EXOBISPO POR AMOR
DAVID TORRES
El exobispo de Solsona,
Xavier Novell.
Se ha dicho muchas veces que la realidad imita al arte, pero lo que no se dice tanto es que la realidad puede permitirse hipérboles que jamás se le tolerarían a un escritor, por mucha imaginación que tenga. He leído las noticias sobre el exobispo de Solsona, Xavier Novell, con la extraña sensación de que la vida estaba escribiendo otra vez una novela. En el tráfago diario de las cosas -el ir y venir de los camareros, el ajetreo de las cajeras- hay montones de novelas haciéndose y deshaciéndose ante nuestros ojos, aunque pocas cuentan con la cantidad y calidad de elementos que tiene la narrativa de este buen hombre, el obispo más joven de España, quien a veces está protagonizando una trilogía de Blasco Íbañez y otras veces un romance de Corín Tellado. Es una historia excesiva a todas luces, de ésas que un crítico o un lector exigente desecharía por sobredosis dramática pero que la realidad te estampa en la jeta con el tampón de un funcionario inapelable. Sí, lo alucinante de la vida es que está basada en hechos reales.
Xavier Novell era
un obispo como Dios manda, intolerante, antiabortista, homófobo, y sin embargo
tocado con el detalle inquietante de que, más allá de la jerarquía eclesiástica,
estaba a favor de la independencia catalana. La simpatía por el procés delata
al personaje complejo, con sus aristas y sus fallas: tal vez el catalanismo
haya sido la brecha donde se fue colando todo lo demás, porque se empieza por
pedir la independencia de un país y se acaba pidiendo la independencia de la
carne. Un señor que considera el aborto un genocidio personal y la
homosexualidad una enfermedad de la que el paciente puede curarse, de repente
ve que su vocación clerical se tambalea desde el momento en que conoce a una
señora que, para colmo, se dedica a la psicología: la competencia directa del
confesionario. La carne es débil y la mente ni te cuento. Del alma mejor no
hablamos.
Para rizar el rizo,
la señora, además de psicóloga, es novelista, autora de novelas eróticas, una
de ellas de corte satánico y título francamente inverosímil: El infierno de la
lujuria de Gabriel. Aquí es donde el crítico o el lector exigente tiraría el
libro por la ventana, pero como la realidad no sabe nada de absurdos,
redundancias o cursilerías, la novela prosigue con la renuncia del obispo y una
frase no menos novelesca, en toda la extensión de la palabra: "Me he
enamorado y quiero hacer bien las cosas". Qué cosas no querrá hacer bien
el exobispo después de tronar tantas veces contra el aborto desde el púlpito y
de recomendarles sesiones de terapia a los homosexuales. En la diócesis ya se
olían la tostada desde que el obispo empezó a mencionar la independencia de
Catalunya en misa.
Finalmente uno se
da cuenta de que la vida no estaba copiando a Corín Tellado ni al plasta de
Blasco Íbañez sino nada menos que a Leopoldo Alas, Clarín, quien propuso el
conflicto entre un clérigo joven y viril y una joven insatisfecha casada con un
anciano bobo. La originalidad de La Regenta respecto al gran modelo de Madame
Bovary y a las demás obras maestras sobre el adulterio europeas -Ana Karenina,
Effie Briest, El primo Basilio- es que la protagonista no sólo cuenta con una
fantasía masculina a su altura, un hombre hecho y derecho, inteligente y
atractivo, sino que además el hombre hecho y derecho está aprisionado por el
voto de castidad y la sotana de cura. Fermín de Pas no pudo salir del sagrario,
pero más de un siglo después el ex obispo de Solsona está a punto de comprender
que la religión es una enfermedad de la que uno puede curarse con la terapia
adecuada.
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