GATO COJO
JOSU AIZPURUA
Va por los isleños
que buscan con ahínco; tres patas al gato. Y no ven que el gato canarión ahora
es de Darias, y ya ha comenzado a buscar apoyos para proyectos grandes, y realiza
actuaciones que benefician al turista, pero también al ciudadano.
Y el gato
chicharrero, como es de dos amos, nadie lo cuida y las ocurrencias del alcalde
segundón ya no tienen crédito.
Yo amo a Tenerife y admiro a Gran Canaria, pero en la Nación Canaria mezclo todos los sabores isleños y me sale el corazón canario, aquel que forja una única y solidaria Nación Canaria por la que lucha Anghel con sus más de 15 millones de visitas.
Alguno intenta
meter cizaña y pensando en SU isla ataca a la otra y por ello a la Nación
Canaria, siguiendo esquemas godos que en Euzkadi emplearon lo mismo para
enfrentar al Athletic y la Real; DIVIDE Y VENCERÁS, pero hoy es una
satisfacción ver a los espectadores de ambas aficiones compartiendo jaia y
bocadillo.
Sin Gran Canaria,
Tenerife no tiene sentido; solo unidas en la Nación Canaria, el archipiélago
tiene una historia, un pasado wanche primitivo, y un futuro nacional a ocupar
su lugar en la Historia fuera de tutelas godas o alauitas. Ese es el objetivo.
Desde Tenerife y
más desde su ¿capital? trufada de nepotismo y con un alcalde segundón en votos
y de proyectos fantásticos irrealizables e irrealizados, vemos con pavor el
desarrollo de la canariona, el sentido común de Darias, y su enorme progreso
que la aleja de nuestra realidad cotidiana de suciedad, amiguismo, corrupción,
y falta de horizonte.
Gestión, se llama
gestión, lo que nos diferencia a las co-capitales y no influencias oscuras.
No es una
influencia política la que alumbra la capitalidad canariona; lo es una
decepcionante realidad de la incapacidad chicharrera, que antaño fue motor de
la Nación Canaria.
¿Nos sentamos en la
puerta del Balneario a esperar las maravillas para viejos?
Ahora, y no en
Elecciones, es el momento para que la oposición, y su vencedora en votos
Patricia, comiencen a presentar alternativas que rompan la espina dorsal del
Bermudismo, clientelista y falso nacionalismo, que nos arroja de la carrera por
alcanzar una plaza en el turismo mundial y nos deja atados a un Carnaval que ya
pasó a mejor vida convertido en pueblerino y CARO, muy caro.
Hacer de los
barrios chicharreros una ciudad, una co-capital lustrosa, es hoy un deber
ineludible para salir del corsé que los notables de la ciudad han impuesto de
forma caciquil para mantener privilegios, con modos que nos despeñan por el
sumidero de la Historia del Turismo.
Tenerife ya no tiene seguro de sol.
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