POR LO QUE MÁS QUIERAS, VOTA
ANITA BOTWIN
Comité de la XII Conferencia Internacional de la Federación
Internacional de Mujeres Universitarias (1928). De izquierda a derecha: Loreto
Tapia, Jimena Quirós (sentada), Matilde Huici, Conrada Calvo, María Arapalis,
Clara Campoamor y Josefina Soriano. Hemeroteca Nacional
Reconozco que estoy bastante preocupada. Después de los resultados de las elecciones municipales y lo que una se encuentra en redes, no me siento muy tranquila ni esperanzada de cara al 23J. Ojalá sea una premonición injustificada fruto del miedo a lo que puede venir, pero aprovecho mis temores para escribir unas líneas y dirigirme especialmente al abstencionista, porque yo también he estado ahí consecuencia de mi enfado.
En estas mismas elecciones
me lo he planteado, pero ha sido un pensamiento pasajero, porque rápidamente he
vislumbrado lo que hay en frente y se me ha pasado la idea de un plumazo.
A veces no se trata
de estar de acuerdo al 100%, ni siquiera tiene por qué encantarte el candidato
o la candidata a quien votas, pero sí podemos encontrar el proyecto ideológico
con el que identificarse, uno que represente a tu clase social, o la defienda
de los derechos sociales y los servicios públicos. Podemos votar también un
programa que se haya parado a pensar en el cambio climático y no que lo niegue
y lo ignore. Ni siquiera tienes por qué identificarte de todo con el programa,
porque no creo que nadie nos pueda representar en valores absolutos, pero sí
quien al menos pueda ser un dique para frenar al fascismo y a quienes quieren
arrebatarnos los derechos y libertades que nos quedan.
La izquierda que se
abstiene lo que consigue es que la derecha obtenga el poder, es algo que hemos
vivido en Madrid durante décadas, porque no me creo que la capital del Estado
sea tan neoliberal o individualista. Sé que hay mucha gente decente que ha
dejado de creer en la política, que se ha alejado de ella, que cree que todos
son iguales, y a veces coincido en su descontento, pero no debemos caer en la
desesperanza, la derrota y en el juego del poder que nos quiere sumisos e
inmóviles mientras ellos se reparten los beneficios a nuestra costa.
Creo que nunca nos
hemos jugado tanto, creo que nunca antes en democracia hemos tenido tanto que
perder, por ello, defiendo firmemente que con pinza o sin ella, con ilusión o
sin ella, es necesario frenar lo que se nos viene encima, especialmente por las
más vulnerables, las de abajo, las que friegan los suelos de los techos de
cristal, las mujeres y hombres más pobres, las cuidadoras, las esenciales, las
racializadas, las personas con discapacidad, las trans, las que menos tienen y
más pueden perder.
Sin embargo, nada
empieza ni termina del todo el 23J, la izquierda debe hacerse muchas preguntas
los próximos años, la sociedad civil ha de organizarse y desmontar todo el daño
que llevan años haciendo los medios del poder y la derecha, pero de eso
hablaremos después de poner freno a la sinrazón en las Instituciones el próximo
domingo.
Entiendo también a
quien tiene en cuenta tus necesidades individuales, como por ejemplo la
prometida bajada de impuestos o la rebaja de la cuota de IRPF en tu bolsillo,
pero créeme eso será pan para hoy y agua para mañana, cuando vayas al hospital
y nadie puede atenderte si no puedes costearte la cuota del tratamiento. No te
miento, no tendría por qué, conozco de cerca los hospitales y su
funcionamiento, el coste de los tratamientos y cómo en otros países
neoliberales en los que no pagan impuestos, es imposible pagarse un tratamiento
en el hospital sin hipotecarse de por vida, si es que acaso existe esa opción.
Dice una amiga mía,
y con toda la razón del mundo, que ella vota por las que no pudieran hacerlo
antes e incluso ahora, por Clara Campoamor, que nos dio la posibilidad, y por
muchas que no podrán depositar el suyo a pesar de vivir y trabajar en
territorio español, por lo que aunque solo sea por ellas, por lo que más
quieras, el 23J, vota.
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