RÉQUIEM POR FEIJÓO 'EL ANTIFA'
ANÍBAL
MALVAR
El presidente del Partido Popular y candidato a la presidencia del
Gobierno de España, Alberto Núñez Feijóo (1i), asiste a la tradicional ofrenda
al Apóstol, a 25 de julio de 2023, en Santiago de Compostela, A Coruña, Galicia
(España). César Arxina / Europa Press
Las débiles democracias españolas y europeas le deben un agradecido tributo a Alberto Núñez-Feijóo. El gallego, aun sin querer, ha sido el primero de los líderes conservadores, diría que mundiales, capaz de frenar electoralmente al fascismo en su país. Para que luego digáis que es un sinsustancia.
Vamos a resumir la Estrategia Antifascista Núñez-Feijóo en pocas e inteligibles palabras para que las comprendan los demás líderes mundiales, pues es exportable: bastó con dejarlos gobernar un mes a su antojo y aplaudirles las gracias.
España, durante ese
breve mes desde la conformación de gobiernos salidos del 28 de mayo hasta este
23 de julio, empezó a vivir una catarata de episodios macabros y pesadillescos:
censura de clásicos teatrales del Siglo de Oro y de películas de Disney,
policías irrumpiendo en el escenario de un concierto porque a una cantante se
le han visto las tetas, risas embruteciendo el silencio por una mujer
asesinada, persecución sistemática del arcoíris, y muchas más garruladas de alcaldes
y concejales del PP y Vox que parecían sacadas de Cabaret o de Holocausto. Les
faltó quemar libros, pero no creo que sospechen que los libros existen.
Bastó un mes para
que ese votante que escuchaba indiferente los gritos de que viene el lobo, se
diera cuenta de que el lobo ya había entrado en la majada. Gracias a nuestro
héroe Feijóo, que los trajo de su mano cual flautista de Hamelin, España vivió
un curso acelerado de fascismo y reaccionó apestada en las urnas. Había que
esculpirle a Feijóo una estatua cabalgando el Falcon junto a la de los héroes
españoles de la Résistance francesa.
Feijóo El Antifa
ganó al Fakejóo Facha capturando los 1,6 millones de votos del llorado (de
risa) Ciudadanos, otros 600.000 directamente de Vox, y 600.000 más de padre y
madre desconocidos (los tres seises de esta aritmética no creo que sean
casualidad: solo con mefistofélicos poderes se puede trasladar Cáceres a
Andalucía y Huelva al Mediterráneo, como hace con pasmosa naturalidad el mago
Alberto).
Pero el 666 no fue
suficiente y los números no salieron. Si hubieran salido, Feijóo nunca habría
podido aspirar al olimpo de los héroes antifas, y sería un presidente facha
más, que ya nos vamos acostumbrando.
Feijóo fue un
candidato impuesto a dedo por sí mismo, sin primarias ni bruxerías democráticas
de esas, tras la decapitación ayusiana de Pablo Casado. O sea, no tenía equipo,
aparato en Génova, fieles camisas viejas, confidentes, cómplices, intrigantes,
pelotas ni can que le ladrara. Su maleta de emigrante gallego solo estaba llena
de aura, la de buen gestor y moderado. Llegó con lo puesto (más un patrimonio
de dudosa procedencia, mérito que se valora muy entusiastamente en el PP).
Los periodistas de
ciénaga política nos dimos cuenta enseguida de lo solo que estaba, de lo poco
que lo conocíamos más allá de su equívoca biografía, y de lo poco que lo
conocían también los genoveses de postín que habían acatado dócilmente los
resultados de sus primarias a dedo.
Para paliar su
soledad, Feijóo se dejó rodear de unos casuales asesores provenientes de los
equipos de Soraya Sáenz de Santamaría, que es como si Putin invitara a dormir a
James Bond en el Kremlin. Alguien que ha sido jefa de los espías del CNI ya
nunca pierde ciertas querencias. La soroyización del equipo de Feijóo nos
extrañó a los que siempre sospechamos que, al menos por omisión, La Pequeñita,
como la llama admirativamente Villarejo, algo había tenido que ver en la
difusión de las fotos del narco Marcial Dorado con nuestro paladín.
Ahora este pobre
caballero sin espada se ha vuelto a quedar tan solo como llegó, incluso ya sin
su maleta llena de aura (¿a quién se le ocurre meter una maleta en la sede del
PP y pensar que va a salir con ella intacta?).
El karma es tan
cruel que la supervivencia de nuestro héroe antifa depende del capricho de
Carles Puigdemont, que forzando una repetición electoral es el único ser en
este mundo que podría salvarle de madame Ayuso Guillotina. Sea como fuere, el
Che Feijóo ya se ha ganado un puesto de privilegio en nuestro santoral
antifascista. Gracias, paisano.
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