ESTRATEGIA AUTOBIOGRÁFICA
EDUARDO SANGUINETTI,
FILÓSOFO Y POETA.
De vez en cuando entro en el paisaje de mi linaje (y de sus generaciones), con el pensamiento y no en la realidad, en un compuesto intelectual de desesperación ingenua, de ausencia de curiosidad, llegando a convencerme de que he conservado, durante todo este tiempo, cuando el mundo se ahoga en su propia sangre, sólo la mirada del reino de la oscuridad que no visualizo, convertida en centro de mi emoción, donde creó buscar lo que jamás he encontrado: "el nunca más", mutado en ridículo e irrisorio horizonte a alcanzar, en un milenio donde el totalitarismo más abominable se ha apropiado de todo, envasando al vacío, en forma de envoltura impostada, homogeneizada y pasteurizada vida de los pueblos.
Milenio de censuras
sistemáticas en todos los espacios donde se intentan construir nuevos mundos,
bajo la molienda infame de la tortura política, estremecedora, de la que no
escapamos ni en el sueño, sin dudas estar sujetos a la epilepsia, a la ausencia
de juicio es aterrador... sin dudas es perturbador saberse esclavo de un
sistema, donde el paisaje de la infancia, ha sido encerrado, en un dilema
político de final estremecedor.
La naturaleza es
seria y mortal. La mistificación de los años ulteriores, de los estados
ulteriores de vejez, que son estados de enfermedad, permite reconstruir en el
interior de la infancia, fácilmente y sin conocimiento muy profundo del
material utilizado en el intervalo, la catástrofe personal como algo que no es
finalmente espectacular, sino en nosotros mismos, como arbitraria, desde su
resentimiento de "no ser".
Estoy, pues, a la
búsqueda de las causas, de los orígenes, en lo que concierne a mi persona (a lo
largo de los ríos y arroyos, de los mares y llanuras, de las montañas, valles y
colinas), haciendo del terruño una certidumbre momentánea, con toda precisión,
busco de modo inconsciente el origen de mi ruina y de mi redención, sin entorno
criminal, ni periferia que detenga mis tránsitos.
Iniciado, diplomado
y premiado en las ciencias de la naturaleza y del espíritu, del pensamiento a
destiempo y de la historia, he adquirido el conocimiento de instancias
empíricas, en contacto con seres humanos... el mundo no está hecho sino de
elementos filosóficos... instalaron leyes humanas, que afectaron el normal
funcionamiento de comunidades y civilizaciones... y de pronto la ilusión,
atropellada por conceptos, nada más que conceptos a destiempo y fuera de
temporada.
El término
"tragedia", hoy, carece de sentido, es vacuidad en estado puro, que
hace reír a quienes nos nutrimos de valores donde la dignidad es lo primero...
en este juego de "bancarrota" he aprendido el funambulismo sobre las
"cosas" humanas.
La ausencia de
prejuicios es como la desconfianza, la herramienta que permite acrecentar la
propia riqueza como "capital natural personal" de la manera más
apropiada. De este modo he entrado en la escuela del silencio, de la ironía
agazapada, a la escuela de la independencia a prueba de dictadorzuelos
casuales, que hacen de la vida algo insoportable... los que detentan el poder,
¿quién más?, desde multinacionales, cómplices de gobiernos subalternos y el
poder omnímodo de la corporación mediática mafiosa de medios de publicidad,
siempre con la denominada justicia de la mano del ignorante, eliminador de la
vida, el bien más preciado.
Así paso mi tiempo
en ser todo y todos y aplicó todo mi pensamiento e intuición, cada vez más
potente a la hora de salvar el pellejo... y complicado pues instalo orden en lo
esencial en mí, en esta experiencia lamentable que también soy.
La parentela que me
ha engendrado y he engendrado, se reconoce en lo más epidérmico, hueco e
insustancial, sin estar en sí mortalmente espantada, solo temerosa de lo
impredecible, no han efectuado la donación imprescindible para lograr esa
libertad tan proclamada y tan poco aplicada en actos de vida, lo que prueba que
es coriácea, como a veces la decoración pre pampeana, que ha adquirido con el
paso de los años la indiferencia de la rutina, de un capital corporal y cerebral
más o menos sano, más o menos patológico, que se ha vuelto de una manera
infame, ruin, hacia un centro de orden teatral performativo que ya no existe...
sólo avidez, consumo y mezquindad.
Pero es este centro
de, que no existe más, donde aparentemente se unían las piezas del puzzle
familiar, de capacidad de resistencia, de astucia insana, de brutalidad, de
poesía de la propiedad privada y del derroche, que es el origen de esta
enfermedad incapaz de encontrar en ella el reposo y donde una perfidia vigilante
y una nostalgia infinita en la reflexión irreflexiva sobre sí misma, alternan
sin vergüenza, sin fin... no apunto a purificar la sociedad actual, sino a
sustituirla, pues no es cosa de embellecer lo abominable, de ocultar la
miseria, de seguir a ignorantes gobernantes, de desodorizar el hedor de bancos
y fábricas contaminantes, de ocultar la mentira de ninguna verdad... pues
estamos en inicios de una nueva era, marcada por el horror que nos regala la
incertidumbre publicitada y la pena de haber perdido un paisaje de tiempos
donde la porquería era porquería y los ángeles, ángeles.
(*) filósofo y
poeta
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