LOS ENEMIGOS DE ESPAÑA
ANITA BOTWIN
El líder de Vox, Santiago Abascal, a
su llegada a la sesión de control al Gobierno celebrada este miércoles en el
Congreso. EFE/Juan Carlos Hidalgo
Hace unos días pasé por un restaurante uruguayo en el que comí de maravilla, y en el que también viví, sorprendida, un ejemplo más de lo que está ocurriendo en nuestro país.
El dueño del local, muy cuidadoso y cercano, nos preguntaba a cada uno de los comensales cómo nos gustaba la carne. También lo hizo con los de la mesa colindante con la nuestra, un grupo de chavales que comían carne sin apreciarla, boca abierta, sin apenas masticar, como quien da por hecho lo que come porque nunca tuvo que preocuparse por obtenerlo.
-¿Que tipo de carne
os gusta más, la derecha o la izquierda?
-La derecha,
siempre la derecha- respondieron ellos
entre risas, con esa altanería de quienes se creen dueños de todo.
Todos ellos
hombres, degustando carnaza como si se tratara de una nueva religión unga unga
. Vociferando, riendo sin sentidos, machistadas varias. Faltaba el puro.
¿Cuál era el pecado
de aquel humilde hostelero? ¿A qué se debían esas risas? Poner a Pepe Mujica y
sus frases épicas en las paredes del local fue su pecado. Sin embargo,
cualquier uruguayo sabe, conoce, todo lo que hizo el presidente del Frente
Amplio por los más desfavorecidos, algo que por supuesto escuece a quienes más
poseen y menos quieren compartir.
Lejos de entrar en
polémica, el camarero les sirve la carne con su mejor cara, haciendo lo mejor
que sabe su trabajo. Sabe que es absurdo entrar a debatir, que no va a cambiar
su opinión y que al fin y al cabo, su maestro, Pepe Mujica, le enseñó a
respetar al otro, por mucho que el otro represente todo en lo que no cree, la
derecha en este caso.
-¡Saludos a Isabel!-
les dice el hostelero mientras se van. No han entendido la broma, la joda, al
referirse a Isabel Díaz Ayuso. Se van desconcertados, mirada en alto, ceño
fruncido, pero con el estómago lleno, agradecido. Uno de ellos levanta la mano
a modo saludo Heil Hitler!, o ya no sé si soy yo que lo interpreto así. Bien
podría ser, y eso es lo preocupante.
En otra ocasión,
otros comensales aseguraron que no volverían más, al tener a un peligroso
sanguinario colgado de sus paredes. Les había encantado la comida y el trato
exquisito, pero no volverían más. -Usted es pintor y hace muy bien su trabajo,
no dude en que si necesito pintar mi casa, le llamaré.- le dijo el dueño del
establecimiento a uno de esos clientes.
Algo que me enseñó
el dueño de este restaurante, al igual que en su momento lo aprendiera Pepe
Mujica, es que ponernos a su nivel nunca nos llevará a ninguna parte. Si acaso
a perder, otra vez. Mejor la sutilidad, el gracejo, el buen humor, la palabra
como arma. Pero, sin embargo, se pudo sentir ese ambiente tenso, esa guerra
fría en la que en cualquier momento podría romperse la convivencia si no das en
la tecla correcta.
Unos apuntan, otros
hacen el trabajo sucio. Abascal señalaba ayer en el Congreso que los enemigos
de España eran los migrantes. No la subida de la luz, no las condiciones
precarias, el paro… los inmigrantes.
Solo el miedo puede
llevar a alguien a odiar al otro que ni siquiera conoce. El miedo, la
ignorancia, la charanga y la pandereta de nuestros tiempos y de este nuestro
país.
No, señor Abascal.
Los enemigos de España son las grandes empresas que no pagan sus impuestos en
nuestro país, los que explotan a compatriotas como usted o como yo, los que
suben el precio de productos básicos como la luz, los que golpean e insultan a
otros por pensar distinto o sentir distinto o ser distinto. Los enemigos de
España no son quienes vienen a labrarse un porvenir y pagan sus impuestos aquí,
consumiendo y produciendo. Lo sabe bien y ese es su mayor delito, usar a los
más vulnerables para seguir propagando un discurso de odio que nos hará
enemigos entre nosotros mismos.
A Abascal le da
igual, porque él solo quiere mantener su statu quo, seguir viviendo del cuento
mientras los enemigos de España recogen fresa de sol a sol. Abascal, que se
permite el lujo de señalar a las víctimas desde el estrado, se ha olvidado de
decir algo que pensamos muchos: el mayor enemigo de España es a día de hoy es
él.
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