domingo, 12 de septiembre de 2021

LA BATALLA INTELECTUAL

 

LA BATALLA INTELECTUAL

POR MAITÉ CAMPILLO

“Todo el camino sabemos; están los rifles engrasados; están los brazos preparados; ¡marchemos! Nada importa morir al cabo, pues morir no es tan gran suceso: ¡malo es ser libre y estar preso, malo, estar libre y ser esclavo!”

Grupos de milicianas actrices de teatro refuerzan ‘la batalla intelectual’

No Cortés, ni Pizarro

(aztecas, incas, juntos halando el doble carro).

Mejor sus hombres rudos

saltando el tiempo. Aquí, con sus escudos.

Aquí, con sus callosas, duras manos;

remotos milicianos

al pie aquí de nosotros,

clavadas las espuelas en sus potros;

aquí al fin con nosotros,

lejanos milicianos,

ardientes, cercanísimos hermanos.

 

(‘No Cortés, ni Pizarro’) Vio y sintió Nicolás Guillén en el combate contra el fascismo español, el vibrar de la batalla intelectual unida a su pueblo esclavo. Lo visualizó rotundo de conciencia histórica, como una liberación y oportunidad de responder aplastando juntos, al que se alza una vez más como conquistador, en alas del imperio que arrasó colonizando América, sometiendo una vez más y de la misma manera sus vidas, usurpando culturas, destruyendo identidad. Poema en cuatro angustias y una esperanza, fue escrito en 1937, durante la estancia del poeta para participar en el II Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura, en Barcelona, Valencia y Madrid. Y, ¿dónde dejó Neruda en 1936, las lilas, la metafísica cubierta de amapolas, la lluvia que a menudo golpeaba sus palabras llenándolas de agujeros y pájaros? ‘Explico algunas cosas’ no es poesía abstracta son respuestas contundentes, consciente de la ruptura que su poesía implica en “Os voy a contar todo lo que me pasa”. La irrupción del fascismo en su vida, en la de todas, y en la del mundo impone nueva fase a su yo lírico. Cómo hablar del amor de pareja representado en las lilas y amapolas, frente a tanta sangre (venid a ver la sangre por las calles). Cómo hablar del amor a su tierra representada en los volcanes (mirad mi casa muerta) frente a tal caudal en río de sangre por las calles. Generales traidores… ¡mirad mi casa muerta!

pero de cada casa muerta sale metal ardiendo

pero de cada niño muerto sale un fusil con ojos

pero de cada crimen nacen balas

 

que os hallarán un día el sitio del corazón.

Preguntaréis por qué su poesía

no nos habla del sueño, de las hojas,

de los grandes volcanes de su país natal?

¡¡Venid a ver la sangre por las calles,

venid a ver la sangre

por las calles!!

 

Entre las calles del madrileño barrio de Argüelles, desde donde hizo Neruda el llamamiento al mundo para ‘ver la sangre por las calles’ encontró la razón de la polarización política. La fragancia del golpe es como el nazismo nauseabunda. Sus versos contra el acoso fascista internacional lo impone el paisaje bélico fulminando miles de seres inocentes. Los chilenos Pablo Neruda, Vicente Huidobro y Gabriela Mistral, el peruano César Vallejo, Pablo de la Torriente Brau puertoriqueño y cubano, como Nicolás Guillén y el mexicano Octavio Paz (entre otros), a todos ellos y ellas de unos y otros países de América Latina, el golpe fascista contra la República supuso una experiencia traumática, que pasó por una transformación inmediata de su trayectoria literaria (más radical si cabe nos dicen algunas de las historiadoras). En su análisis la profesora Remedios Mataix de la Universidad de Alicante cuenta la respuesta de estos poetas y escritores encuadrada en la batalla intelectual: “Se escribe al minuto y en el caso de alguno, desde el mismo escenario de la batalla. Los hubo que perdieron la vida como Pablo de la Torriente (que murió en combate en Majadahonda a los 35 años), llegaban ya comprometidos pero al llegar constataban que estaban en guerra, además de contra Franco, contra los nazis y los fascistas, que prestaban su ayuda”. La propaganda jugó un papel fundamental a manos de intelectuales y escritores de la República, juntos aprovecharon para la causa desde el primer momento el gran caudal de poetas que tuvo la República, filósofos, pintores y cartelistas así como la poderosa industria impresora con que contaba. Alrededor de 2.000 (según historiadores) fueron las publicaciones que hicieron de portavoces de las unidades milicianas y sectores de la cultura unida a la batalla intelectual. La literatura se sirvió de la rapidez del periodismo, los pasquines se multiplicaron entre murales y consignas. La república de los grandes poetas no se hace esperar, García Lorca, Luis Cernuda, Miguel Hernández, Rafael Alberti, Gerardo Diego, Dámaso Alonso, Pedro Salinas, León Felipe, Aleixandre, Machado… toparon con una realidad cruel entregándose incondicionales a la causa en vanguardia de urgencia y respuesta a los acontecimientos, desarrollando un sistema de propaganda y agitación de tal eficacia, que sorprende a los medios extranjeros: “En narrativa hubo algunos ejemplos, pero fueron las revistas comandadas por los grandes nombres de la cultura entonces jóvenes, quienes lideraron los proyectos como Hora de España: con Ramón Gaya, Manuel Altolaguirre, Juan Gil-Albert y Antonio Sánchez Barbudo. Además, casi cada regimiento tenía su propia revista y la mayoría eran semanales. Fue un crisol infinito” (Cuenta el académico Emilio Peral). La propaganda viajó ligera por los frentes de lucha donde se recitaba poesía ante una población analfabeta en una amplia mayoría y donde el teatro es luz y estrella de atenciones.

 

Hora de España nace en enero de 1937: “Nunca en medio de tanta sangre y muerte se ha escrito nada semejante”, dijo María Zambrano de la revista en la que aparecía poesía y crítica, ensayos, narraciones, notas y conferencias. Más reflexión que propaganda y más pensamiento que guerra, en resumidas cuentas, según el catedrático de Literatura Española en la Universidad de Extremadura Gregorio Torres: “Fue una literatura de circunstancia”. Destaca ante todo la entrega y aportación de María Teresa León Goyri, la que describe como mujer muy activa siempre reivindicativa en la Alianza de Intelectuales Antifascistas para la Defensa de la Cultura, incapaz de tapar el fuego revolucionario ni el exilio. Entre sus colaboradores figuraron: Antonio Machado, Luis Cernuda, Altolaguirre, Gaya, León Felipe, Alberti, Max Aub, Rosa Chacel, Bergamín, María Zambrano, Neruda… “No era una revista de frente, sino de retaguardia. No tenía director, sino un secretario que coordinaba y un consejo de redacción que pensaba”. En 1937-1938 escribe Cesar Vallejo: ¡¡España, aparta de mí este cáliz!!

 

Niños del mundo,

si cae España —digo, es un decir—

si cae del cielo abajo su antebrazo que asen,

en cabestro, dos láminas terrestres;

niños, ¡qué edad la de las sienes cóncavas!

¡qué temprano en el sol lo que os decía!

¡qué pronto en vuestro pecho el ruido anciano!

¡qué viejo vuestro 2 en el cuaderno!

Si cae —digo, es un decir—

 

si cae de la tierra para abajo,

niños ¡cómo vais a cesar de crecer!

¡cómo va a castigar el año al mes!

¡cómo van a quedarse en diez los dientes,

en palote el diptongo, la medalla en llanto!

¡Cómo va el corderillo a continuar

atado por la pata al gran tintero!

¡Cómo vais a bajar las gradas del alfabeto

hasta la letra en que nació la pena!

¡Niños del mundo,

está la madre con su vientre a cuestas,

está nuestra maestra con sus férulas,

está madre y maestra!

¡Niños, hijos de los guerreros, bajad la voz…

si hay ruido en el sonido de las puertas,

si tardo, si no veis a nadie,

si os asustan los lápices sin punta,

si la madre cae… —digo, es un decir—

salid, niños, del mundo; id a buscarla!

Docencia, Arte y Literatura se imponen al levantamiento coronando la respuesta cultural desde el primer momento de la ofensiva. La unión de todos es decisiva, así lo entienden pedagogos, poetas y otras ramas de la cultura volcándose entre los que tomaron las armas y fueron al frente, entre los que hicieron barricadas y recitaron, entre los que cantaron agitando, escenificaron, batallaron y lanzaron kilos de propaganda, carteles, crónicas, convocatorias, mítines y revistas saltan a las calles de la retaguardia, hacia la vanguardia protagonista en los frentes de guerra. El fascismo era el enemigo común de todos los pueblos, se levantan cientos de actores y artistas de todos los campos junto al majestuoso abanico de docentes, pedagogos, científicos y todo tipo de académicos por los mismos ideales que alumbraron la República. El libro que fuera protagonista en otros momentos, pasa a la retaguardia, la urgencia así lo exige. La literatura da un gran paso al frente marcando, un antes y después no se queda atrás, se sirve de la rapidez veloz entre revistas, octavillas y pasquines multiplicados por miles así como los partes de guerra. El pueblo siguió alimentado de literatura, de poesía oral y escrita agitando sus vidas, de voces de intelectuales del pueblo de campo y ciudad, avanzaba férrea la unión obrera-campesina en luz y llama de amor revolucionaria. El campesino analfabeto empezó a curtirse como dirigente en las trincheras. Seguía alfabetizándose, ilustrándose, leyendo como sabía lo que caía en sus manos, comunicándose, entrelazándose, oyendo radio revolucionaria a ellos dirigida con sus partes de guerra entre cantos y poemas desde la propia trinchera en un ¡Arriba la enseñanza! ¡Adelante la batalla intelectual! ¡¡Marchemos!! ¡Juntos por un mismo ideal!. Los nadie se convertían en gigantes constructivos e imprescindibles para la sociedad que estaban creando al grito de ¡Reyes de la labranza y minería unidos con ingenio y sabiduría! ¡Adelante los campos de batalla contra el odio fascista y su rabia voraz!. El 18 de julio de 1936 no irrumpió como una ideología así sin más, ajena al pueblo, sino como una descabellada y sangrante imposición

 

fascista-militar genocida de una clase contra otra por el poder absoluto, sobre el que aniquilaron cientos de miles de seres humanos además de torturas infrahumanas y violaciones sexuales desgarradoras a todas las edades que falangistas y curas prolongaron por doquier. La iglesia en todas sus ramificaciones, de arriba abajo y de abajo arriba, ha seguido coronando hasta hoy de pederastas coronas y coronillas. Ellos y solo ellos son los degradados históricos, no las miles de acusadas de brujas lanzadas a la hoguera, ellos, su iglesia, los asesinos de todas ellas; unas por pretender ir más allá de lo permitido como obreras, otras por no someterse a su derecho de pernada y religión castradora, otras por su propio pensamiento científico como agitadoras intelectuales desnudando la ceguera a la que eran sometidas en el seno de la propia sociedad y de la familia, otras por asumir su propia liberación de manera pública desacreditando la autoridad y ley impuesta, por agitar rebelión contra la sumisión y pregonar derechos elementales para la mujer destinada a parir y aguantar violaciones del patrón, otras por atrevidas y aplicar la ciencia sanitaria más competentes que los nuevos médicos hijos de la burguesía que “alumbraran” academias llenándolas de ceguera.

 

El tiempo va dejando al descubierto las inmundicias ocultas por la iglesia y los nuevos medios del campo informativo que jalonaron el proceso, el motor genocida generó una política ideológica y económica en quema de libros y ocultación de figuras ilustres de la ciencia, se impuso carente de ella sumiendo a las capas miserables del pueblo que permitieron sobrevivir, en el más siniestro oscurantismo impregnado de servidumbre, escalofriante hambruna y sometimiento, degradante de analfabetismo una vez más, además de a las grandes potencias nazifascistas bajo coletilla franquista. La purga en la enseñanza fue de tal nivel según los historiadores que prácticamente el nuevo estado fascista se quedó sin docentes, sin intelectuales ni artistas (pero no importaba nada) para ellos y sus nuevos “ilustres” la enseñanza y la cultura cuanto más lejos del pueblo mejor. No tardaron mucho en rellenar las plazas vacantes de militares (unos cinco mil) y de “señoritas” hijas de caciques y militares, legionarios y falangistas incultos, pero sobre todo de curas y monjas, que salieron como cucarachas de púlpitos y conventos a miles para implantar el

 

nacional-catolicismo en sintonía con el nacional-socialismo nazi. Tampoco la universidad se libró del atroz ‘desmoche’ que despojó a cientos de su trabajo para colocar en sus puestos a los afectos y ascender en el escalafón académico. Jaume Claret historiador de la Universidad Pompeu Fabra cita el fusilamiento del rector de Oviedo, hijo de Leopoldo Alas, o del rector de Granada, discípulo predilecto de Unamuno. Con tal monstruosa degradación colaboró la “no intervención”, interviniendo a favor del fascio fundamentalmente Europa y parte de América, favoreciendo el genocidio, imponiendo la claudicación, hacinando mazmorras y campos de exterminio (sobre una “paz duradera” que corona nuestros días), tras tres años de resistencia descarnada y apenas a unos pasos de la revolución

 

obrera-campesina, que se caracterizó como ejemplo en el mundo por su resistencia y por su magistral táctica en guerra de guerrillas, unida a la rebelión o revolución cultural y científica abarcando todas las áreas implicadas, cuya base más detonante fue la alfabetización a todo los niveles de la vida. La cruel realidad les llamó y no pudieron escapar —¿No anda por aquí Federico? Nadie responde, no habla nadie… — ¡Federico! ¡Federico! Salió el domingo, de noche, salió el domingo, y no vuelve. Llevaba en la mano un lirio, llevaba en los ojos fiebre; el lirio se tornó sangre, la sangre tornóse muerte (Dice Guillén en su poesía).

 

Atrás van quedando sobre el recuerdo imborrable, la batalla intelectual no se detiene, aletea arrollando y agitando frente al mundo nazi la defensa de la República y su Frente Popular antifascista. Suman pueblo unidxs a todas las vanguardias y retaguardias desde todos los frentes de lucha ¡¡No Pasarán!! Y el continente rastrero “asustado” acorrala a la República que queda atrapada en sus garras. Francia cierra los pasos de frontera con la Península, se ciñe aterrorizada de pánico cagándose los calzones, y cobarde, se suma a la contrarrevolución obrero-campesina — Nos invadirán anarquistas anticlericales sindicalistas y columnas de Durruti; nos arrasarán republicanos rabiosos antifascistas y socialistas procomunistas alfabetizando miserables; penetrarán nuestros pasos fronterizos pordioseros antiimperialistas muertos de hambre, navajeros y piojosos descamisados; la plebe gitana invadirá y tomará nuestras tierras y casas haciéndose con nuestras propiedades; cerremos la frontera a la invasión bolchevique — Otro genocida se suma a la matanza, el portugués Salazar, se pliega a las hordas nazis como una ratonera más (entrega a Miguel Hernández), no será el primero ni único entregado al genocidio. Francia se convierte en el muro principal bloqueando toda ayuda como muro infranqueable hermético y ratonera mayor para asfixiar la República (¡Roja, uy, que miedo!). La no intervención europea se suma al trino de la patente bélica. Hitler, Franco y Mussolini se convierten en dioses del fascismo internacional sumando colaboracionistas al genocidio, cierre de fronteras favoreciendo la muerte anunciada y expulsión de las Brigadas Internacionales. Se trataba de frenar una República ya en vías de revolución, a un pueblo dispuesto a ello y una amplia intelectualidad implicada nacida de él presta a la victoria final. Lo dieron todo contra el fascio interno y externo ansioso de muerte sediento de sangre y destrucción: “Hay quien muere sobre su lecho, doce meses agonizando, y otros que mueren cantando con diez balazos sobre el pecho. Todos el camino sabemos; están los rifles engrasados; están los brazos avisados: ¡Marchemos!”. Así cerraba Nicolás Guillén su canción en coro` Poema en cuatro angustias y una esperanza sumándose al giro irreversible de las letras desde las barricadas: ¡¡Marchemos!! Jamás en Europa hubo tal cantidad, con tal calidad de artistas e intelectualidad, de grandes escritores y pedagogos, filósofos, científicas, maestras antifascistas comprometidas con un pueblo en armas forjando su liberación.

 

Maité Campillo (actriz y directora d` Teatro Indoamericano Hatuey)

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