EL RELATO DE SCHRÖDINGER
GERARDO
TECÉ
Pasados unos días del 23J los números en el ámbito político están claros: la derecha no podrá gobernar y la izquierda, con muchas dificultades, podría hacerlo. A falta de negociaciones no hay mucho más que analizar. Lo que no está nada claro es cómo le ha ido ni qué pasará en el futuro con el factor más importante de la política española actual: el relato. Les presento al relato. El relato es esa interpretación, más o menos pegada a la realidad, que genera ambientes sociales. El relato, tradicionalmente, ha consistido en decidir si el vaso está medio lleno o medio vacío y, en función de eso, trasladar al entorno inmediato la sensación de abundancia o de escasez. En la política española de los últimos tiempos que han desembocado en el pasado 23J, el relato ha consistido en decirle a la gente que ese vaso medio lleno o medio vacío es, en realidad, un melocotón. O un platillo volante. Consiguiendo que gran parte de la población mire ese vaso –medio lleno o medio vacío– preguntándose si el melocotón está pocho o si el ovni va a abducirnos.
Ese relato generado
por los grandes medios de comunicación en manos de la derecha ha sido el
responsable último del reparto de sillones tras el 23J, así que hay que hacerse
una pregunta: ¿ha fracasado el relato teniendo en cuenta que la derecha no
podrá gobernar? Depende. Podríamos hablar del relato de Schrödinger, un relato
que ha funcionado y no lo ha hecho al mismo tiempo. No ha funcionado por el
motivo evidente de que el objetivo no se ha cumplido. Es un fracaso del relato
que los españoles hayan preferido a una supuesta banda de irresponsables que,
de la mano de terroristas, han trabajado para beneficio de violadores y okupas
frente a la salvación encarnada por el PP y Vox. Es un fracaso haber invertido
y quemado tantísimos recursos mediáticos en generar un ambiente que finalmente
no ha logrado cambiar el rumbo político. Si el objetivo era ponerle fin al
“sanchismo”, el relato ha fracasado. Sin embargo –puñetero Schrödinger–, el
relato ha funcionado. Mientras España obtenía datos económicos más que buenos y
desarrollaba un escudo de políticas sociales frente a las crisis nunca antes
visto, el partido más votado era uno que en la anterior crisis robaba a los
pobres para dárselo a los ricos y que hace un año lanzaba desde un puente al
líder que osó denunciar la corrupción interna. El candidato que ha vencido al
Pedro Sánchez aplaudido en Europa ha sido un tipo que se presentaba a las
elecciones sin más programa electoral que escaquearse de debates, recibir
teletipos firmados por Mortadelo y Filemón o hablar de un grupo terrorista
desaparecido hace 12 años. El relato ha funcionado porque quienes apuestan por
reducir derechos de minorías y extender la tuberculosis bovina a las mayorías
se han impuesto a la Yolanda Díaz responsable de los mejores datos históricos
de empleo. Si tras eso no hay un relato que funciona, que baje García Márquez y
lo vea.
El candidato que ha
vencido al Pedro Sánchez aplaudido en Europa ha sido un tipo que se presentaba
sin programa electoral
El relato de
Schrödinger, vivo y muerto a la vez, es un problema para una derecha noqueada
que no sabe en estos momentos si seguir incidiendo en la fórmula mediática del
melocotón y el ovni o si innovar intentando por una vez hacer política desde la
política en lugar de hacerlo desde el plató de Ana Rosa. Tampoco está nada
claro si quien debe liderar el futuro inmediato es un Feijóo al que no saben si
cortarle el cuello o dejárselo largo. Los primeros síntomas indican que el gallego
no sería el candidato más apropiado si la decisión es mantenerse firmes en la
apuesta por este relato que ha funcionado y no a la vez. Haciendo curvas al
volante de la derecha española, esta semana posterior a las elecciones se le ha
hecho larga como un año a Feijóo. Por resumir el esperpento y hablando de
relatos, en esta semana se ha declarado vencedor frente al sanchismo que
destruye la patria al tiempo que le ha suplicado al sanchismo un pacto de
Gobierno. La alternativa, Ayuso, tampoco parece una apuesta segura. Si la
izquierda –y aquí se ha caído el relato de algunos que aseguraban que Vox ya no
generaba rechazo– se ha movilizado para evitar el trumpismo a la española,
¿cuánto no se movilizaría con la trumpista madrileña al frente?
El relato lo contamina
todo. También esas encuestas que aseguraban que la única duda este 23J era
saber con qué holgura conseguiría la derecha esa segura mayoría absoluta. La
demoscopia, cuyo principal cliente son los medios de comunicación –el 90% en
manos de la derecha–, realiza dos trabajos, uno sencillo y otro complejo. El
sencillo es recoger datos. El complejo es interpretarlos. Esto se hace en base
a sesgos. Por ejemplo, que el encuestado que dice que votará a la izquierda es
más probable que se quede en casa que el que dice que votará a la derecha. O
que, históricamente, el votante de derechas ha sido más reticente a la hora de
reconocer su ideología en público. Quizá en las próximas elecciones las
empresas demoscópicas deban introducir un nuevo sesgo a corregir: los propios
estudios tienden a sesgar en favor de eso que los medios de derechas que pagan
quieren escuchar. Dicen que dato mata relato. Probablemente sea así en un mundo
en el que el 90% de los medios encargados de difundir los datos y los relatos
no trabajen en la misma dirección sin pudor ni código deontológico. En la
España actual, el dato objetivo de que la derecha no ha logrado su objetivo
tras años de manipulación mediática no mata necesariamente el relato. Eso sí,
lo ha dejado tocado o, al menos, en duda. Y esa es la gran noticia de este 23J
para quienes creemos que la lucha política debe tener como campo de batalla la
realidad.
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