DE BANCOS
AIZPURUA tar JOSU Mª
Los
viejos a los que nos falla el fuelle o las piernas, vemos los bancos del camino
como un oasis de salvación, y la C19 nos ha arrebatado el paseo largo, con
bancos, para hoy realizar una carrerilla corta alrededor de la casa, temerosos
de contagios y triste en su esencia.
Pero
ya vacunados, comenzamos los paseos y tratamos de elegir el mejor banco.
Yo, de natural introvertido y siempre sumido en pensamientos varios, elijo aquel que se encuentra vacío, pero casi siempre se me sientan al lado algunos conocidos y otros por conocer. No hay bancos para todos, pero es que algunos los toman como un lugar para socializar.
Y
en esas estaba, pensamiento al viento, cuando...
· Que pasa vasco ¿No te comió la Covid?
· Ya ves que no y a ti tampoco por lo que veo.
· No: si tu acabarás en el asilo y las monjas
españolas ya te esperan y no te cambiarán el pañal y pondrán tu silla en la TV
frente a la pared ¡las vas a pasar putas! Je,je,je. No me siento pues voy al
Monumento con los fetén a cantar un Cara al Sol. Nos vemos.
Este
hombre facha, viejo nostálgico, me amarga las sentadas pues veo en él a esa
masa de ignorantes que escupen al cielo, pero aún no descansé suficiente y sigo
sentado y ensoñando.
Se
acerca renqueante un viejecito con cachaba y se sienta a mi lado, pero dejando
un buen espacio.
· Buenas señor.
· Muy buenas.
Tras
un largo silencio y los intentos de entablar conversación del recién llegado; se
abre:
· Pues verá usted; yo soy un godo, de Valladolid,
que al final me jubilé en Tenerife y ya no me quise marchar. Le leo a usted en
donde el Herreño del Toscal, y me asombro de lo que dicen. Nunca lo hubiera
imaginado.
· No sé si eso es bueno o es malo para mí, pero
gracias por leerme y no insultarme.
· No, no; si me gusta lo que dice, pues me
parece que busca otro camino. Cuando estaba en activo me hubiera preocupado,
pero en esta árida vejez agradezco que me muevan las neuronas.
Otro encachavado, se acerca motivado por un
banco con conversación, pues en algunos nadie contesta a nadie y permanecen
como la estatua de la “tetona”.
·
Con su permiso
señores, que vengo derrengado, la medicina del colesterol me deja…
·
En este banco
está prohibido hablar de enfermedades.
·
¿Y de que hablan
ustedes?
·
Del Gobierno, de
mujeres, y de viagras.
·
¡No me lo puedo
creer! Que interesante, sigan, sigan.
Se
quedó un poco cortado, pero como nadie arrancó; comenzó él, hablando de mujeres.
· ¿No conocerán a la Reme?...
Y
nuestro banco se llenó, incluso había corro a su alrededor.
Me
levante sigiloso y uno se sentó raudo, mientras yo me alejaba dolido pues el
tema no era de conversación adecuada, más bien de sexo-ficción, y aquellos
abueletes se salían del control y no hacían como los vascos, que están todo el
día manifestándose por todo lo que se menea… y su pensión.
¡Que
bien colonizaron a Canarias! Nadie se atreve a cuestionar, ni siquiera a
plantear. El miedo a la delación del vecino, que casi siempre es godo, los
paraliza, los transparenta, los sume en una posición silente casi de estatua.
Es lo que tienen las islas; que se conocen todos.
Aquí hay una mano negra que señala al que no traga con pulpo animal doméstico, o se da la vuelta y ve Marruecos en vez de Castilla. ¡Que cruz vivir en Santa Cruz.
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