APARTHEID MÉDICO
Sobre
cómo Israel niega de facto el acceso a la vacuna a los palestinos de los
territorios colonizados
ARIEL ELYSE GOLD (BRECHA)
Los medios de comunicación están llenos de titulares como este de The New York Times del 1 de enero: «Cómo Israel se convirtió en líder mundial en la vacunación contra el covid-19». Mientras que Estados Unidos hasta ahora sólo ha vacunado al 1,3 por ciento de su población, Israel ya ha dado la vacuna de Pfizer/Biontech a más del 14 por ciento de sus ciudadanos. Al explicar esto, los medios de comunicación citan el sistema de salud pública de Israel, el hecho de que el país es pequeño pero rico (lo que le permite pagar 62 dólares por dosis, en comparación con los 19,50 dólares que paga Estados Unidos) y la naturaleza altamente digitalizada de su sistema de salud. Pero tras los titulares que celebran las tasas de vacunación de Israel hay una historia mucho más oscura sobre la desigualdad en materia de salud.
Israel tiene una población
de alrededor de 9 millones de habitantes. El 20 por ciento son ciudadanos
palestinos de Israel. Estas personas pueden votar en las elecciones, tienen
representación en el Parlamento y están siendo vacunadas contra el covid-19.
Pero hay alrededor de 5 millones de personas palestinas que viven bajo el
dominio israelí, sin derechos y que, al igual que el resto del mundo, también
sufren la pandemia.
Desde 1967, la
población de colonos israelíes en territorio palestino ocupado se ha disparado
a cerca de 500 mil habitantes; los consejos regionales de las colonias
controlan, de acuerdo a la organización israelí de derechos humanos B’Tselem,
el 40 por ciento de las tierras de Cisjordania. A pesar de que los acuerdos de
normalización facilitados por Estados Unidos entre Israel y Emiratos Árabes
Unidos, Bahrein y Marruecos –firmados en el último semestre del año pasado–
supuestamente habían detenido la anexión de una parte de Cisjordania a Israel,
lo cierto es que en 2020 el gobierno de ese país otorgó el mayor número de
permisos para construcción o expansión de colonias desde que el grupo de
vigilancia Peace Now comenzó a hacer el seguimiento en 2012.
Gracias al bloqueo
aéreo, terrestre y marítimo impuesto por Israel, hay una grave escasez de
medicamentos y equipamiento médico en Gaza
A pesar de que la
Autoridad Palestina y Hamas son supuestamente los «gobiernos oficiales» en
Cisjordania y Gaza, Israel es quien manda realmente. Israel controla las
fronteras, la moneda, el banco central e incluso recauda impuestos en nombre de
la Autoridad Palestina. Mantiene el derecho de llevar a cabo operaciones
militares en territorio palestino y controla la cantidad de libertad, o la
falta de ella, que se concede a la población palestina. Incluso en zonas como
Ramala, supuestamente bajo el control total de la Autoridad Palestina, Israel
se reserva el derecho de entrar en la ciudad en cualquier momento, de cerrar
calles y tiendas, de irrumpir en las casas y de hacer arrestos militares
nocturnos sin orden judicial.
La distribución de
la vacuna contra el covid-19 por parte de Israel está lejos de ser el único
sistema de desigualdad en el país. Las elecciones israelíes no incluyen a los
aproximadamente 5 millones de palestinos que viven en Cisjordania y Gaza bajo
su dominio. La población palestina de Jerusalén este (anexada a Israel desde
1967), si bien puede votar en las elecciones municipales, no puede votar en las
nacionales, como la que está prevista para marzo (la cuarta en dos años).
Tal vez la
demostración más flagrante de que Israel tiene dos conjuntos de leyes para dos
grupos de población es su sistema judicial en Cisjordania. Mientras los colonos
israelíes, que viven allí ilegalmente según el derecho internacional, están
sujetos a la legislación civil israelí, sus vecinos palestinos viven bajo la
legislación militar. Esto les subordina a decretos como la orden militar 101,
que prohíbe incluso la protesta pacífica.
Según los Acuerdos
de Oslo, firmados en 1993, la Autoridad Palestina es la única responsable de la
atención sanitaria de la población palestina en Cisjordania y Gaza. Sin
embargo, esos acuerdos formaban parte de una visión que contemplaba la firma de
un acuerdo de paz más completo en un plazo de cinco años. Casi tres décadas
después, este acuerdo de paz más amplio no se ha alcanzado e Israel ha
afianzado su empresa de ocupación colonial, al tiempo que desobedece el derecho
internacional y elude sus obligaciones morales, jurídicas y humanitarias como
potencia ocupante. Proporcionar la vacuna contra el covid-19 a la población
palestina ocupada es una de esas obligaciones.
La población
palestina de Cisjordania y Gaza necesita desesperadamente la vacuna. Hasta el 6
de enero de 2021, ha habido 144.257 casos y 1.663 muertes por covid-19 en los
territorios palestinos. La infección y las tasas de mortalidad están aumentando
peligrosamente. En un período de sólo 24 horas, se anunciaron 1.191 nuevos
casos y 20 muertes por el virus. La situación en Gaza es particularmente
preocupante. Los gazatíes padecen hasta 12 horas diarias sin electricidad.
Gracias al bloqueo aéreo, terrestre y marítimo impuesto por Israel, así como a
los múltiples ataques militares sobre ese enclave superpoblado, hay una grave
escasez de medicamentos y equipamiento médico, junto con una pobreza y un desempleo
considerables. Establecer una cuarentena y mantener los servicios sanitarios en
Gaza es extremadamente difícil.
Los funcionarios
israelíes han dicho que quizás podrían ofrecer a Cisjordania y Gaza lo que les
sobre después de vacunar a la población israelí y a la palestina de Jerusalén
este
El sistema Covax de
la Organización Mundial de la Salud (OMS), destinado a ayudar a los países
empobrecidos, se ha comprometido a vacunar al 20 por ciento de los palestinos
que viven en los territorios ocupados. Pero las vacunas del Covax aún no
cuentan con la necesaria aprobación de la OMS para su «uso de emergencia».
Gerald Rockenschaub, jefe de la oficina de la OMS en Jerusalén, dijo
recientemente que es probable que las vacunas de ese sistema no estén disponibles
para su distribución en los territorios palestinos hasta «principios o mediados
de 2021». Según el Ministerio de Salud palestino, los territorios han sufrido
una crisis financiera que los ha dejado casi sin fondos para comprar dosis de
vacunas. Incluso cuando lograron conseguir el dinero, las que intentaron
comprar a Rusia en diciembre no pudieron ser entregadas, ya que ese país
determinó que no tenía suficientes dosis para vender.
En la primera
semana de 2021, la Autoridad Palestina comenzó a indagar si Israel les ayudaría
a obtener la vacuna. Hasta ahora, los funcionarios israelíes (en particular el
viceministro de Salud, Yoav Kisch) han dicho que quizás podrían ofrecer a
Cisjordania y Gaza lo que les sobre después de vacunar a la población israelí y
a la palestina de Jerusalén este. Si eso no es un apartheid médico, se parece
bastante.
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Ariel Elyse Gold es
activista judeoestadounidense, codirectora nacional de la organización
feminista Codepink y responsable de su campaña por los derechos del pueblo
palestino. Por su activismo en ese terreno, Israel le ha negado la entrada al
país.
Este texto fue
publicado originalmente en Mondoweiss.
Traducción al
español de María Landi
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