¡NO BLANQUEÉIS MÁS EL FASCISMO,
INSENSATOS!
JUAN TORTOSA
Cada vez que un miembro de la ultraderecha va a "divertirse" a El Hormiguero, cada vez que recibe genuflexiones de Ana Rosa Quintana o ditirambos de Susana Griso, cada vez que un fascista de ibérico y rancio abolengo suelta por su boca lo que le viene en gana sin que el entrevistador o la meteoróloga de turno le desmonten sus mentiras, cada vez que ocurre alguna de esas cosas… el fascismo se blanquea y nuestra democracia se debilita.
Cada vez que un radiopredicador le ríe las gracias a un ultra de pelo en pecho, cada vez que se le otorga cancha a Vox como si de un partido democrático se tratara, cada vez que la televisión pública coloca en sus informativos un total fake, crispador y frentista sin réplica ni apostilla alguna, cada vez que ocurre algo así… el fascismo se blanquea y la bestia crece.
Cada vez que le
quitamos importancia a sus protestas en descapotable por el madrileño barrio de
Salamanca, cada vez que nos limitamos a calificar de ridículas sus pintas
cuando se suben a un tractor megáfono en mano, cada vez que nos reímos de los
atuendos con los que algunos de ellos se manifiestan, cada vez que
trivializamos cualquiera de estos asuntos… estamos más cerca de vivir algo
parecido a lo que presenciamos, estupefactos, el pasado día seis en el
Capitolio.
Cada vez que
olvidamos la suerte que tenemos de vivir en democracia, nos guste más o menos
el gobierno que tenemos, cada vez que nos callamos ante los desafíos ultras y
no los desenmascaramos, cada vez que insultan y no les respondemos, cada vez
que contribuimos a que sus campañas desestabilizadoras adquieran más dimensión
de la debida, cada vez que se les regala una portada de periódico… que sepáis
que nos situamos un paso más cerca del desastre.
Cada vez que
pasamos por alto la más mínima de sus astracanadas, cada vez que dejamos de
refutar un tuit insidioso, cada vez que, por miedo a ser tachados de
alarmistas, dejamos pasar una proclama de ancianos militares cabreados
-jubilados, sí, pero con revólver en casa- los ultras ganan terreno y la
democracia lo pierde. Cada vez que seguimos el juego a las provocaciones de
perdedores enrabietados como Albert Rivera o Rosa Díez estamos dotando de
altavoz sus pataletas envenenadas.
Hay en España, en
palabras de mi compañera Cristina Buhigas, "una ultraderecha franquista,
xenófoba y machista que se extiende, mucho más allá de las fronteras de Vox, a
gentes como García Egea, Álvarez de Toledo o la periodista Anna Grau, esta
última fichada por Ciudadanos para ser la número dos en las elecciones
catalanas y todo un peligro viviente."
Aunque Trump
acabara pronto en la cárcel, el trumpismo va a seguir ahí. Existen millones de
estadounidenses que se han creído sus mentiras, como ocurre en España con los desafueros
del PP, Vox y Ciudadanos. Que el mismísimo Congreso de los Estados Unidos,
templo de los templos de la democracia, haya podido ser tomado al asalto por
fanáticos descerebrados que obedecen ciegamente a su líder nos hace más
frágiles a todos. Por eso no podemos bajar la guardia nunca, ni dejar de
contestar a cada agresión, ni de atajar y desmentir cada puñetero bulo. Alguna
vez lo he dicho, pero lo haré una vez más: no se puede ser tolerante con los
intolerantes.
No se les puede
pasar ni una. Callarse, no replicar, no desenmascarar los intentos diarios de
blanquear el fascismo convierte en cómplices de las posibles consecuencias a
quienes así actúan. Un periodista que calla ante una mentira fascista está
contribuyendo a blanquear ese ADN canalla. Los ultraderechistas metidos a
políticos no son unos políticos más, hay que desmontar esa falacia. Reírle las
gracias a quien dice viva franco es blanquear la intolerancia. No seamos
insensatos. La fantochada del Capitolio ya la vivimos aquí hace cuarenta años
con un guardia civil soltando tacos en el congreso pistola en mano.
Tras la vergüenza
de Washington el seis de enero, ahora todo elmundo asegura que se trataba de
algo que se veía venir. ¿Allí sí y aquí no? No estamos blindados, ni mucho
menos. Nos lo tenemos que currar cada día si no queremos que llegue un momento
en que hayamos de lamentar tanta flema. Llevan avisándonos un año, usando los
mismos métodos que Trump, llamando ilegítimo al gobierno, emplazando a la
sublevación, promoviendo un gobierno de concentración. Lo siento si parezco
alarmista, pero repito: no blanqueemos el fascismo, no seamos insensatos.
Como dice un
militar amigo mío, "en esta vida nunca pasa nada… hasta que pasa."
J.T.
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