CORONAVIRUS: CIFRA DE UN DESTINO
EDUARDO SANGUINETTI,
FILÓSOFO Y POETA.
En el profundo
sótano del corazón del hombre suenan dolorosas notas de olvido.
Sigan construyendo
ciudades enormes y elevadas.
Sigan trabajando
sin saber para qué.
No dejen de dormir
ni una de sus acostumbradas noches sin sueños.
Un nuevo mundo está
naciendo... y a pesar de lo muy rápido que escriba, el viejo mundo no muere con
suficiente rapidez.
(Fragmento de mi
nouvelle Morbi Dei, Ediciones Corregidor, 1985)
Enseñar la identidad planetaria se refiere a mostrar y enseñar la historia de esta era mostrando cómo todas las partes del mundo necesitan ser intersolidarias, dado que enfrentan los mismos problemas de vida y muerte, frente a una pandemia, devenida en endemia, que cual eutanasia anunciada acciona sin piedad sobre la humanidad.
Hay que aprender a
navegar en el océano de las incertidumbres a través de los archipiélagos de las
certezas... exigiendo a gobiernos dejen de vendernos bagatelas de un
materialismo ilusorio que no tiene espacio en esta era... dejen de ofrecer en
tienda de accesorios democracias simuladas, operadas por funcionarios
bestiales, sin capacidad, ética, ni idoneidad, para regir los destinos de
pueblos que ya conocen la realidad y la consecuencia que traen las estafas
replicadas en actos administrativos; tiempo de dar sentido al quehacer humano,
con valor y dignidad. Basta de lobby, pues nadie duda de que los pactos en la
antesala del poder traen demasiados perjuicios a la comunidad.
La comprensión es
tanto medio como fin de la comunicación humana, por lo que no es algo que la
educación pueda pasar por alto. Para eso, es necesaria una mutación de las
mentalidades, en este nuevo ciclo de la humanidad que ha tenido fecha de inicio
hace un año y meses, inventarse a uno mismo, pues la sobrevivencia no cotiza en
mercado de valores, como tampoco la condición humana, que debería ser el objeto
esencial de cualquier sistema de enseñanza", y eso pasa por tomar en
consideración conocimientos que se encuentran dispersos entre varias
disciplinas, como las ciencias naturales, las ciencias humanas, la literatura y
la filosofía.
Las nuevas
generaciones necesitan conocer la diversidad y la unidad de lo humano,
aplicadas al "nuevo mundo" en que permanecemos, bajo la dictadura del
Covid-19 y sus variantes, que se replicarán sin fecha de vencimiento, ya se
puede proclamar que es una endemia, como he anunciado en medios en marzo de
2020... despedir al pasado, que es historia, que no deja de golpear, bajo
diferentes modos y maneras, sobre todo las que se asimilan a un sistema
perimido, sin razón de ser y accionar en este presente anacrónico e incierto
que debemos sortear, con el mejor universo puesto.
Vida significa
aquello que expresa una mutación, un devenir que puede separarse de sí mismo,
convertirse en una eliminación y atraer lo extraño, tal el caso del
coronavirus, que lo ha tomado todo, sin ser todo aún lo que ha tomado,
transformándolo en sí mismo. Esta hybris puede ser fructífera para los
depredadores seriales, que deberían cumplir confinamiento en las Rocosas o en
el Himalaya, especialmente si el anfitrión se deja llevar por el virus,
temblarán los mitos y las entrañas de nuestra eternidad cultural y social, para
hacer frente a los retos de la complejidad, donde no sabemos quién es huésped y
anfitrión... asimilarse a modos y maneras de vida estoicos, en pleno dominio de
uno sobre uno, sobre las cosas, las pasiones y los estados compulsivos que
perturban nuestros actos en tiempos de coronavirus.
Mil años de melancolía
se extienden y caen como una red sobre todos, sin respuestas para dar... pero
¿qué pueden responder? Algo tremendo debía ocurrir, para que vuelvan a
arrodillarse, rogar y suplicar infinidad de veces, antes que nadie pensara en
preguntas y respuestas anodinas.
Sin la esclavitud
de un límite, sin la urgencia de una ruptura, el destino, nos dio a elegir
entre la vida y el lenguaje: química de las palabras, electrólisis del
lenguaje, pensamientos elevados a símbolo, investidos, despojados, polarizados
por la sangre, anclados en el instinto... estallidos de grito y delirio.
Tomarán una a una las palabras y partirán... o rogaran quedarse.
Sexo, sangre y
soplo mortal: cuentas y escrituras rituales, cifras de un sentido, cifra de un
destino
Lo que segundos
antes parecía latido... sin advertencia, ni preparación: silencio... ese
terreno acotado por el lenguaje... silencio... ni tan solo una gota de agua
bendita que invitara al milagro, ni un hueso que tocar... silencio...
Pero también hoy,
dentro y a pesar de los ismos, se producen excepciones, silenciadas por los
poderes, esgrimidos por los iniciáticos aprendices de brujos, respecto a
domesticidades, como el depredador turismo, la cosmética narcisista, la moda,
gastronomía inducida, devenidos de la globalización neoliberal, puerto final
del capitalismo que debería estar ya transitando su viaje final rumbo al
averno, sin consumo, sin nada que ofrecer, salvo espantosos recuerdos que
quedarán remitidos al olvido, como guía de viaje a genocidios, desapariciones
torturas e indigencia, el prospecto, la Tabla de Autoridades, las recetas,
fueron parte de esa prisa numérica y numérica, por nombrar alcances de un
período de eliminación de lo que debería haber sido siempre, un tiempo de
libertad en acto, de igualdad y de solidaridad, cuál normas de conducta, pues
somos pasaje en un instante, al que denominamos vida.
Permanecemos
sumergidos en un presente fundido en la oscura moralidad de acontecimientos que
superan la inteligibilidad de los poderes, que se diluyen en el espacio… la
afirmación de una nueva e ineludible condición, frente a la que debemos generar
nuevos esquemas de comportamiento, más ricos y más flexibles, cuánto más
compleja y delicada se presenta la situación, y sin la sumisión o la
complacencia que a esta - en insospechadas formas - le corresponde
solicitarnos.
El coronavirus es
germen de discontinuidad, que estimula el primero de los golpes, en este ciclo
de vida-muerte, que ha comenzado, estimulando el primero de los golpes en la
génesis de existencia individual... en este contexto, los ricachones del rally
del mercado de trama mafiosa, los denominados por el poder secreto: "ricos
y famosos", con sus fórmulas de parque temático, mutadas a tendencias
consumidas por millones de anestesiados, con sus "filosofías
débiles", "el estilo deconstructivo", "el proyecto
dolce", "el producto light", "la vida soft" o "la
geometría blanda", son meros síntomas de megalomanías oportunistas, meros
testimonios de la situación, no más que ensayos de solución personal, jamás
humanitarias y solidarias, normas de conducta de miserables, que bajo diversas
máscaras se esconden los verdugos de la humanidad toda.
Relativizar el
dogma de lo relativo no es algo tan sencillo como invertir simétricamente los
comportamientos y modelos, hoy, inaplicables, por vetustos, miserables y
carentes de sentido, ante los boatos fúnebres a los que asistimos. Fin de un
tiempo, aguardando el inicio de otro tiempo, intentando todo, encontrar nuevos
modelos de existencia, capaces de asimilarse a un tiempo de resurrección de
valores perdidos, en una realidad extrañamente dogmática.
La obsesión por la
realidad no garantiza en absoluto mayor realismo sin posibilidad de salvación,
sabemos que todo es risible y trágico cuando se piensa en la muerte, pasaje que
nos une a todos, de manera milagrosa y como signo de un enigma que evita
cualquier discusión, puesto que el conocimiento implica responsabilidad y hoy
nuestro conocimiento de la realidad, del aquí ahora es enorme, como también el
temor de abordarlo como debería ser. Sin embargo no poseemos la capacidad para
asumir esa responsabilidad, esto provoca un desajuste en nuestro compromiso con
lo real, que es la otredad y sus circunstancias, similares en grado sumo, hoy,
en presencia de una pandemia que ha lo igualado todo a pesar de la resistencia
de los acumuladores de capital y a las bolsas de mafiosos financistas, en un
mismo destino, de vida-muerte... se precisa una nueva lógica para una nueva
situación, que nos entregará un futuro pleno de sorpresas y cualquier ensayo
resulta pertinente, necesario además de admirable.
Con todo, donde
todo parece decirnos que algo concluye, yo intuyo que algo comienza... y donde
todo parece querer decirnos que algo comienza, sé que algo continúa... tiempo
al tiempo, espacio al espacio…
(*) Filósofo y
poeta
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