miércoles, 20 de enero de 2021

I N T R I G A (De Honda Mesura) José Rivero Vivas

 I N T R I G A    

(De Honda Mesura)

José Rivero Vivas



CUENTOS DE ALIENTO SANTACRUCERO

HONDA MESURA – Obra: C.08 (a.08)

APUROS VARIOS – Obra: C.09 (a.09)

Publicados en 1 volumen.

(ISBN 84-85896-30-0) D. Legal: TF. 1681/91

Editorial Benchomo, Islas Canarias

Septiembre de 1991

Los cuentos se hallan impregnados de aire intemporal; no obstante, exponen ciertos rasgos del momento, con temas que se enmarcan a la vuelta de una esquina, en el banco de una plaza, en mitad de un cruce, en un bar, una oficina, un centro oficial, una ciudadela o un solar.

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Tenerife

Islas Canarias

Enero de 2021

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José Rivero Vivas

INTRIGA

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Mi padre me llevó una vez a San Andrés. Fue hace muchos años, o quizá fuera ayer. No recuerdo. Lo que sí tengo presente es que fuimos con motivo de un barco de los antiguos soviéticos, o los ac­tuales quizá, que quiso atracar en el muelle, derruido y medio se­pulto, demasiado pequeño para un petrolero de tanta envergadura.

-Larga eslora y profundo calado para un dique ínfimo.

El comentario de mi padre me dejó perplejo. Quise preguntar­le la causa del posible fallo del capitán, pero se había enzarza­do en franca charla con algunos de los hombres, alongados como nosotros sobre el muro que bordea la carretera a la entrada del pueblo, y no consideré oportuno distraerle de su animado coloquio con los otros, que también opinaban y exponían su idea acerca del curioso accidente, que por fortuna no llegó a pasar de lo anecdó­tico, ni significó nada grave para la tripulación.

Un grupo de chicos, mayores que yo, hablaban entre ellos, apuntando la conveniencia de dejar el buque embarrancado en la abierta ensenada.

-Nosotros nos encargamos de desmantelarlo después.

No logré entender el sentido de sus palabras, pero sin duda aludían al hecho de aprovechar el material que pudieran sacar de la bodega y aun el que en sí componía la estructura del propio navío.

A mí, sin embargo, me pareció estupendo ver aquella mole, aquel edificio marino atracado casi en tierra, de forma que podíamos alcanzarlo con solamente extender el brazo y agarrar la borda con la mano.

La carretera estaba llena de coches y la acera de aquel trozo de autovía se encontraba abarrotada de gente que miraba extrañada el atraque inesperado, y se mantenía expectante ante la maniobra de los remolcadores tirando del gigantesco minero -decía alguien-, para rescatarlo del fondo arenoso que lo aprisionaba.

El mar estaba encrespado con cuantiosas olas coronadas de es­puma, que incesantes restallaban contra la escollera protectora de la vía; aunque el tiempo sur había amainado, la gruesa mar batien­do la costa zarandeaba el barco, haciéndolo zozobrar mientras.se alargaba la operación de rescate.

-Menos mal, que la luna está alta y las mareas son cortas.

Iba a preguntar a mi padre qué tenía aquello que ver con la suerte corrida por el petrolero, pero desistí. Mi padre seguía atento a cuanto ocurría ante nosotros, comentando a ratos con quienes se hallaban a su lado, pero sin que la respuesta fuese directa, sino como si cada cual hablara consigo mismo, que es lo que suele suceder cuando las personas reunidas, o agrupadas, no se conocen, y todos desean manifestar su opinión y ser escuchados por otros, aunque no estén cerca ni retirados. Es algo que no he comprendido todavía. Si estamos juntos, analizando un mismo tema, ¿por qué no contestar con franqueza a quien nos habla?

Estuvimos un par de horas contemplando el desastre que no llegó a ser, pero que de haber culminado pudo costarle caro al capitán, a la compañía, a la tripulación y hasta a San Andrés, si el barco hiende su proa por medio del pueblo y surca tierra adentro cual si abriera un barranco que partiera la pequeña villa en dos.

La policía ordenaba el tráfico cuidando de que la gente no se echara fuera de la acera ni se arriesgara a caer por el muro de contención. Pero la curiosidad no era del todo satisfecha y persistían en inclinarse cuanto podían, con lo que más de un niño estuvo a punto de medir la altura de la carretera al mar.

De pronto vi que mi padre cambiaba de color y quedaba demasiado interesado en algo que decía alguien, retrepado en las pie­dras, un poco más bajo de nuestro nivel. Intrigado miré hacia don­de él lo hubo hecho segundos antes. Un coche rojo pasaba despacito, con una mujer dentro que lo conducía. No vi nada más.

Mi padre pareció preocuparse mucho más por el proceso de desembarrancamiento del barco ruso, y hasta pujó un rato consigo mismo cual si ayudara a los remolcadores y a la tripulación de todas las naves en conjunto.

Al momento, mostrando una prisa enorme, me dio la mano diciendo:

-Vamos, que es tarde.

Nos dirigimos a la parada, allí cerca, en la misma entrada del barrio, que la guagua había arrancado del Castillo y lentamen­te se aproximaba.

Al mirar hacia allá, para verla venir, observé que el coche rojo, ante cuya visión palideció mi padre, estaba parado al final de la avenida, junto al puente sobre el barranco, que orilla el campo de fútbol por esta parte de acá. Me atrajo su silueta bri­llando al trasluz del sol de media tarde, y me quedé mirándolo un momento.

Su conductor no había descendido, permaneciendo dentro todo el rato. Escudriñaba la guagua que acababa de llegar, justo cuan­do la otra hubo partido. Tal vez estuviera esperando a alguien con quien habría de encontrarse allí. Quién sabe.

Cuando la guagua que íbamos a coger estuvo cerca, vi que el coche se puso en marcha y se perdió carretera adelante con dirección a las Teresitas.

Mi padre y yo regresamos a Santa Cruz, dejando detrás el enigma del coche rojo, la odisea del buque encallado y la simpática imagen que ofrece San Andrés cuando, desde la Punta, se avista el Valle.

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José Rivero Vivas

INTRIGA

(De Honda Mesura)

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CUENTOS DE ALIENTO SANTACRUCERO

HONDA MESURA – Obra: C.08 (a.08)

APUROS VARIOS – Obra: C.09 (a.09)

Publicados en 1 volumen.

(ISBN 84-85896-30-0) D. Legal: TF. 1681/91

Editorial Benchomo, Islas Canarias.

Septiembre de 1991

Los cuentos se hallan impregnados de aire intemporal; no obstante, exponen ciertos rasgos del momento, con temas que se enmarcan a la vuelta de una esquina, en el banco de una plaza, en mitad de un cruce, en un bar, una oficina, un centro oficial, una ciudadela o un solar.

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Tenerife

Islas Canarias

Enero de 2021

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