olvidar la salida de Merkel-,... nos hicieron ver por un tiempo
un cambio de rumbo en Alemania, que no siendo revolucionario, podía tener un
efecto dominó en Europa, con las próximas elecciones en Francia y en España.
El resultado en
Alemania, siendo razonablemente bueno para la socialdemocracia y la izquierda
europeas, nos resulta bastante lento a quienes, por ejemplo, vemos con
preocupación la encuesta de este lunes en La Vanguardia-GAD3 sobre la
aceptación mayoritaria en Catalunya de la ampliación del aeropuerto de El Prat,
es verdad que con modificaciones medioambientales para que tenga el menor
impacto posible, si así se pudiera. Solo un 27% de catalanes están en contra de
esa obra pese a toda la tragedia mundial que estamos viviendo relacionada con
la brutal crisis del clima.
Alemania nos dice
que la izquierda tiene una oportunidad y está relacionada con la conciencia
social de progreso, incluso en los ámbitos más liberales, que en Berlín reniegan
de la ultraderecha en todas sus formas: nadie pactará con ella. Esa
oportunidad, no obstante, se cuece lenta y exige prudencia: no a la euforia, no
a las encuestas, no a los cantos de sirena. Parece que Díaz lo entendió antes
que Baerbock, así que déjenla hacer.
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