A contracorriente
ENTRE LA CONVENIENCIA Y LA DESCONFIANZA
Enrique
Arias Vega
Se dice que vamos hacia el primer Gobierno de coalición en más
de cuarenta años de democracia. Y no es así. En ese tiempo ha habido numerosos
Gobiernos regionales pactados entre partidos diferentes, empezando por los de
Euskadi y Cataluña. Así que las razones que se arguyen para su dificultad ni
son exclusivas de ahora ni han supuesto tantos traumas en el pasado.
Lo peculiar en este momento, lo distintivo, es que se trata de
un Gobierno hecho de resquemores y de contradicciones, más por conveniencia de
los interesados que por generosidad hacia sus oponentes, más por desconfianza
entre los socios y demás partícipes, que por coincidencia en un proyecto hecho
a base de componendas y chanchullos.
Sí hay, con todo, puntos comunes entre los aspirantes a la
investidura de Pedro Sánchez. El
primero, la conveniencia de todos ellos en que tal hecho se produzca. La del
aspirante, resulta obvia: ser Presidente a cualquier precio, demostrando más
apego a su cargo que a los intereses generales de su país. También se explica
la de sus socios, dispuestos a poner al país patas arriba mientras disfrutan de
unas poltronas con las que nunca llegaron a soñar.
¿Y los demás comparsas de este sainete? Pues a ver quién puede
sacar más y mejor tajada, desde el reconocimiento internacional de Euskadi y
permitir meter mano al PNV en los asuntos de Navarra, hasta las compensaciones
pecuniarias a regionalismos varios. Y no digamos ya de ERC, que obtiene para
Cataluña rango negociador de Estado y un referéndum exclusivo, mientras sigue
manteniendo la exigencia absoluta de independencia y consecuente destrucción de
España.
Esto, en cuanto a la conveniencia de todos los involucrados en
la investidura. Pero hay también otro punto en común: el de la desconfianza de
todos respecto a todos los demás. Las diatribas, insultos y descalificaciones que se han lanzado unos a otros
cuando aún no se necesitaban así lo presagian. O sea, que las
zancadillas, intrigas, traiciones y mentiras más allá de los acuerdos firmados
y que no tienen por qué cumplirse pueden jalonar una legislatura esperpéntica y
hasta estrafalaria.
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